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España

Pablo Iglesias evita hacer autocrítica y se ve ganador en unas nuevas elecciones

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en Moncloa.

"Si no gano las próximas elecciones generales, igual me voy". Así lo dijo el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en una entrevista en el programa Salvados, de La Sexta, en octubre de 2014. Sin embargo, el modo en que Iglesias está reaccionando a los resultados del 20 de diciembre, que han dejado a la formación morada como tercera fuerza política, revela que no se plantea dar ningún paso a un lado, sino más bien al contrario: volver a presentarse como candidato de Podemos a la Presidencia del Gobierno en unas nuevas elecciones.

Lejos de hacer autocrítica sobre los motivos por los que su organización no había logrado el objetivo para el que había nacido, Iglesias desliza estos días que un escenario de posibles comicios, en caso de que ni Mariano Rajoy ni Pedro Sánchez consigan formar gobierno, juega bastante a su favor. Tanto que está convencido de que Podemos tendría "muchas posibilidades de ganar" en otra cita con las urnas a corto plazo. Ya se postula entre líneas como aspirante de Podemos, por segunda vez, a La Moncloa.

A nivel interno, desde el pasado 20-D, Iglesias y sus colaboradores han sacado pecho de su escalada tras el fiasco de las elecciones catalanes del 27-S, pero no han profundizado en las razones por las que no asaltaron los cielos. Esta formación, que se situó como primera fuerza en intención de voto directo hace un año y movilizó a 100.000 personas en la Marcha del Cambio del 31-E, no ha cumplido con sus expectativas. Incluso en la campaña electoral, ya dentro de su remontada, los dirigentes de Podemos se pusieron como meta el peldaño más alto. "Vamos a ganar, estamos muy cerca. Vamos a llegar a La Moncloa con escobas y fregonas", dijo Iglesias el pasado 5 de diciembre en el mitin de Málaga.

La formación de Iglesias, primera fuerza en intención de voto hace un año, no ha cumplido con sus expectativas

Desde la corriente anticapitalista de Podemos venían planteando la necesidad de que Podemos celebrara una asamblea ciudadana -máximo órgano de decisión- tras los comicios del 20-D para redefinir su estrategia y apostar por un verdadero "empoderamiento de las clases populares", por "dar la vuelta al régimen desde abajo". También habían reclamado ese gran encuentro de toda la militancia para "desburocratizar" el partido y dar más voz a los círculos (agrupaciones de base). Sin embargo, todas estas reivindicaciones tendrán que seguir esperando, sobre todo con una dirección de Podemos, como la actual, que piensa llevar un mismo proyecto a una eventual repetición de las elecciones generales dentro de unos meses.

El debate sobre el futuro liderazgo de Podemos también emergió justo antes de las vacaciones de verano ("Iglesias necesita descansar", era la frase más repetida entonces por sus asesores). Y el pobre resultado en las elecciones catalanes del 27-S vino a alimentarlo. Pero el equipo de Iglesias se rehízo, apelando a la "remontada", y calmó las aguas, con un secretario general que recuperó solidez con sus intervenciones en los dos debates electorales televisados más vistos.

Con todo, en una entrevista con la cadena venezolana Telesur, Iglesias reconoció el pasado mayo que no visualizaba cuál sería su rol en un Parlamento con Podemos como fuerza de oposición. "Yo no sé si tendré un papel tan relevante en ese futuro" como hasta ahora, reveló entonces Iglesias. El líder de Podemos también ha repetido en varias ocasiones que su paso por la política es algo transitorio y que su deseo es regresar a la Universidad y volver a dar clases de ciencia política.

Igualmente, ha quedado silenciada otra cuestión de especial relevancia: el efecto adverso de la negativa a la confluencia con IU. De haberse materializado la alianza entre Podemos (con sus socios territoriales) y Unidad Popular, la suma de votos habría supuesto 85 escaños, apenas cinco por debajo de los 90 del PSOE. En cambio, por separado, el partido de Iglesias ha conseguido 42 actas más las 27 de En Comú, Compromís-És el moment y En Marea (69 en total). De los 27 parlamentarios que han aportado tales plataformas soberanistas, sólo siete pertenecen a Podemos. Por su parte, Unidad Popular no ha pasado de dos representantes.

El acuerdo del 6 de noviembre, la clave

Precisamente, el acuerdo que Podemos tiene firmado con En Comú imposibilita cualquier entendimiento con el PSOE. Los socialistas han consensuado que no negociarán con Pablo Iglesias la investidura de Pedro Sánchez hasta que la formación morada "renuncie" formalmente a la celebración de un referéndum independentista en Cataluña. Para ello, el líder de Podemos tendría que revisar la alianza sellada con la plataforma de Ada Colau el pasado 6 de noviembre. También Iglesias prometió durante la campaña electoral que estaba dispuesto a convocar esta consulta de autodeterminación sólo en Cataluña y "en un plazo no mayor de un año" si lograba ser presidente.

El citado documento del pacto entre Podemos y En Comú recoge el compromiso de los firmantes a luchar, entre otros objetivos, por la "defensa del derecho a decidir de Cataluña mediante la exigencia de un referéndum que sea vinculante y con todas las garantías democráticas para que todo el mundo pueda expresar libremente el voto sobre el futuro político del país". Este propósito figura en el primer lugar de la lista, que incluye además "acabar con las políticas represivas del PP impulsando la derogación de la 'ley mordaza' y la reforma del Código Penal", entre otras cuestiones.

Sin embargo, el líder de Podemos dejó entrever este lunes, tras reunirse con Mariano Rajoy en La Moncloa, que el asunto de la consulta soberanista ya no es prioritario para su formación, cuya primera medida a negociar es ahora un plan de emergencia social (bautizado como 'Ley 25'). La pelota está sobre el tejado del PSOE.

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