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España

Puigdemont oculta sus cartas y acelera los preparativos del referéndum

El presidente catalán, Carles Puigdemont

Movilización en las calles en torno a la Diada e impulso en el Parlamento catalán para sacar adelante la ley del referéndum y la ley de ruptura. Estos son los jalones principales del calendario secesionista de cara al 1-O. La Generalitat oculta sus planes, no da pistas. Puigdemont se reafirma en que el referéndum se celebrará sí o sí, aunque mantiene su oferta a Rajoy para negociar los detalles de la consulta, según declara este domingo en el 'El nacional'.

Las asociaciones cívicas que impulsan la independencia, como la ANC, han demostrado su capacidad de agitación callejera la encerrona de la manifestación del sábado en Barcelona, una apoteosis de reivindicación separatista y una ofensiva programada contra las instituciones españolas, con el Rey y en presidente del Gobierno al frente. Este lunes arrancan otra campaña, con vídeos y más presencia en las calles. La Diada es el segundo paso para 'calentar' a sociedad de cara al referéndum, pendiente aún de su convocatoria. La instrumentalización política de la marcha en memoria de las víctimas puede pasarles factura, de acuerdo con fuentes del PP en Cataluña, que consideran estos episodios como 'una frenta' sin precedentes. 

División en la familia separatista

En el plano político, hay división de criterios entre los secesionistas. El Parlament aprobará, en el pleno del día 6, la ley del referéndum, mediante una vía alternativa a la del 'trámite exprés' sin lectura previa, ya impugnado por el TC. El reglamento de la Cámara permite incluir este tema en el orden del día. No será, pues, necesario, que el Gobierno catalán tenga que arremangarse e impulsar un decreto ley, tal y como se sugería desde el Pdecat, para así implicar a Oriol Junqueras, vicepresidente y líder de ERC, en este paso con posibles consecuencias desde el Constitucional. 

Vendrá luego la decisión sobre la Ley de ruptura, una especie de bosquejo de lo que será la futura Constitución de la 'república catalana'. Surgen aquí las discrepancias. Tanto ERC, cla CUP como la ANC pretenden que este texto legislativo se difunda antes del 1-0, algo que no es del agrado de Puigdemont, que defiende dar a conocerlo una vez superado el trámite del plebiscito. Se impondrá seguramente la exigencia de la oposición secesionista.

Puigdemont se niega a desvelar, en este punto, tanto el calendario como el procedimiento. "Lo importante es celebrar el referéndum con garantías", insiste el presidente de la Generalitat, quien no desvela sus cartas sobre los pasos que se dispone a dar de aquí al 1-0. Sólo insiste en que habrá consulta, aunque el Estado intente frenarla, y reincide últimamente en sus declaraciones en subrayar que no tiene temor alguno en terminar en prisión.

Algunos de los dirigentes del Pdecat, la antigua Convergencia, muestran su disconformidad con este secretismo, pues recelan de que hay dirigentes de ERC y hasta de la Cup que conocen mejor los planes de la 'desconexión' que ellos mismos.  

De lo que no  hay dudas es de que el referéndum se convocará una vez aprobada la ley 'ad hoc', pero tampoco se ha comentado ni la fecha ni el formato. El temor a la reacción de los tribunales marca la pauta de la acción del Govern. Se desconoce asímismo si hay urnas, censo, colegios, juntas electorales y hasta presupuestos para la celebración de la consulta. El 9-N se convocó un mes antes de la fatídica fecha. "Era el 9-N, ahora estamos en otra", responde el presidente de la Generalitat, quien ahora se muestra más prudente que hace unos días, cuando habló a un medio extranjero de que disponen ya de 6.000 urnas. Sobre ese punto, no se habla. No lo confirma, ni dice dónde están, ni cómo se han pagado. Al menos desde la presidencia. Su infantería' de la ANC, la que montó la operación 'acoso al Estado' en la manifestación del sábado, confirma sin problemas que ya hay urnas y habrá referéndum.

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