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España

PSOE: refundación o muerte

Pedro Sánchez, acompañado de Susana Díaz, Javier Fernández, Miquel Iceta y otros barones del PSOE.

Hay pánico a que cargos municipales en distintas provincias se pasen a las filas de Podemos. Hay temor a que se instale el caos después de los comicios de mayo y la ejecutiva federal se vea incapacitada para gestionar con autoridad las alianzas postelectorales en comunidades y ayuntamientos. Y, por último, hay mucho canguelo a que cuajen las alternativas a Pedro Sánchez que se cocinan ante los ojos inexpertos del actual secretario general. Estos miedos resumen el sentir general que se respira en la cúpula socialista, donde no se descarta que la solución final, quizá tardía, pase por una refundación del partido que evite su lenta agonía y un final parecido al del Pasok en Grecia.

Hay pánico a que se produzcan trasvases de cargos municipales socialistas a Podemos

Parte de estos temores explican el descabezamiento del socialismo madrileño y el mensaje de autoridad que Sánchez ha querido enviar a la presidenta andaluza, Susana Díaz, al barón valenciano Ximo Puig y a todos los que como ellos preparan desde hace tiempo una alternativa sólida al frágil proyecto abanderado por la actual dirección desde su toma de posesión en el congreso extraordinario de julio. La lideresa andaluza es, a juicio de veteranos dirigentes socialistas, la única que podría pilotar con éxito una refundación del PSOE, antes de que se vea forzado a gestionarla en una posición de máxima debilidad, cuando Podemos haya protagonizado el sorpasso y haya alcanzado la primera posición dentro de la izquierda en el futuro Parlamento.

En los movimientos más o menos subterráneos promovidos por personas como Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Bono, José Luis Rodríguez Zapatero y otras que no se resisten a perder su influencia en el PSOE, pesa un nexo común que descansa en la posibilidad de que el partido que salga de esta refundación se vea abocado a pactar con un Gobierno del PP después de las próximas elecciones generales, descartando cualquier tipo de alianza con Podemos y, por tanto, la formación de una especie de Frente Popular que solo tendría ventajas para Mariano Rajoy y para Pablo Iglesias, pues hundiría todavía más a los socialistas en la miseria.

La polémica cena con Pablo Iglesias

Zapatero y Bono se acercaron a Iglesias el pasado noviembre para saber a qué debe atenerse el PSOE en este ciclo electoral ante una fuerza emergente como Podemos. Ninguno de los dos consiguió salir de dudas. Desde entonces, Pedro Sánchez anda quejándose a todo el que quiere escucharle de la traición protagonizada por el expresidente. Unos atribuyen la filtración del encuentro al joven diputado vasco Eduardo Madina y otros a la presidenta andaluza, Susana Díaz. Pero, al margen de las anécdotas, lo importante es lo que Zapatero y Bono abordaron con Iglesias y uno de sus lugartenientes, Iñigo Errejón, ante la presencia también como invitado del alcalde de Toledo y candidato a la presidencia de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.

Lo que han filtrado Zapatero y Bono del encuentro con Iglesias y Errejón es que ambos salieron de la cena sin saber cuáles son, en realidad, los criterios que guiarán a Podemos para conducir sus pactos postelectorales después de las municipales y autonómicas de mayo y, posteriormente, después de las legislativas. En el PSOE hay quien atribuye el interés del expresidente por saber de qué pie cojea Pablo Iglesias a sus planes para colocar a la exministra Carmen Chacón en la carrera hacia las primarias de julio, en las que tendría que enfrentarse a Pedro Sánchez. La curiosidad de Bono en el encuentro fue otra: conocer si los socialistas castellano-manchegos podrán contar con el apoyo de Podemos para defenestrar del gobierno autonómico a María Dolores de Cospedal en caso de que el PP no alcance la mayoría absoluta dentro de noventa días.

