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España

Rajoy da por noqueado a Sánchez y se trabaja a Susana

Pedro Sánchez, junto al presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy.

Rajoy saca pecho tras el doble revolcón parlamentario de Pedro Sánchez. Decidido a recuperar el protagonismo perdido, el presidente en funciones acelera su actividad y la de su formación. El objetivo es evitar la repetición de elecciones, que nadie quiere. En especial, PP y PSOE, los principales damnificados, de acuerdo con los sondeos internos que manejan en los cuarteles generales respectivos. Sin el PSOE no hay nada que hacer, dicen en Moncloa. Y se han puesto a ello. Susana Díaz puede tener la clave. Desde el primer día dijo que, analizados los resultados de las generales, el PSOE debía pasar a la oposición. Sigue pensando lo mismo, aunque lo disimula. No descartaría, según fuentes de Génova, algún acuerdo con el PP para alejar el fantasma de las generales, que a nadie convienen. Y de que el PSOE se eche en brazos de Podemos, lo que Sánchez no descarta. Año y medio de prórroga de Rajoy en Moncloa, un Gobierno débil y casi coyuntural, con el PSOE liderando la oposición. Le arrebataría protagonismos y argumentos a Pablo Iglesias, ahora en alza.

La posibilidad de presentarse a una nueva sesión de investidura está descartada. La imagen de Sánchez, según los populares, ha quedado dañada. "Este patinazo evidencia que Rajoy tenía razón al no apostar a un envite perdido de antemano", comentan en fuentes del partido. Algo que no todos suscriben. En el PP consideran que la investidura puede haberle dado alas a Rivera de cara a los posibles comicios. "Pero faltan cuatro meses, y eso ha sido flor de un día", aseguran.

"No suman, no suman", repite Rajoy con insistencia a sus colaboradores más estrechos. "Hacedme caso, que llevo mucho tiempo en esto", les confiaba. La teoría del presidente en funciones es bien sabida. De cabeza a las elecciones. Y allí ya se verá. Pero hay que transmitir la imagen de que se trabaja para evitarlas. La opinión pública detesta este 'impasse' y la pasará factura a los partidos veteranos. Sánchez ha logrado transmitir la sensación de que lo ha intentado, como él mismo dijo. Rajoy ha tomado buena nota y pretende transmitir mejor la sensación de que se va a empeñar en que el problema se solucione.

La teoría del presidente en funciones es bien sabida. De cabeza a las elecciones. Y allí ya se verá. Pero hay que transmitir la imagen de que se trabaja para evitarlas

El PP cierra filas con su líder, que ha recuperado el tono. Los ataques de Ciudadanos han provocado un singular cierra de filas en torno al jefe del PP. Dolores Cospedal ha dirigido la orquesta, se ha puesto al frente de la operación. En Génova son conscientes de que Ciudadanos busca descabezar el PP como paso previo, e imprescindible, para lograr la desintegración del partido Una especie de  operación UCD, que Rivera conoce al dedillo. Y algo muy similar a lo que está ejecutando Podemos con el PSOE, donde aparecen fracturas y tensiones por doquier. De ahí que, aunque Rajoy no despierte en sus filas las adhesiones inquebrantables de tiempo atrás, es imprescindible mantenerlo en la cúspide hasta las elecciones. "El relevo lo haremos nosotros, no nos lo harán los del equipo naranja", decía una fuente cercana a la secretaria general. 

Evitar las nuevas elecciones es cosa de dos. Del PP y del PSOE. La gran coalición, otra vez en danza. Lo tienen muy claro en Moncloa. Este viernes, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, que no mostró particular empeño en defender el liderazgo de Rajoy, lo expresó sin ambages: "La suma PSOE y Ciudadanos no da". El acuerdo de socialistas y Podemos parece ahora inalcanzable. La única solución factible, de acuerdo con la lógica y el sentido común, es que los dos grandes aparquen sus problemas y busquen la vía para dinamitar el bloqueo actual. El PP sabe que Pedro Sánchez es un obstáculo severo. Aunque, después del doble fiasco de la investidura, su imagen ha resultado perjudicada. No por el resultado, tan previsto, sino por la sensación de inconsistencia que transmitió. El peor ponente de una sesión de investidura que se recuerde. No supo defender a su partido de los golpes bajos, y crueles, que le dedicó Podemos. 

La sultana y sus apoyos

Moncloa buscará con intensidad un acuerdo con el PSOE. Desde el escepticismo, lo va a intentar a fondo. Dijo la vicepresidenta que "nuestra capacidad para formar gobierno pasa por los socialistas y es a éstos a quienes apelamos". El propio Sánchez insistió en los debates de esta semana en que "la izquierda no suma", en su empeño por armar una mayoría trasversal y, aparentemente, imposible. Si la izquierda no suma, hay que sumar por el otro lado, apuntan desde el equipo de Rajoy. 

Hay movimientos en esa línea. Estrategias que buscan sortear la figura del actual secretario general del PSOE, un obstáculo pétreo, y se dirigen hacia el sur. Susana Díaz mantiene una actitud prudente, a la espera. Aplaudió con tibieza la intervención parlamentaria de su jefe de filas. Poco más. Abomina de la idea de un acuerdo con Podemos y ya han cortocircuitado cualquier aproximación a los independentistas. El PP le dispensa un trato muy especial. Moreno Bonilla, el hombre de los populares en su región, la incomoda lo justo. La presidenta andaluza está esquivando, sin demasiados jirones en la ropa, una comisión parlamentaria sobre los casos de corrupción. La sultana andaluza tiene amigos en Moncloa, en el Ibex, y contactos muy fluidos con los medios de comunicación nacionales. Los barones de su partido la respetan, aunque desde Ferraz hacen ahora circular la versión de que al menos tres líderes regionales se han pasado de bando. Se han apuntado a las filas de Pedro tras la investidura. Se verá en mayo, cuando el PSOE ha de certificar el nombre de su líder y debatirá sobre su futuro en un Congreso federal.

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