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España

Rajoy pretende borrar la sonrisa de Sánchez en su discurso de investidura

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, junto al presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy.

Mariano Rajoy prepara con su equipo el discurso para el debate de investidura cuya fecha aún no está fijada. Nunca dudó el presidente en funciones en presentar su candidatura ante el Rey para ser designado de nuevo presidente del Gobierno, pese a los rumores de que iba a dar un paso al costado, aventados incluso desde sus propias filas. Habrá sorpresas, comentan en el entorno de Moncloa. Será un discurso con ofertas interesantes, tanto de iniciativas como de reformas. Un mensaje templado, sensato, dialogante, moderno, europeo, para dejar en evidencia al 'consorcio radical' con el que se va a presentar Sánchez ante la Cámara.

Dejará descolocado a más de uno, en especial al líder del PSOE, empeñado en vestir de 'cambio y progreso' lo que no es más que la rendición a los grupos radicales y separatistas de la Cámara. "El dirigente socialista va a quedar retratado, resulta invendible su coalición de extrema izquierda e independentistas furibundos", apuntan. Buscará Rajoy tocar la fibra más sensible de los socialistas que no comprenden la jugada de su actual secretario general, algo en lo que llevan empeñados los actuales dirigentes del PP con relativo acierto.

"El dirigente socialista va a quedar retratado, resulta invendible su coalición de extrema izquierda e independentistas furibundos", apuntan desde el PP

Será ésta la única y última oportunidad para Rajoy, aseguran en Moncloa, "y no va a desaprovecharla". No servirá para sacar su candidatura adelante pero "le borrará la sonrisa a Sánchez", mencionan estas fuentes, que todavía no entienden cómo es posible que el secretario general del PSOE no haya tenido a bien conversar siquiera dos minutos con el presidente. "En su visita a Moncloa, tras las elecciones, no dio opción a hablar. Llegó, soltó su rollo y se fue. Nunca se ha visto cosa igual", aseguran.

Rajoy tiene "un plan B" para salir del bloqueo institucional, comentó este jueves el ministro de Interior en comparecencia televisiva. Fernández Díaz no entró en más detalles, pero sus palabras se tomaron en serio. Es uno de los ministros más próximos a Rajoy. Nadie sabe muy bien de lo que hablaba, en especial porque, por ejemplo, en Ciudadanos, único socio posible del PP en un futuro, declaran que no se ha negociado nada, ni nadie, con ellos. "Es que ahora no toca ahora negociar. Rajoy dirá lo que tiene que decir en la Cámara y luego se pondrá a la faena", dicen sus colaboradores.

Audiencia Real sin sorpresas

No habrá sorpresas en la audiencia de Zarzuela de este viernes. Rajoy presentará su opción para ser investido presidente, dada su condición de líder de la fuerza más votada. Nunca lo ha dudado ni ha incurrido en cábalas sicalípticas como quitarse de en medio para que el líder del PSOE se veas obligado a ser el primero en intentarlo. "Pase usted primero que a mí me da la risa". No es el estilo de Rajoy, dicen en su equipo. Nadie entendería, además, que le planteara al Rey su renuncia a intentarlo a la espera de acontecimientos y para evitarse la imagen de la derrota sin paliativos. "No cabe esa estrategia, Rajoy se comprometió ante sus electores y va a hacerlo", insisten. Otra cosa es lo que decida el Monarca. La pelota quedará en el tejado del Jefe del Estado una vez que haya concluido esta semana de audiencias.

El propio interesado lo reconocía en la tan mentada broma radiofónica: "Habrá que ver qué pasa con la investidura", le decía a los humoristas de la emisora catalana que se coló telefónicamente hasta el centro mismo de la Moncloa. "Está el Rey con las consultas y, claro, según como quede este asunto, porque claro, yo no sé cómo va a quedar este asunto", reconocía el presidente en funciones al chistoso locutor. Nadie sabe nada, salvo el Jefe del Estado, que, en un proceso hasta ahora inédito, deberá transmitirle al titular del Congreso el nombre de quién, a su criterio, deberá intentar ser investido. Cabe pensar que ninguno de los aspirantes cuente aún con una mayoría firme para resultar bendecido por la Cámara por lo que habrá que intentarlo nuevamente.

Antes había prisas, pero el equipo de Rajoy tiene la esperanza de que el calendario se acomode a sus intereses

El cónclave de Ferraz

En Moncloa se confía en que la fecha de la investidura quede fijada para la primera semana de febrero como muy pronto. Antes había prisas, pero el equipo de Rajoy tiene la esperanza de que el calendario se acomode a sus intereses. Necesitan que el debate se celebre una vez celebrado el Comité Federal del PSOE, el día 30 de este mes, en el que los barones del PSOE le ajustarán las cinchas a Pedro Sánchez, de acuerdo con los trascendidos que emanan de Sevilla. Susana Díaz así lo desliza en sus encuentros privados con periodistas. Un acuerdo con Podemos no es de fácil digestión para buena parte de la militancia socialista. El referéndum de autodeterminación produce demasiada urticaria entre los veteranos del PSOE y un amplio espectro de sus votantes. Tampoco agrada la imagen de que haya de pactar con ERC, y PNV para alcanzar la meta de la Moncloa. Se da por descontado que habrá ruido y quizás tensiones este sábado 30 en la sede de Ferraz. Algo que encaja a la perfección con las previsiones de Moncloa.

Rajoy es consciente de que esa doble sesión de investidura se convertirá para él en un calvario. Todos contra él. Bombardeo inclemente. De ahí la importancia de comparecer con un discurso bien armado, con una oferta seria y sorprendente. Algo casi incompatible con el propio candidato ya que Rajoy es el campeón de lo previsible. Las circunstancias son diferentes, únicas y sin precedentes. No ha escuchado las voces melifluas de quienes le han aconsejado desde sus propias filas que renuncie a esa sesión a la espera de que el líder socialista sucumba en su empeño. Nadie lo entendería. Sería prácticamente el gesto previo a la renuncia. Y el presidente en funciones no piensa en tirar la toalla, insisten los suyos. Y aún confía en que las elecciones generales se conviertan en la vía de salida a una situación, ahora mismo, tenebrosa y endiablada.

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