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España

Intención de voto: el hundimiento del bipartidismo aboca a un congreso hiperfragmentado

Al PP no le bastaría sólo con la derecha nacionalista para alcanzar la mayoría y necesitaría el apoyo de un tercer partido.

La proyección de escaños que describe el estudio de Metroscopia para el diario El País en caso de que se celebrasen hoy elecciones generales augura un panorama parlamentario en el que los acuerdos a varias bandas serán condición sine qua non para poder sacar adelante las iniciativas. El Partido Popular, que apenas lograría 146 escaños (frente a los 186 de 2011), necesitaría a dos partidos para seguir al frente del Ejecutivo.

El estudio se realizó en forma de encuesta continua con datos recogidos desde el pasado mes de junio y con atribución de escaños por comunidades autónomas. La proyección resultante dibuja un Congreso en el que el Partido Popular seguiría siendo el más votado pese a perder 40 diputados (un resultado que no obtenía desde los tiempos de las mayorías absolutas de Felipe González); el PSOE comenzaría a recuperarse del peor resultado de su historia (131 escaños frente a los 110 de 2011) y UPyD e Izquierda Unida doblarían el número de escaños que tienen ahora.

En conjunto, los dos grandes partidos nacionales sumarían menos escaños que nunca, de ahí que la alianza con otros grupos se antoje imprescindible para alcanzar la mayoría absoluta de 176 escaños. El hundimiento del bipartidismo provoca la fragmentación total del hemiciclo. En 1996, José María Aznar obtuvo 156 diputados, motivo por el cual tuvo que pactar a la vez con CiU y PNV. Ahora, no valdría sólo con la derecha nacionalista y necesitarían el apoyo de un tercer partido.

Tampoco podrían formar los socialistas, con la suma de las fuerzas de izquierda, una mayoría absoluta. Con IU apenas sumarían 156 escaños, a 19 de la mayoría absoluta: precisarían más apoyos para superar a un bloque alternativo liderado por el PP. 

Adios al concepto de 'partido bisagra'

Aunque los grandes beneficiados del naufragio del bipartidismo son IU y UPyD, que se convertirían en tercera y cuarta fuerza nacional, no conseguirían tampoco ser partidos bisagra por sí solos. La federación encabezada por Cayo Lara pasaría del 6,9% de los votos al 12%, y de 11 a 25 escaños. El partido liderado por Rosa Díez subiría del 4,7% al 7,1% y de cinco a 11 escaños.

El problema para ambos es que no serían decisivos para determinar una mayoría de gobierno en ninguna de las combinaciones. La fragmentación de la que se aprovechan se convierte también, paradójicamente, en su talón de Aquiles.

Parece, por tanto, que el diálogo y la negociación se impondrían obligadamente en la vida política.

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