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España

Todos los ministros de Rajoy (menos dos) quieren seguir tras las generales

El desenvuelto bailongo de la vicepresidenta del Gobierno, la noche del martes en Antena 3, ha hecho emerger el oscuro debate sobre el futuro de los actuales miembros del Ejecutivo, una vez superada la cita de diciembre con las urnas. En caso de que el PP sea desalojado de La Moncloa, poco hay que hablar. Pero si Rajoy logra mantenerse en el Gobierno, ¿cuántos de sus actuales renovarían en el Ejecutivo?

Entre los miembros del gabinete se habla ya sobre el particular. Se miran recelosos, se reservan las confidencias y, en especial, se deslizan algunas puyas hirientes sobre los compañeros de sillón. Es una pugna larvada pero creciente. Algo le llega a Rajoy, que hace caso omiso de movimientos de codos y cábalas. El presidente va a lo suyo, a ganar las generales para seguir en el poder. El resto, es aleatorio.

El hueco que dejaría Margallo en Exteriores podría ser ocupado por Íñigo Méndez de Vigo

La aparición de Santamaría en un programa de entretenimiento, en el 'prime time' de la cadena en la que Rajoy había sido entrevistado unos días antes, ha despertado comentarios de todo tipo. En el equipo de la 'vice' están encantados. Cinco millones de espectadores en el minuto de oro de la cadena es todo un éxito. Más que Albert Rivera cuando acudió a ese mismo espacio, El Hormiguero. Algo nerviosa en la entrevista, raro en ella, bordó su comparecencia con el baile más difundido en las redes de los últimos tiempos. Un éxito. Junto a las alabanzas, alguna crítica, interna, por supuesto. ¿Hacía campaña para el PP o era campaña para la propia Santamaría?

Vicepresidencia en disputa

Las susceptibilidades en el equipo ministerial están a flor de piel. La mayoría de los ministros confían en repetir en sus cargos, o al menos en el Gobierno, en el caso de que Rajoy se salga con la suya. Sobre las aspiraciones de la vicepresidenta, ella misma señaló en esta entrevista que no ha pensado ni por asomo en ser presidenta. Quizás no todo el mundo la creyó. Hay otros ministros que pretenden también, llegado el caso, asumir una vicepresidencia. José Manuel García Margallo es quien más ostensiblemente se candidatea para el puesto de vicepresidente económico, esa figura que Rajoy no quiso incorporar en su gabinete. No está sólo en esas aspiraciones. Soria, titular de Industria, también acaricia esa idea y ese cargo. Guerra de Josémanueles. Ambos son amigos de Rajoy y despachan con el presidente con más frecuencia que otros ministros.

El hueco que dejaría Margallo en Exteriores podría ser ocupado por Íñigo Méndez de Vigo, que fue pescado a lazo en el último minuto para sustituir a Wert en Educación, y nadie tiene queja hasta ahora del desarrollo de su labor. Méndez de Vigo tiene planta de jefe de la diplomacia, habla idiomas, ha desarrollado su labor en Europa y es de lealtad absoluta hacia el presidente. Valor en alza.

No se quiere apear del cargo en un futuro ni siquiera Cristóbal Montoro, que en algún momento dejó entrever, en comparecencia parlamentaria, esa posibilidad. Montoro cree que el sacrificio de estos cuatro años, y el peso de la gestión económica que recayó sobre sus hombros, bien merece una recompensa. Su familia se lo permite, y hasta le anima.

Quizás el único que no pretende ostensiblemente continuar en el Ejecutivo sea Luis de Guindos. Tras su frustrado asalto a la presidencia del Eurogrupo, el titular de Economía se mueve para situarse en algún despacho de un organismo europeo. También Jorge Fernández Díaz ha hecho saber que se ve como presidente del Congreso de los Diputados. En su día dejó caer que le haría ilusión la embajada ante el Vaticano, dadas sus profundas creencias religiosas. Pero ahora quiere el puesto de Posada. Y si no es posible, ya que el titular de la Cámara Baja tampoco se quiere ir, no le importaría mantenerse en Interior.

Fernández Díaz ha hecho saber que se ve como presidente del Congreso de los Diputados

Alfonso Alonso y Fátima Báñez van ligados al devenir político de la vicepresidenta. El primero, no ha sucumbido en las terribles trampas de un ministerio tan enrevesado como el de Sanidad. Báñez sacó adelante la reforma laboral, algo que Rajoy valora y estima sin ambages ni disimulos. Ha sido una baza a la hora de revertir las tremendas cifras del desempleo.

Pedro Morenés, que no es militante del PP, no muestra excesivamente sus cartas y se desenvuelve con mayor prudencia que alguno de sus homólogos. Defensa no suele ser una cartera demasiado disputada.

Ana Pastor, estrechamente vinculada al presidente, tiene un fijo seguro en la quiniela. Pastor vive por y para la política. La titular de Fomento respaldaría la continuidad de Rafael Catalá, quien no ha demostrado demasiada soltura a la hora de dirigir un negociado tan complicado como el de Justicia. Sus patinazos ante los medios resultan ya un clásico. García Tejerina, tampoco se manifiesta. Prudente y discreta, desarrolla una eficaz labor callada.

Casi todos quieren seguir, menos dos, que han hablado de opciones alternativas. Un divertido juego de la lechera a dos meses vista de unas elecciones en las que el cántaro del PP puede rodar por los suelos. Rajoy, desde luego, no le dedica a este asunto ni medio minuto. El Consejo de Ministros, a estas alturas, a veces tiene un algo de corro de la patata infantil.

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