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España

Rajoy tendrá más poder que Zapatero, Felipe o Aznar

Después de ocho años de dura travesía del desierto, de haber sido vapuleado por un sector de los suyos que no dieron un duro por él, todo apunta a que Mariano Rajoy no sólo conseguirá una amplia mayoría en las elecciones generales que se celebran hoy, sino que lleva visos de convertirse en uno de los presidentes de la democracia que más poder va a acumular, por delante del que tuvo en su día José María Aznar y del que ha tenido nunca José Luis Rodríguez Zapatero.

El poder territorial de Rajoy sólo va a ser comparable al que disfrutó el socialista Felipe González en sus buenos tiempos, hasta el declive que inició en 1995 con las elecciones locales y autonómicas de ese año, --con un PP triunfador--, que culminaría un año después con su desalojo de Moncloa, eso sí, por apenas por 290.000 votos de diferencia con José María Aznar. Fue entonces cuando se acuñó aquello de la “victoria amarga”, la del PP, y la “derrota dulce”, la del PSOE.

Hay que retrotraerse a unos años antes de ese 1996 para encontrar una situación similar a la del Mariano Rajoy de nuestros días. Si las urnas confirman lo que han venido vaticinando todos los sondeos, el gallego no sólo ostentará la titularidad del Gobierno de la Nación, sino que ésta se unirá a otros poderes nada despreciables. Para empezar, Rajoy es el líder del partido que gobierna en once de las diecisiete Comunidades autónomas, entre ellas, las que parecían “irreductibles aldeas” (como en los cómics de Asterix y Obelix) Extremadura y Castilla-La Mancha.

Ni en sus mejores sueños Aznar hubiera aspirado a tanto, aunque disfrutó unos años de gobierno en Asturias, ahora en manos de su antiguo “número dos”, Francisco Álvarez-Cascos. Galicia, Cantabria, La Rioja, Aragón, Comunidad Valenciana, Murcia, Baleares, Castilla y León, Madrid y las dos ciudades autónomas, Ceuta y Melilla, además de Extremadura y Murcia, caen del lado popular.
Razón tenía el pasado viernes el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, al afirmar en una entrevista en El País que “me preocupa que la derecha se alce con el poder absoluto el 20-N”, a sabiendas de que ese puede ser un argumento que anime a los indecisos de izquierda. Y es que uno de los pocos bastiones que le quedan a los socialistas parece también a punto de sucumbir después de treinta años de gobiernos ininterrumpidos del partido del puño y la rosa, Andalucía. Ese puede ser el endecasílabo final de la mayor de las debacles de su historia.

Calentando motores para las andaluzas

El PP ya está calentando motores para la cita de marzo próximo. “En cuanto pasen las generales el partido se moviliza para las andaluzas”, aseguran a Vozpópuli fuentes de la dirección popular. Por su parte, los socialistas confían en que Rajoy se adentre por las arenas pantanosas de alguna medida impopular que frustre la ‘conquista’ de Andalucía. O eso, o el riesgo de quedar reducidos al País Vasco.

A la supremacía regional se une la municipal. El pasado 22 de mayo el PP consiguió el 37,54 por ciento de los votos y 26.507 concejales. El PSOE se quedó con un 21,76 por ciento y casi cinco mil concejales menos, 21.766. La traducción en número de alcaldes es aún más desoladora para el PSOE. Los socialistas apenan tienen el mando de nueve capitales de provincia frente a un Partido Popular que gobierna en 34 y en la mayoría de los grandes núcleos urbanos de España.

Pero no todo va a ser bueno para el líder popular. Los enormes tentáculos de poder político no se corresponden con el económico. Rajoy llegará al gobierno de la nación, si así lo deciden hoy los ciudadanos, en mitad de una delas más graves crisis económicas que se recuerdan, la peor desde la II Guerra Mundial , en palabras de la canciller alemana, Angela Merkel. Las arcas de los ayuntamientos y de las Comunidades están agotadas, y la Administración general del Estado detrae parte de sus recursos en el pago de unos intereses exorbitantes, eso sin contar que estamos con unos niveles de prima de riesgo que nos colocan en el punto de salida para el rescate económico si fuera posible rescatarnos, que no lo es. Nunca tanto poder político tuvo menos capacidad de maniobra.

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