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España

Sánchez pulsa un pacto a la portuguesa para no dar a Podemos otras elecciones

Pablo Iglesias, en un mitin de Podemos, en una imagen de archivo

Según fuentes socialistas, el equipo de Pedro Sánchez, a la espera de lo que decida el comité federal del lunes, va a trabajar a varias bandas. En primer lugar, esperando a ver los movimientos que realiza Mariano Rajoy, también condicionados a partir de la semana que viene por lo que suceda en Cataluña, donde Artur Mas sabrá si es investido o no como presidente de la Generalitat gracias a la CUP. En segundo lugar, estableciendo puentes con Podemos, Izquierda Unida, el Partido Nacionalista Vasco, Convergencia e, incluso, Esquerra Republicana, para sondear qué harían con Pedro Sánchez como candidato a la investidura en caso de que fracasen todos los intentos de que prospere la de Rajoy.

El PSOE se propone sondear qué haría el resto del arco parlamentario si Pedro Sánchez se presenta como candidato a la investidura

El PSOE sacó menos de dos puntos a Podemos el pasado domingo y solo 400.000 votos de diferencia. Pedro Sánchez está convencido de que en unas nuevas elecciones generales, los socialistas acabarían teniendo menos apoyos que Pablo Iglesias y, por tanto, estarían abocados a una grave crisis interna, quizás a la refundación que ya están exigiendo algunas voces a la vista del descalabro del domingo: 20 diputados y 1,5 millones de papeletas menos que en 2011, año en el que la mayoría de los dirigentes del partido dieron a Alfredo Pérez Rubalcaba por muerto.

Con esta foto fija, el secretario general del PSOE se mira en el espejo del portugués Antonio Costa. El pasado octubre, perdió las elecciones en el país vecino, pero acaba de formar Gobierno con el aval del Partido Comunista y del Bloque de Izquierda, una formación equiparable a Podemos. El conservador Pedro Passos Coelho ha perdido la partida al no alcanzar la mayoría absoluta ni los apoyos necesarios para continuar como primer ministro, cargo desde el que gestionó el rescate sufrido por su país.

La mayoría de los barones regionales del PSOE, excepción hecha del valenciano Ximo Puig, se oponen a una operación a la portuguesa, pero Pedro Sánchez está convencido de que lo mejor para su partido es formar un frente de izquierdas, también llamado “de progreso”, que gobierne y evite el riesgo de que los socialistas acaben aplastados por Podemos en unos nuevos comicios.

El único barón regional que no pone obstáculos a un pacto con Podemos es el valenciano Ximo Puig

Sánchez confía también en que acabe subiéndose a este carro con su abstención Albert Rivera, si se constata a finales de enero, principios de febrero, que Rajoy no logra abrir ninguna de las puertas que pueden conducirle a renovar su estancia en La Moncloa. El equipo de confianza del líder socialista hace de los resultados del 20-D una lectura en clave ideológica. “Fue la izquierda la que ganó las elecciones y tiene legitimidad para intentar gobernar”, asegura uno de los miembros de la actual ejecutiva.

En el cuartel general del PSOE se respetan las opiniones de la presidenta andaluza, Susana Díaz, en contra de un apaño de Gobierno de esta naturaleza, pero se recuerda que ella también sufrió el pasado día 20 un voto de castigo en su comunidad y no está como “para dar lecciones a nadie”. “Ni ella”, se añade, “ni el resto de los dirigentes regionales”. En estas legislativas, el PSOE solo ha conseguido sacar más votos que el PP en siete provincias, cinco de ellas andaluzas.

Sánchez y su núcleo duro han empezado a llenarse de razones para frenar las presiones internas y externas que pretenden empujarles a facilitar la investidura de Rajoy. Una de las que esgrimen son las alianzas que mantienen con Podemos y sus fuerzas afines en cientos de ayuntamientos – en Madrid, Barcelona, Zaragoza o Valencia siguen vivas– y comunidades como las de Castilla-La Mancha y Extremadura. Un acuerdo con el PP llevaría a una recomposición del mapa municipal y autonómico en el que los socialistas, aseguran en Ferraz, perderían buena parte del poder territorial alcanzado en mayo. Un problema nada menor.

Los socialistas creen que un pacto con el PP acabaría con el poder territorial ganado en mayo

El líder socialista, reconoce uno de sus leales, solo descartaría de antemano la posibilidad de llegar a La Moncloa de la mano de un frente de izquierdas “si Podemos se pone fino”, los diferentes grupos parlamentarios que aspira a crear en el Congreso se desmandan e insisten en que para apoyar la investidura, el PSOE tendría que elegir otro candidato. “Esa sí que sería una línea roja infranqueable”, admiten fuentes muy cercanas al secretario general.

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