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España

Sánchez amenaza con dar a la militancia la última palabra sobre los pactos con Podemos

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en su automóvil.

Desde este domingo, puede decirse que el liderazgo de Pedro Sánchez al frente del PSOE ha menguado y corre el riesgo, este lunes, de quedar completamente desautorizado. El de ayer fue, según fuentes socialistas, un cónclave organizado en la sede central del PSOE para la medición interna de fuerzas en el pulso abierto por el control del partido. Asistieron todos los presidentes autonómicos con mando en sus respectivos territorios, incluido el valenciano Ximo Puig, que al principio había esgrimido problemas de agenda para ausentarse. No en vano ha sido, junto a la jefa del Gobierno balear, Francina Armengol, al gallego José Ramón Gómez Besteiro y la madrileña Sara Hernández, el más comprensivo con la intención de Pedro Sánchez de pactar con Podemos para llegar a La Moncloa. En la reunión se abordó la resolución que hoy será sometida al comité federal sobre la estrategia de pactos postelectorales y la andaluza Susana Díaz hizo de altavoz de quienes dentro del PSOE consideran que Sánchez no solo ha errado en la estrategia de campaña sino que, posteriormente, ha pasado por alto el descalabro sin precedentes sufrido por el partido y, por si fuera poco, ha pretendido volar en solitario para conseguir llegar a La Moncloa en brazos de Podemos.

El líder socialista queda desautorizado en su estrategia sobre pactos postelectorales y en sus planes para el congreso federal

A esto último, que conllevaría acuerdos también con IU, el PNV e, incluso, ERC, se le dio ayer un no rotundo que puede acabar teniendo una respuesta amenazadora por parte del todavía secretario general. Según fuentes de su equipo, Sánchez no descarta someter a la militancia, mediante referéndum, la última palabra sobre los pactos con Pablo Iglesias, un arma de doble filo que, a juicio de alguno de los asistentes a la cita de anoche, podría llegar a fracturar todavía más a la organización. Para evitarlo, la resolución que hoy llega al comité federal no descarta del todo que el PSOE explore las posibilidades a su alcance si finalmente, como es previsible, Rajoy no consiguiera salir investido. La condición necesaria es que Podemos renuncie al referéndum que propone para que los catalanes decidan su futuro.

Este riesgo de ruptura fue expuesto por el presidente castellano-manchego, Emiliano García-Page, uno de los más claros al emplazar a todas las federaciones y a la ejecutiva federal a evitar que el partido se rompa y emita la impresión de estar más preocupado por los problemas internos que por los del país. A juicio de García-Page, si no se logra descifrar el mensaje emitido por los ciudadanos el 20-D, lo más probable es que se repitan las elecciones.

El equipo del líder socialista suele presumir de que Sánchez le debe el cargo a los militantes y a nadie más. Es algo que le distingue de sus predecesores y que ilustra también hasta qué punto se siente abandonado por los cuadros dirigentes de la mayoría de las federaciones, casi todas a excepción de la gallega, la balear y la madrileña. En esta última, él mismo propició un golpe de mano para enterrar a Tomás Gómez y sustituirle por Sara Hernández. Este y otros atrevimientos le están pasando ahora factura a Sánchez, pues ha acabado ejerciendo un liderazgo muy disminuido y cada vez más cuestionado, debido a la vigilancia a la que le están sometiendo los barones, que han decidido que todavía no es el momento para cortarle la cabeza. Se ha impuesto pues, una tregua que puede ser corta.

Susana Díaz se prepara para dar la batalla definitiva por el control del partido en febrero

Estos últimos adelantaron ayer a Sánchez que hoy le apoyarán en el comité federal en su negativa a facilitar la investidura de Rajoy, pero no en abordar conversaciones con Podemos mientras Pablo Iglesias defienda el derecho de autodeterminación en Cataluña, una línea roja que el exlendakari Patxi López advirtió que no se puede sobrepasar. Susana Díaz va más allá y, después del calvario que ella sufrió antes de su investidura en Andalucía por culpa de Pablo Iglesias, no quiere ni imaginar que el PSOE pueda alcanzar La Moncloa con el 22% de los votos gracias a la izquierda radical, sobre todo cuando lo que Podemos persigue es, a su juicio, merendarse a los socialistas valiéndose del voto desencantado que en 2011 todavía confió en ellos.

Díaz es consciente de que la militancia de base de su partido está mucho más radicalizada que los cuadros dirigentes, de ahí parten muchos de los problemas, pero habiendo escuchado mucho más que otros presidentes autonómicos a Felipe González, ha concluido que cualquier acuerdo de legislatura con Podemos puede acabar engullendo al PSOE. Por tanto, no rotundo al flirteo con Pablo Iglesias y negativa categórica también a respaldar la investidura de Rajoy. Si el PP presentara nuevo candidato, otras posibilidades se abrirían, aunque los socialistas se cierran también públicamente, no en privado, a considerar este escenario.

Sánchez, que pase lo que pase hoy en el comité federal ha visto más recortado su liderazgo, está convencido de que estas posiciones numantinas que condenan a su partido a resignarse a permanecer en la oposición, a lo único que conducirán es a unas nuevas elecciones generales, en las que el PP absorbería votos de Ciudadanos y saldría reforzado, mientras Podemos, en alianza con Izquierda Unida, todavía arañaría más electorado a los socialistas. Pese a todo, ha querido dejar claro a todas las estructuras regionales del partido que no está por tirar la toalla, de ahí su intención de presentarse a la reelección como secretario general en el próximo congreso, lo que equivale a decir que también aspira a volver a ser candidato en caso de que se celebren nuevas legislativas. La fecha de este congreso es clave y ocupó también anoche gran parte de la discusión entre los barones. Sánchez insistió en la conveniencia de aplazarlo a la primavera, para dar tiempo a las negociaciones sobre la formación de Gobierno, pero la mayoría de las federaciones se inclinan por celebrarlo en febrero. Sería la fecha escogida por Susana Díaz para intentar dar el salto a la secretaría general y controlar con ello el partido. Otra desautorización también de Sánchez.

En el PSOE se admite en privado que si el PP no presentara a Rajoy como candidato, todo se reconsideraría

Desde Andalucía se le ha advertido al secretario de Organización, César Luena, uno de los principales subalternos del líder socialista, que éste “juega con fuego”. De ahí que el comité federal de hoy lunes vaya a someter también a debate, finalmente, la fecha del congreso y sus reglas de juego, además de la resolución en la que anoche trabajaron casi todos los barones para alcanzar un acuerdo de mínimos sobre los pactos postelectorales, un denominador común con el que se quiere evitar la imagen de una organización dividida en tribus, quizá la más vulnerable a la vista de los resultados electorales del 20-D, pues todos los escenarios por los que puede apostar tienen graves efectos secundarios.

En una forzada apariencia de normalidad interna, el PSOE se propone iniciar esta misma semana las conversaciones con otros grupos para la elección de la presidencia y la Mesa del Congreso de los Diputados. Pedro Sánchez le pidió la semana pasada a Mariano Rajoy que ceda esta presidencia a un socialista, pero la respuesta fue ambigua. En el Gobierno no se esperaba que la lucha interna por el liderazgo en el PSOE después del 20-D se disparara tan pronto y de forma tan agresiva.

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