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España

Podemos encara su gran prueba de fuego electoral sumido en la mayor crisis identitaria desde su fundación

La secretaria de Análisis Político de Podemos, Carolina Bescansa, durante su intervención en el mitin en Alcalá de Henares

Si las elecciones autonómicas del próximo 24 de mayo se hubiesen celebrado en febrero, quizás la fuerza con que Podemos habría llegado a esa cita hubiera sido mayor. Al partido de Pablo Iglesias se le ha atragantado el cálculo de los tiempos, el manejo del calendario electoral. Si el eurodiputado Iglesias hubiese convencido a su exnúmero tres, Juan Carlos Monedero, de esperar al resultado del 24-M para presentar su dimisión, quizás la formación morada también habría encarado esta campaña electoral sin exhibir cierta debilidad interna.

Podemos llega a la antesala de estos comicios después de haber tocado techo en los sondeos y haber liderado de facto la oposición, entre finales de 2014 y principios de año, según las encuestas del CIS. Sin embargo, la formación morada, sin apenas presencia parlamentaria e institucional más allá de sus cinco escaños en Bruselas y 15 en Andalucía, no ha resistido semejante responsabilidad y ha ido perdiendo fuelle en los últimos meses. La pegada con que afrontará las generales de noviembre dependerá en gran medida del resultado que obtenga este 24-M, la gran prueba de fuego, y de cómo gestione su política de pactos postelectorales, una reválida no menos importante. Será entonces cuando Podemos termine de definirse.

"A Podemos se le ha hecho demasiado larga la travesía hasta esta cita autonómica", reconoce un miembro del Consejo Ciudadano estatal

Hasta ahora dos factores han influido especialmente en su descenso en las encuestas: el auge de Ciudadanos como alternativa al bipartidismo y la crisis identitaria que atraviesa el partido, la mayor desde su fundación hace un año y medio. Mientras "a Podemos se le ha hecho demasiado larga la travesía hasta esta cita autonómica", según reconoce un miembro del Consejo Ciudadano estatal, que recuerda cómo todo era "viento a favor coincidiendo con aquella histórica 'Marcha del Cambio' del 31 de enero en Madrid", el partido de Albert Rivera, en cambio, es ahora el que vive su momento más dulce (sube 10 puntos en el último CIS). Las dos semanas que faltan hasta el 24-M y la fiesta de la democracia de esta jornada dirán si Ciudadanos va a más o si, por el contrario, su fulgurante ascenso en intención de voto también es algo pasajero.

Desde enero hasta abril, Podemos se ha dejado en el camino 1,75 millones de apoyos (del 23,9% baja al 16,5%), de los cuales, el grueso del espacio movilizado, 739.000 son exvotantes socialistas que han vuelto a depositar su confianza en un anodino PSOE. El partido de Pedro Sánchez se ha recuperado más bien por demérito del rival que por mérito propio. La otra parte importante de ese electorado que ha abandonado a Podemos, también simpatizante socialista en el pasado, se ha inclinado ahora por Ciudadanos. La batalla por conquistar el campo de centro-izquierda se presume muy disputada y será clave para cada uno de los tres actores en liza. Si PSOE gira a la izquierda, no pierde votos en favor de Podemos, pero le acecha Ciudadanos. Si los socialistas optan por un perfil más centrista, bloquean las fugas a Ciudadanos pero Podemos les fagocita por la izquierda. El juego de equilibrios será determinante.

La batalla por conquistar el campo de centro-izquierda se presume muy disputada y será clave para cada uno de los tres actores en liza

En el caso de Podemos, su apuesta ha sido desvelada de antemano. La dimisión de Monedero, la gota que ha colmado el vaso. El debate ideológico en el seno del partido ha ido creciendo a medida que se aproximaba la presentación del programa electoral, tanto que el exnúmero tres dejó la dirección de Podemos sólo cinco días antes de que el texto viera la luz. En ese acto del pasado martes, ya no estuvo Monedero, pese a que había tenido el cargo orgánico de responsable de Programa y había sido el coordinador de los trabajos para su confección.

El ideólogo de Podemos quiso que el partido no sacrificara su ideario más izquierdista, pero se encontró enfrente, tal y como relata el sector crítico, al secretario de Política, Iñigo Errejón, capaz de convencer a Pablo Iglesias de que la victoria pasa por atraer al votante socialdemócrata. 

Y hasta suena algún tambor de "refundación"...

La sacudida del paso atrás de Monedero ha sido de tal calibre entre las bases que incluso se han escuchado voces pronosticando una "refundación" de Podemos en el supuesto de no reconducir el rumbo tras el 24-M. Los que han abierto la puerta a esa "redefinición ideológica", principalmente miembros de la corriente Anticapitalistas, son los mismos que ya han descontado del resultado de Podemos en estas autonómicas una merma de respaldo por la dimisión de Monedero. A diferencia de lo ocurrido con el PSOE, que ha gozado de cuatro meses, creen que Podemos no dispone de tiempo material -son sólo dos semanas- para remontar el vuelo. 

Así las cosas, y con el CIS preelectoral en la mano, Podemos tiene díficil ser primer fuerza y todavía más complicado gobernar en alguna de las 13 autonomías que van a las urnas. El partido ha centrado sus recursos humanos y económicos en las contiendas de la Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana, Aragón y Asturias, pero sólo en esta última región jugaría un papel clave facilitando un gobierno del PSOE. En cuanto al resto, Podemos también podría auxiliar a los socialistas para que accedieran al poder en Extremadura y andaría cerca de poder conformar un tripartito junto a Bildu y GeroaBai en Navarra. Sin embargo, esta posibilidad de ir de la mano de los secesionistas no satisface lo más mínimo a la cúpula de Iglesias, que mantiene igualmente aquí una perfecta ambigüedad. Podemos tendrá que definirse más pronto que tarde.  

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