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España

El paseo de Rajoy con ‘Dulcinea’ Cospedal despierta los recelos de Soraya

Rajoy y Cospedal, junto con Hernando, en el Congreso.

Retorna Mariano Rajoy a Castilla-La Mancha en compañía de Dolores Cospedal y en pleno fragor de las disputas del partido y y el sector más marianista del Gobierno contra Soraya Sáenz de Santamaría. Es la tercera visita en dos meses del presidente del PP a territorio manchego, una insistencia que se contempla con ciertos recelos por el equipo de vicepresidencia, que atiende con atención a las turbulencias que agitan el ambiente de Génova y Moncloa.

La excusa oficial es el cuarto centenario de la muerte de Cervantes, efeméride que el Gobierno español apenas ha dedicado una somera atención. Este viaje quijotesco llevará a Rajoy hasta el Toboso (Toledo), el pueblo de Dulcinea, donde visitará el Museo Cervantino, y se desplazará luego a Puerto Lápice (Ciudad Real) donde el liviano programa incluye la firma en el libro de honor del Ayuntamiento y un paseíto por las calles del lugar.

Un viaje cultural y de partido

El desplazamiento tiene algo de improvisado e inconsistente. Se trata de un viaje organizado por el partido con un eje estrictamente cultural, un sector que Rajoy cultiva con escaso interés. Coincide además con la tormenta que sacude al PP por los episodios de las últimas jornadas, con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en el epicentro de la polémica. El implacable epitafio, coreado a dos voces por Montoro y Soraya, al defenestrado ministro José Manuel Soria, la sospechosa filtración de datos fiscales de José María Aznar y el enfrentamiento público con los jóvenes dirigentes del partido han producido tensiones y disputas que todavía colean.

El modesto viaje por tierras de El Quijote ha levantado algún sarpullido en el equipo de la vicepresidenta

Esperanza Aguirre y José Manuel García-Margallo se sumaban este miércoles al creciente coro de voces del partido y de sectores del Gobierno que reprochan el comportamiento del titular de Hacienda. El ministro de Exteriores en funciones, viejo enemigo cordial, le corregía con rotundidad su frase de que “no puede formar parte de un Gobierno quien tiene empresas en paraísos fiscales” al subrayar que “lo que resulta incompatible es eludir impuestos en España”. Aguirre, menos sutil y más enojada, recordaba que en un país anglosajón Montoro ya no sería ministro. El goteo de adhesiones en diferido a Soria y reproches y críticas a Sáenz de Santamaría y sus acólitos no amaina. Rajoy, siguiendo su particular libro de estilo, no se ha pronunciado al respecto. No ha dicho ni una sola palabra sobre alguno de los hechos de la polémica.

De ahí que el modesto viaje por tierras de El Quijote de este jueves haya levantado algún sarpullido en el equipo de la vicepresidenta. Rajoy, de nuevo, de visita a Castilla la Mancha en compañía de Cospedal, la rival más fiel de Soraya, y en unos momentos de enorme tensión en el que tanto en Génova como en Moncloa se mueven piezas, elaboran estrategias y se lanzan navajas de cara al posible escenario del ‘marianismo’.

Cospedal se encargó junto a Moragas de trasladarle a Soria la necesidad de dejar su puesto sin intentar comparecer ante el Congreso

Cospedal ha sido parte muy activa en la solución al escándalo de Soria, un episodio que afectó personalmente a Rajoy por motivos de amistad. La secretaria general del PP se encargó, junto a Jorge Moragas, jefe de Gabinete del presidente, de trasladarle al exministro de Industria la necesidad de abandonar el puesto sin intentar su comparecencia ante el Congreso. La crisis se saldó con enorme ruido mediático pero con celeridad, tal y como demanda ahora Rajoy.

La salida de Torres Hurtado de la alcaldía de Granada se consumó asimismo con celeridad supina, pese a tratarse de un personaje de enorme peso en el PP andaluz y con excelentes padrinos en Génova, con Javier Arenas al frente. Este vértigo contrasta con la gestión 'a cámara lenta' de la crisis de Valencia, aún por resolver debido a la actitud de Rita Barberá, quien se considera inocente y se niega a dejar su escaño. El jefe máximo del PP pretende que todo brote de escandalera por asuntos de corrupción se liquide en forma inmediata. Cospedal, después de unos meses de abatimiento y ostracismo, parece haber recuperado la guadaña. El futuro del PP no pasa por su despacho pero su intervención será importante para diseñar el escenario de post-marianismo.

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