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España

La Caixa sólo aceptaría una fusión con Bankia si tiene el poder financiero

CaixaBank es uno de los pilares sobre los que se cimentará la próxima reestructuración del sector financiero, adelantada por Vozpópuli el pasado 10 de enero. Idea con la que trabaja tanto el Ministerio de Economía como el Banco de España. Nadie niega esa tarjeta de entidad compradora en el banco presidido por Isidro Fainé. Incluso Juan María Nin, consejero delegado de CaixaBank, habla ya de las condiciones que impondrá su entidad en la futura operación. "La entidad resultante de cualquier operación corporativa que se pueda producir mantendrá la influencia financiera de La Caxia y tendrá su sede en Barcelona".

Así lo comunicó el propio Nin, hace una semana, a lo largo de una reunión de directores generales de la entidad catalana. Esta condición también tendría vigor en una eventual fusión con Bankia, posibilidad que se maneja desde el sector financiero, desmentida ayer tanto por fuentes de La Caixa como de Bankia. "No hay ninguna negociación con nadie", coincidieron desde ambas entidades.

"No ha habido ningún encuentro entre Rato y Fainé, ni tampoco están trabajando ya de forma conjunta equipos de ambas entidades", explican desde Bankia. "Rato siempre ha negado la posible fusión con La Caixa cada vez que se lo hemos preguntado en las últimas semanas", asegura un consejero del banco liderado por Caja Madrid. Según este dirigente, la operación conllevaría el cierre de 4.000 oficinas, por la enorme redundancia de sucursales que ambas entidades cuentan, especialmente, en Madrid y la Comunidad Valenciana, y una salida de alrededor de 12.000 trabajadores.

El sector financiero español tiene un exceso de capacidad de 7.000 oficinas, según los estudios internos de un gran banco. La Caixa cuenta con alrededor de 5.400 sucursales, mientras que Bankia supera las 3.500. "La Caixa aprovecharía esta operación para aligerar su red, que es una de las cosas que tiene que hacer inevitablemente", explican las mismas fuentes de esta gran entidad.
De hecho, algunos analistas señalan que el margen de explotación -resultado del negocio puramente bancario- del grupo catalán apenas variaría si redujera su red en 1.000 oficinas. "Una mayor reducción les haría más eficientes aún", aseveran estos analistas, que cifran en 2.000 las sucursales que tienen que ser clausuradas.

Como en todas las fusiones, la mayor redundancia de puestos se produce en los servicios centrales. Precisamente, La Caixa ha venido reforzando, en los últimos meses, los equipos en aquellas secciones que participan más activamente en un proceso corporativo. "Por la estructura propia de La Caixa no hubieran sido necesarias tantas incorporaciones. Sin duda, el refuerzo de estos equipos estratégicos es el mayor síntoma de que se va a producir una operación", explican fuentes internas de la entidad catalana conocedoras de este proceso. "Desde luego, si es Bankia, está todo por hacer", confirman estas mismas fuentes.

La misma tesis defendía hace unos días un presidente de una entidad bancaria. "Pase lo que pase con Bankia aún no está definido, pero lo que está claro es que hay que darle una solución por la enorme problemática inmobiliaria de su balance. Si mi entidad tiene un problema, Bankia no lo tiene. Si lo tiene Bankia, desde luego que yo lo tengo", explicaba este dirigente.

¿Cómo se pagaría?
El impacto de una operación entre Bankia y La Caixa serviría para generar una dinámica positiva de credibilidad del sector financiero en los mercados, según apuntan en el sector. Sin embargo, las dudas se articulan en la financiación de este y otros procesos. Las cifras más halagüeñas de esta fusión se mueven en el entorno de los 12.000 millones que tendrían que provisionar ambas entidades. "Por, al menos, el doble (de esos 12.000 millones) es imposible", se insiste desde el departamento financiero de una entidad.

"Es bastante complicado que las ayudas públicas no entren en las macrofusiones que parecen avecinarse ", prosiguen estas mismas fuentes. Desde el sector se empiezan a señalar dos instrumentos financieros que servirán a las entidades para captar capital en el proceso de reestructuración. Por una parte, están los conocidos como 'cocos', bonos que sólo se convierten en acciones si el core capital de una entidad cae, por ejemplo, de la barrera del 7%. La otra fórmula sería mediante la emisión de cédulas hipotecarias con el aval del Estado ante el Banco Central Europeo.

Otro de los posibles mecanismos es el canje de preferentes. Bankia aún tiene mucho margen puesto que sólo ha transformado 1.000 millones de los más de 4.000 millones con que cuenta en este instrumento financiero. "El problema de las preferentes es que su conversión la tiene que admitir el Banco de España y, en determinadas entidades, como puede ser el caso de Bankia al ser sistémica, el Banco Central Europeo", explican fuentes del sector.

Todas estas operaciones implican una ampliación encubierta de capital que disminuye el poder de las cajas en sus bancos. Precisamente, el cambio en la ley de cajas, que ya no obliga a convertirse en fundación a las cajas que dejen de controlar el 50% de los títulos de los bancos que ejercen su negocio financiero, una decisión hecha a la medida de Bankia y La Caixa, abre otra puerta a la posible operación.
 

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