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España

El Ayuntamiento de Madrid evitó sancionar al operario del Samur tras la tragedia del Madrid Arena

La Dirección de Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid conocía el desaprensivo trato con el que un operario del Samur atendió telefónicamente a amigos de las víctimas del Madrid Arena y no tomó cartas en el asunto hasta más de dos meses después del desgraciado evento. Los responsables de coordinar el equipo de Emergencias, que actuó eficazmente al personarse a los pocos minutos de las primeras avalanchas mortales, escucharon tras el siniestro las grabaciones en las que este empleado, presente aquel día en la central de comunicaciones, daba orientaciones abracadabrantes a los desesperados jóvenes como la de invitarles a sacar a los heridos del recinto cuando ya había ambulancias del Samur dentro.

Los directivos responsables, empezando por el director general de Emergencias, Alfonso del Álamo, sabían del lamentable servicio de su subordinado desde el minuto uno, como han relatado varias partes a Vozpópuli. Las primeras grabaciones, aparecidas hace aproximadamente un mes en el diario El Mundo, apenas suscitaron reacción alguna en el área de Seguridad. Las segundas, conocidas recientemente, tampoco: tan solo ha trascendido que Juan Francisco Iglesias, como se llama el operario, ha sido trasladado de puesto y enviado a otra central también relacionada con las comunicaciones.

Entre otras lindezas, Iglesias recomendó esa madrugada a los amigos de la fallecida Belén Langdon: "Muy bien, pues tendréis que sacarla como podáis porque ahí no podemos entrar". Cuando le imploraron un "se está muriendo", respondió con desdén: "Sí, se está muriendo". Hubo más comentarios desafortunados, de los que Juan Francisco Iglesias, que se ha paseado últimamente por no pocos medios, se ha defendido diciendo que él estaba allí “prácticamente forzoso, ocupando un puesto que no debería”, ya que el suyo es el de técnico conductor de ambulancias.

Lo cierto es que este trabajador del Samur pertenecía hace menos de un año al servicio de coches oficiales del Ayuntamiento, parte de cuya flota se suprimió tras una propuesta de UPyD relacionada con el uso abusivo de vehículos públicos. Funcionario de carrera, en octubre pasado se recoloca a una docena de conductores en el Samur tras un curso de seis meses entre los cuales está él. “Unos profesionales estupendos”, comentan todos los miembros del Samur consultados, quienes, sin embargo, no opinan igual de Juan Francisco Iglesias: su actitud le está granjeando problemas con el resto del cuerpo, e incluso entre los sindicatos, que inicialmente salieron en su defensa tras las grabaciones.

De hecho, Iglesias tuvo una “valoración negativa” por parte de sus superiores durante el escaso tiempo que trabajó en la centralita, irónicamente denominada por los empleados comunidad de castigo. “Parece un destino privilegiado, pero la central de comunicaciones exige saber transmitir tranquilidad, recoger datos cruciales o dar indicaciones que permitan incluso salvar vidas”, cuenta una fuente. Otros trabajadores señalan que el comportamiento de Iglesias, “a veces chulesco”, no casaba con esas exigencias.

El Ayuntamiento, la oposición y los trabajadores del Samur no dudan en tachar de ejemplarizante el arrojo del cuerpo de Emergencias la noche de la tragedia. “Han llegado a abuchear a compañeros tras difundirse las grabaciones”, lamentan algunos.

Volviendo a la actuación de los jefes de Emergencias y Protección Civil, la demora con la que tratan asuntos internos de este calado contrasta con la limpieza efectuada por el equipo de Gobierno en el área de Seguridad, de la que depende el Samur. Tras la dimisión forzada del exvicealcalde Miguel Ángel Villanueva, la alcaldesa Ana Botella ha puesto la concejalía patas arriba desplazando a su exdelegado, Antonio De Guindos, en detrimento de Enrique Núñez, el nuevo hombre fuerte del Ayuntamiento.

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