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España

Rubalcaba reivindica a Zapatero e intenta arrebatar a Chacón la bandera del relevo generacional

Le llama José Luis, como si su sintonía con Zapatero fuera completa y contara con su amparo para disputar a Carmen Chacón la secretaría general. Quizás el millar de cuadros ugetistas que anoche se congregó en la sede madrileña del sindicato no estén en el secreto, pero todos cuantos han tenido contacto frecuente con ellos en estos años saben que su relación ha salido muy deteriorada. Sobre todo, hubo un antes y un después cuando Rubalcaba le obligó a Zapatero a retirar a Chacón de las primarias. El maltrato al ex presidente tuvo su continuidad cuando en la campaña electoral le escondió todo lo que pudo e, incluso, desautorizó algunas de las decisiones económicas que se tomaron con el propio Rubalcaba sentado en la Vicepresidencia primera del Consejo de Ministros. La deslealtad molestó sobremanera a la UGT, el mismo sindicato que ayer le cedió generosamente su sede madrileña para reinventarse a sí mismo.

Como si se tratara de un ordenador reseteado, Rubalcaba resucitó anoche a Zapatero para reivindicar una oposición constructiva centrada en la crisis económica y también la integración que buscó en el PSOE desde que salió elegido secretario general en el 2000. La unidad es la consigna clave, para no agitar el gallinero a solo dos meses de las andaluzas. Pero la palabra integración en boca de Rubalcaba y en las actuales circunstancias provoca zumbidos en los oídos de Chacón. Porque ve en ella una emboscada similar a la que le quiso tender José Bono al propio Zapatero en el 37º congreso cuando le ofreció infructuosamente una candidatura única. En esta ocasión, el experimento se presenta todavía mucho más difícil porque la pugna se libra a cara de perro, curiosamente por el control de un partido dividido en muchas porciones, sin poder territorial y más agujereado que un Gruyere.

En esta carrera, Rubalcaba está dispuesto a quitarle a Chacón varias banderas. La primera, la del relevo generacional. Ha cumplido los sesenta, pero ayer salió al escenario rodeado de adolescentes. Además, ha elegido como portavoces de su candidatura a dos diputados de la nueva hornada, hace grandes loas de Internet y de las redes sociales y ofrece abrir el partido a la militancia, para que la elección de sus órganos de dirección sea a la francesa, un euro, un voto, como también reclama Chacón.

También quiere arrebatarle a la ex ministra la bandera del ADN socialista. Anoche recordó el candidato que además de tener desde siempre el carné del PSOE, lleva treinta años militando en la UGT. Se atrevió, incluso, a solicitar el respaldo del sindicato a su cruzada, consciente de que muchos de sus dirigentes, empezando por su secretario general, opinan que después de la debacle del 20-N debería haber arrojado la toalla.

Rubalcaba aspira a abanderar también el mensaje de la cohesión nacional: poder decir lo mismo en todas partes y que los ciudadanos se lo crean. Y, por último, busca llegar en clave interna al corazón de partido, posiblemente más sensible al discurso de un viejo rockero que a la mercadotecnia de Miguel Barroso.

Hábil en la cirugía cardiaca, Rubalcaba recordó anoche a los cuadros ugetistas que empezó afiliándose a su partido en Madrid, luego militó en Cantabria, más tarde salió elegido diputado por Andalucía, ha trabajado duro con los socialistas vascos y, por último, mantiene vínculos muy estrechos con la agrupación sectorial de educación. Exhibió ayer a José María Maravall, presente en la ceremonia, como un trofeo.

¿Qué puede enseñar Chacón frente a este currículo?, vino a decir el candidato. Todo lo más, el ¡Viva España! de su último saludo a las tropas como ministra de Defensa, el grito que Bono echaba tanto en falta.

Rubalcaba se permitió también despreciar la obsesión que le ha entrado a su contrincante con las ideas. El candidato ha leído a Platón, ha superado su etapa adolescente, y ahora propone aplazar el brainstorming del PSOE hasta la primavera de 2013, ejercicio al que quiere sumar a todos los partidos socialistas europeos. Primero, pues, el control férreo del aparato, y segundo, el remozado ideológico. No hay prisas porque la crisis económica lo distrae todo.

La reinvención que Rubalcaba protagonizó anoche en la madrileña Avenida de América, donde ejercitó todo un baile de disfraces, fue seguida en directo por dirigentes regionales del partido como Tomás Gómez, que han entregado su alma a Chacón, pero también por un ejército de leales entre los que se encontraban Valeriano Gómez, Enrique Martínez Robles, Francisca Sauquillo, José Enrique Serrano, Jaime Lissavetzky, Enrique Guerrero, Pedro Castro…y otros muchos compañeros de viaje del zapaterismo durante las últimas dos legislaturas. No estaban ni se les esperaba Zapatero y Felipe González, dos de los grandes muñidores en la sombra de la nueva representación que acaba de estrenar el PSOE.
 

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