Zapatero y Bono salieron de la cena con Pablo Iglesias sin saber con quien quiere pactar

Según han relatado Zapatero y Bono a varios dirigentes socialistas, ambos salieron de la cena como entraron. Pablo Iglesias les respondió que Podemos no está todavía en condiciones de fijar criterios sobre pactos electorales y que todo dependerá de los programas que defienda cada fuerza política. Su respuesta les recordó a la forma en que el excoordinador general de Izquierda Unida Julio Anguita entonó en sus buenos tiempos la letanía de “programa, programa y programa”. En todo caso, tanto Zapatero como Bono han concluido que Iglesias es listo y aplica un manual parecido al que Felipe González entrenó con éxito en 1982, el mismo que le dio la victoria al PSOE con la campaña que tuvo como lema “por el cambio”.

Desde que se conoció el encuentro de Bono y Zapatero con Iglesias, Pedro Sánchez se ha esforzado en capitalizar el enfado que éste ha provocado en amplios sectores del partido, estupefactos ante las maniobras del expresidente del Gobierno para seguir influyendo en el futuro de la organización con la intención de volverla a controlar a través de personas interpuestas.

Susana Díaz reconsidera su salto a Madrid

Más asombro ha provocado todavía la intervención de Bono en estas intrigas, puesto que ha sido uno de los exdirigentes de la vieja guardia que más ha defendido en privado la necesidad y la urgencia de empezar a cocinar antes de las legislativas acuerdos de fondo con el PP que garanticen la estabilidad política en la próxima legislatura. Los movimientos en la sombra de Zapatero y Bono se interpretan dentro de la ejecutiva socialista en clave de deslealtad, justo en un momento en el que el liderazgo de Sánchez pasa uno de sus peores momentos desde que fue aupado a la secretaría general en el congreso extraordinario de julio.

La presidenta andaluza, según fuentes de su equipo, ha preferido mantenerse de momento al margen de estos enredos, pues su prioridad es poder gobernar esta comunidad sin contar ni con Izquierda Unida ni con Podemos. Guiada en todo momento por la experiencia de Felipe González, Susana Díaz confía a sus colaboradores más inmediatos que no será tan majadera como para pegar el salto a Madrid abandonando su feudo andaluz si la tendencia de las encuestas le siguen dando al PP tan altas probabilidades de repetir mandato en el Gobierno, ya que para ella significaría tirar todo su caudal político por la borda.

Cosa diferente, matizan las fuentes, es que aceptara después de las elecciones de mayo, si el partido no levanta cabeza y el desdén hacia Pedro Sánchez se dispara, colocarse al frente del timón de Ferraz como secretaria general, cediendo el cartel electoral a quien se atreva a competir en las primarias de julio con el propio Sánchez y le gane la partida. El reciente barómetro del CIS refleja que los socialistas están en una posición muy difícil para acceder a La Moncloa, a no ser que rompieran una tradición que siempre se ha respetado en el Parlamento nacional, la de dejar gobernar a la lista más votada, que pocas veces se ha tenido en cuenta en la secuencia municipal y autonómica.

Hay numerosos diputados que creen que a Rubalcaba le puede salir el tiro por la culata

En este doble juego clandestino de quienes aspiran a no perder la comba dentro del PSOE ha entrado, nueve meses después de abandonar la secretaría general, Alfredo Pérez Rubalcaba. Valiéndose de sus compañeros mediáticos de siempre, Rubalcaba ha ayudado a Pedro Sánchez a dar el golpe de mano en la organización madrileña, algo a lo que no se atrevió cuando él llevaba las riendas del partido. Su obsesión, señalan fuentes socialistas, sigue siendo frenar como sea el respaldo del PSM a Carmen Chacón para auparla al cartel electoral el próximo verano. No son pocos los diputados socialistas que opinan que a Rubalcaba puede salirle el tiro por la culata y acabe metiéndose el gol en propia meta. Felipe González suele contar a sus amigos con mucho salero que Alfredo siempre le recuerda al exjugador del Rayo Onésimo Sánchez, puro regate, que hacía tanto movimiento de pelota que, al final, se desorientaba y perdía de vista la portería.

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