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España

Trapero y el miedo a ser un "represor"

Trapero dice que se ofreció personalmente ante sus mandos a detener a Puigdemont

José Luis Trapero no quería que sus Mossos d’Esquadra salieran del 1-O con el sambenito de policía represora. Así lo ha confesado en su declaración ante la Audiencia Nacional donde precisamente le piden 11 años de cárcel por haber planificado un dispositivo policial pasivo pensado para permitir la celebración del referéndum ilegal. “Nos había costado mucho recuperar la imagen del cuerpo, que había tenido una imagen injusta de cuerpo un poco represor, cada día en la televisión por actuaciones de orden público y nos iba a afectar a nuestra imagen”.

El mando ha revelado su preocupación de aquellos días de otoño de 2017 a la hora de dar detalles sobre su última reunión con el expresidente Carles Puigdemont el 29 de septiembre de ese año. Le contestó que “más importante que la de la policía era la imagen del Gobierno”. Esta es una de las novedades que han aportado sus más de diez horas de declaración a lo largo de tres días como imputado con respecto a las explicaciones que prestó como testigo en el Tribunal Supremo hace casi un año. 

El relato abunda en su pretendida estrategia de admitir errores, pero no voluntad de apoyar la independencia. Eso y mostrar el distanciamiento que se vivió en aquellas fechas claves entre la cúpula de los Mossos y la Generalitat. Su temor por la imagen deja ahora la duda de si Trapero hizo todo lo que estaba en su mano para hacer cumplir la orden judicial de frenar la consulta. La duda crece si se tiene en cuenta que a esas alturas ya sabía del riesgo de encontrarse en al menos 40 colegios con reacciones que irían más allá de la mera resistencia pacífica, lo que obligaría a usar la fuerza.  

La herencia violenta de los Mossos

Desde los Mossos d’Esquadra siempre se han aferrado a que en el auto clave del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña emitido el 27 de octubre, la jueza Mercedes de Armas incluyó una frase en el apartado de fundamentos jurídicos -que no en la parte dispositiva- donde pedía que la actuación policial se hiciese “sin afectar a la normal convivencia ciudadana”. Trapero asumió esta petición al pie de la letra por encima incluso de la orden principal que era impedir el referéndum. 

Josep Lluís Trapero

La imagen de brutalidad que se le otorgaba a los Mossos llegó hasta Polònia, el popular programa satírico de TV3. Acostumbraba a representar al exconseller de Interior Felip Puig (2010-2012) con una porra en la mano y arramplando con todo lo que se le cruzase en el camino. Trapero ha recordado que cuando se hizo cargo del Cuerpo contaban con 300 agentes antidisturbios de los cuales 60 estaban imputados en los tribunales. Vino a decir que en su día se disolvía demasiado sin diferenciar entre personas pacíficas y minorías violentas.

Fruto de esa herencia, los Mossos abordaron una reflexión interna que les llevó por varios países en busca de otras experiencias y apostaron por la mediación ante grandes concentraciones, un modelo poco utilizado en el resto de España. Al tiempo que el Parlament catalán aprobaba iniciativas como prohibir las pelotas de goma, agentes de los Mossos recibían formación sobre cómo tratar con manifestantes relegando al máximo el uso de la fuerza.    

"Podemos tener una desgracia"

Durante su interrogatorio, Trapero se extendió en esta idea, sobre todo de cara al 1-O: “Un policía siempre debe tener presente el concepto de proporcionalidad y hay días en los que los tiene que tener más presente con dos millones y medio de personas. El no tenerlos presentes en un día como ese puede tener otras consecuencias, por efecto contagio, porque podemos tener cualquier desgracia…”

La principal diferencia entre el Trapero del Supremo y el de la Audiencia Nacional es que el primero controló el mensaje en todo momento y el segundo no tanto. En parte porque en este segundo asalto el fiscal Miguel Ángel Carballo bajó tanto al detalle que forzó al mando policial a despejar balones como pudo en algunas cuestiones hasta el punto de reconocer que no se leía todo lo que le mandaban o que no supo qué era un CDR hasta después del referéndum

Otro de los puntos que ha acaparado protagonismo en la Audiencia Nacional fue el plan para detener a Puigdemont que Trapero desveló ante el tribunal del juez Marchena. Carballo lo puso en duda hasta el punto de preguntarle si existe algún documento que lo pruebe. En el sumario hay un informe que habla expresamente de arrestar al expresident, pero data del mes de julio de 2019, es decir, casi dos años después de los hechos y cuatro meses después de que Trapero lo desvelase ya con la acusación por rebelión sobre su cabeza. Ese informe reconoce que el plan no se llegó a plasmar por escrito por miedo a filtraciones.

Detener a Puigdemont

"Sí que dí algunas instrucciones, como le queramos llamar. Hablábamos de todos los temas y no queda claro a veces qué es una instrucción. Pero sí que dí alguna instrucción", trató de aclarar Trapero, quien ofreció detalles como que se ofreció él mismo a detener a Puigdemont. Sólo unos meses antes habían disfrutado de una desenfadada velada veraniega en casa de Pilar Rahola. En las fechas claves del procés, el distanciamiento ya era evidente, según el propio Trapero. También con el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, coordinador de la respuesta policial al 1-O.

Trapero nunca ha escondido su enemistad con este alto cargo del Ministerio, pero siempre lo ha enfocado en una cuestión meramente personal. En su interrogatorio ha dado a entender que sus problemas empezaron con la llegada del coronel. Como ejemplo ha destacado que ninguna autoridad judicial le llamó la atención por el papel de los Mossos el 20S en la Consejería de Economía, otra de las piezas centrales de esta causa. 

Trapero dice que se ofreció personalmente ante sus mandos a detener a Puigdemont

El acusado insistió en fijar posición en torno a una cuenta pendiente que ambos arrastran desde el Tribunal Supremo: Pérez de los Cobos sabía que el plan era mandar una pareja de Mossos a cada colegio porque así lo pactó con su segundo, Ferrán López. El coronel comparecerá en unos día para negar este extremo. Su versión es que Trapero trazó un despliegue trampa y que las fuerzas de seguridad de lo encontraron el día de autos sin tiempo para reaccionar.  

El exjefe de los Mossos dijo que tras el 155 rechazó la oferta de volver a dirigir el cuerpo e incluso entrar en política. Nadie le preguntó si en algún momento pensó en dimitir al comprobar que los mandos políticos no atendían a sus peticiones de suspender la consulta. El fiscal sí le preguntó en cambio si hizo alguna recomendación en ese sentido en la Junta de Seguridad del 27 de octubre a la que acudió con Puigdemont y los representantes del Ministerio del Interior. Trapero ya había manifestado sus advertencias, pero en ese momento no lo hizo. No le pareció el lugar adecuado, dijo.  

Sí ha admitido arrepentirse de no haber convocado una rueda de prensa antes de la consulta para desmarcarse públicamente de los planes del Govern, un movimiento que le podría haber salvado de este juicio. “Ahora lo lamento”, concedió Trapero antes de volver al banquillo de los acusados.

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