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España

El congreso del PP abrirá en septiembre el relevo interminable de Rajoy

Mariano Rajoy.

Javier Maroto, 44 años, va por libre. Es el más arriesgado de los ‘cachorros’ que desembarcaron en la cúpula del PP el verano pasado. Fustiga sin piedad a los corruptos que pasaron y sobreviven aún en sus filas, arremete con la tibieza que se dispensa a Rita Barberá, quiere ver en el ‘trullo’ a Francisco Granados, antes incluso de que haya sido juzgado y, según algunos de sus colegas, aspira a algo más que ejercer de mero lugarteniente. Seguidor fervoroso de Eurovisión, fue el primero en lanzarse a las redes en defensa de la ikurriña, cuando este viernes la metieron en el mismo saco que a la enseña del terrorismo islamista. También fue el primero en aguarle la fiesta a su presidente.

Un cierto clima de euforia se respiraba en la Moncloa tras conocerse, al arrancar la semana, que Pedro Sánchez tiraba la toalla y renunciaba a un nuevo intento de investidura. Temían algunos en el PP un pacto de última hora, esos ‘minutos yugoslavos’ que dan la vuelta a un partido en el aliento final, con el cronómetro en el límite y acelerando. No fue así y en el entorno presidencial se escuchó un suspiro de alivio. Alguien bebió champán.

Hablar a destiempo

Esa leve satisfacción fue breve. El exalcalde de Vitoria, ‘empeñado en aparecer como el más progre de la clase’, según comentan algunos correligionarios, no despistó un minuto en reclamar, en la cadena Ser, la celebración de un Congreso Nacional del PP con primarias, listas abiertas y democracia interna. Un criterio que comparten otros compañeros de partido, como Esperanza Aguirre o Cristina Cifuentes. Pero quizás no era el momento de reivindicarlo. O no de hacerlo en forma tan ferviente. “Otra vez ha hablado de más y a destiempo”, se escuchó en las filas populares.

Mariano Rajoy, presente este miércoles en el Hemiciclo para asistir al último acto de la Legislatura más breve y más fallida de la Historia, reaccionó desde los pasillos en cuanto recibió noticia de la parrafada de Maroto: “Es un debate para el futuro”. Y punto en boca.

Poco le agradan los congresos, quizás desde el celebrado en Valencia en 2008, cuando las huestes del aznarismo, aún potente, pretendieron moverle la silla. Ya aposentado en la Moncloa, Rajoy presidió, apoteósico y vibrante, el de Sevilla, en febrero de 2012, el último que ha tenido lugar. Correspondía una nueva edición a principios del pasado año. Aún se está a la espera. Primero fueron las autonómicas, luego, las catalanas, seguidas de las generales, el bloqueo institucional, la elección de Gobierno. Hasta hoy.

Año y medio de retraso

Año y medio después de la fecha que señalan los estatutos, como recuerda con fruición la Red Floridablanca, grupo de jóvenes, liberales, brillante y del PP, el Congreso sigue siendo una entelequia. La última coartada son las elecciones. Toca centrarse ahora en la cita de junio. Luego, en la formación de Gobierno. O no.

“Es absurdo celebrar un Congreso Nacional sin saber dónde estaremos en dos meses. Si nos han echado del poder, todo estallará por los aires y resultará imposible encontrar los trocitos. Si nos mantenemos en la Moncloa, el Congreso se celebrará de inmediato”, comenta un alta fuente del partido. Rajoy ha encargado a Dolores Cospedal y Fernando Maíllo, secretaria general y vicesecretario de Organización, respectivamente, que tengan a punto los preparativos para finales de septiembre.

No será el 'congreso abierto' que reclamó José María Aznar tras el batacazo de las generales. Será un congreso tradicional, ceñido a los actuales estatutos, sin improvisaciones ni sobresaltos. Mariano Rajoy quiere dirigir el proceso de su propio relevo, quiere dejarlo todo atado y bien atado. Será en ese cónclave cuando se modifiquen las normas internas, los nuevos estatutos que regirán al PP del futuro. De este modo, la militancia no podrá designar a su candidato a la presidencia del Gobierno hasta las próximas generales. Sí podrán hacerlo antes para elegir candidato a unas autonómicas o municipales puesto que el calendario oficial las señala para un año antes. Aunque a la vista de los últimos episodios, ya casi todo es posible.

El posmarianismo según Mariano

En el reloj de Rajoy, todo lleva su tiempo. Es decir, el posmarianismo dirigido por Mariano. Es posible, incluso, que el actual líder designe personalmente a su sucesor al frente del PP, e introduzca una bicefalia hasta ahora jamás intentada. Un presidente en la Moncloa y otro en la calle Génova. Alberto Núñez Feijóo, si le van mal las cosas en los comicios gallegospodría ser el elegido.

Todo el cargamento renovador que quedó colgado de la brocha por decisión personalísima de Rajoy. “Fue una renovatius interruptus”

Será llegado el momento de incorporar todas aquellas iniciativas que se aprobaron en la Convención Política celebrada el pasado mes de julio. Primarias para todo, reforma del artículo 31 que cierra la elección de altos cargos por parte de las bases, elección directa por la militancia de los candidatos a presidente, a las autonomías, a las alcaldías. Mayor democracia interna, ‘una persona un cargo”, limitación de mandato a los ocho años... Todo el cargamento renovador que quedó colgado de la brocha por decisión personalísima de Rajoy. “Fue una renovatius interruptus”, comentaban por entonces en el partido. Acababan de aterrizar los jóvenes dirigentes en Génova, sin tiempo apenas de presentarse en sociedad, para impulsar la bandera de la regeneración y el cambio. Venían con ganas de ‘purga’ y limpieza. Hasta Moreno Bonilla, presidente del PP andaluz, habló en su mensaje de la celebración de ‘congresos asamblearios’.

Fue una convención estimulante que culminó en la frustración. Aún no había llegado el momento de la transformación. Las primarias no forman parte de 'la cultura' del PP. Rajoy menciona siempre el caso del PSOE. "Las primarias las carga el diablo". En septiembre, si no hay cambio de color en el Gobierno, el PP procederá a dar el primer paso hacia el futuro. Con Rajoy al frente del autobús. Una transición controlada.

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