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España

Piden al Rey que 'borbonee' para evitar las terceras elecciones

Felipe VI y Patxi López.

Muchas miradas se vuelven ahora hacia la Zarzuela. Don Felipe cumple dos años de reinado. Junto a las felicitaciones y parabienes de rigor, llegan también estos días a Palacio mensajes de preocupación ante lo incierto del resultado de las urnas.

Las muestras de inquietud proceden de frentes diversas, tanto políticas como empresariales, diplomáticas o sociales. No se avizora una salida clara a la actual situación, no se divisa una solución viable al indómito bloqueo. Los sondeos anuncian una repetición de la jugada del 20-D (salvo variaciones de las posiciones de la izquierda) y los líderes políticos parecen dispuestos a todo menos a pactar un acuerdo. El fantasma de una tercera ronda electoral empieza a asomar en el horizonte. El peor de todos los escenarios ya es objeto de cábalas y apuestas.

Don Felipe está pesaroso e intranquilo, dicen en la Casa. No va a ir más allá de lo que determina la Constitución, añaden

Llegan recados al Rey. Comentarios en audiencias personales o en encuentros privados. Los políticos no van a conseguirlo, quizás necesiten un empujón, se escucha con insistencia. Don Felipe desliza su opinión en forma muy prudente. Está pesaroso e intranquilo, dicen en la Casa. No va a ir más allá de lo que determina la Constitución, añaden. Como ha hecho hasta ahora. “Cumple estrictamente el mandato de la Carta Magna y ni un centímetro más. Arbitraje, moderación y punto”.

La interpretación de esa norma es laxa, comenta un veterano dirigente del PP, conocedor de algunos de estos movimientos de aproximación hacia la Zarzuela. La neutralidad del Rey nadie la pone en duda. Lo que se le solicita –y a lo mejor ya lo está haciendo- es que, llegados a este punto de parálisis, mueva ciertos resortes que hagan saltar las piezas de bloqueo. En suma, que ‘borbonee’ por el bien de España. Un verbo que practicaba, con enorme frecuencia y escandalosa prodigalidad, el actual rey emérito, y del que don Felipe no quiere ni oír hablar. “Quizás ya le toque, ha de darse cuenta de que estamos a punto de chocarnos contra un muro”, señala alto cargo del PP. “No es ‘borbonear’, sino mediar, facilitar, impulsar”, añade. “El Rey también es consciente de eso y seguro que algo va a hacer. O lo está haciendo”, concluye

Entre tinieblas

“No habrá terceras elecciones”, se comprometió severamente Pedro Sánchez, el 26 de mayo, ante el auditorio de empresarios en la reunión anual de Sitges. Pocos le creyeron. “El PSOE será el culpable si tenemos que ir a unas terceras elecciones”, advirtió, ya en forma de presión, Rafael Hernando, portavoz del PP en el Congreso. “Nadie sabe qué va a pasar, ni quién va a poder gobernar, todo está envuelto en tinieblas”, señala una alta fuente socialista que mantiene vínculos estrechos con la Casa Real.

No hay más salida que lo que decida el PSOE. O permite a Rajoy o ayuda a Iglesias. No hay que darle más vueltas. “Todo lo demás es literatura”, explica una alta fuente socialista

El panorama no es alentador, comentan en círculos de la Zarzuela. No hay más salida que lo que decida el PSOE. O permite a Rajoy o ayuda a Iglesias. No hay que darle más vueltas. “Todo lo demás es literatura”, apostilla este personaje.

“Una fecha fatídica”

La experiencia de la primera ronda negociadora para la investidura dejó un regusto amargo en Zarzuela. Y tensionó las relaciones con Moncloa. Pocos han sabido explicar qué pasó por la cabeza de Rajoy esa tarde del viernes 22 de enero cuando declinó "el gesto y la deferencia" del Rey al ofrecerle la posibilidad de presentarse candidato a la investidura. La noche anterior, en un acto en el Museo del Prado, el presidente en funciones había subrayado con tanto énfasis que “evidentemente” se iba a presentar, que nadie lo dudó. Ni siquiera su número tres en el partido, Fernando Maíllo, quien, en una rueda de prensa en Génova, confirmaba lo dicho por su jefe de filas. Faltaban un par de horas para la fatídica audiencia en la Zarzuela.

Todo quedó en nada. Rajoy recurrió como coartada a la estrambótica rueda de prensa ofrecida por Pablo Iglesias a la salida de Palacio, en la que se presentó como vicepresidente de Pedro Sánchez. “Lo conocido esta mañana afecta a mi decisión”, dijo el jefe de Gobierno en funciones. Sólido argumento que ni alguno de sus más próximos se creyeron. ¿Qué pasó? Rajoy algo se olió al llegar a Palacio, comentan en las citadas fuentes. “O fue un presentimiento o algo le comentó el monarca. El caso es que cambió de planes sobre la marcha”, apuntan. “El jueves estábamos con el discurso de investidura y el viernes todo saltó por los aires a las siete de la tarde”, dice uno de los fontaneros fieles de Moncloa.

Quizás fuera que don Felipe le avanzara a Rajoy su decisión de hacerle la oferta a Pedro Sánchez. No era eso precisamente lo que pretendía el presidente, que demandaba más tiempo para que los barones socialistas hicieran entrar en razón a su secretario general en el comité federal previsto para unos días después, y facilitara la investidura del candidato más votado.

Las miradas buscan ahora a Palacio. Piden un gesto, un movimiento, un paso que colabore en salir adelante de este atolladero

Cruce de versiones, interpretaciones desparejas para escribir uno de los episodios más cruciales y aún confusos de cuantos le ha tocado vivir al monarca en estos dos años de su reinado. Moncloa subrayó su escasa voluntad de echarle una mano a Rajoy, de contemporizar con las pretensiones del líder conservador. Los hombres de Zarzuela niegan rotundamente la mayor. Don Felipe ‘no borbonea’, se ciñe estrictamente a la disposición constitucional, es la conclusión de aquel encuentro en Zarzuela con el que arrancaron las interminables y fatigosas rondas de negociaciones en busca de una salida. El tiempo, luego, le dio la razón al presentimiento de Rajoy. El secretario socialista se presentó a la investidura, fracasó y desde entonces no ha dejado de caer en los sondeos.

La confianza entre el PP y la Corona se han dejado unos cuantos pelos en aquella gatera. Don Felipe y Rajoy mantienen, desde entonces, una relación correcta. No todos en Palacio están encantados con el líder del PP ni todo el equipo de Moncloa siente un fervor reverencial por el Monarca. Respeto mutuo y amplia colaboración institucional. 

Las miradas buscan ahora a Palacio. Piden un gesto, un movimiento, un paso que colabore en salir adelante de este atolladero. Aconsejó Su Majestad a los líderes políticos que no fatigaran demasiado a los españoles. De momento, no lo están logrando. Rajoy señaló hace unas semanas que 'a finales de julio' habrá nuevo Gobierno. Apenas algunos de sus fieles secundarían esa apuesta. Y será sin necesidad de 'borboneo', añaden en tono jocoso.

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