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España

La resurreción de Rajoy: el PP convierte a Cataluña en su gran baza electoral

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy

El chantaje independentista ha cambiado la faz de este periodo de la precampaña electoral. Mariano Rajoy acertó de pleno al tomar la decisión de acoger en Moncloa a los dirigentes de las principales fuerzas políticas nacionales, incluidas Ciudadanos y Podemos que carecen de representación parlamentaria. La firmeza en la respuesta institucional del presidente ha fortalecido la imagen del candidato. Respuesta de Estado a los secesionistas en tiempos electorales. Artur Mas parece haber actuado como el mejor estratega electoral del PP, según comentan en algún despacho de Génova.

Rajoy ahora aparece como el gran timonel de la respuesta del Estado al acelerón independentista

Hace apenas un mes se insistía desde la dirección del PP en que el asunto catalán debería permanecer al margen de la campaña de las generales. Así lo comentaban algunos consejeros de Moncloa a periodistas catalanes, que lo trasladaban en sus crónicas como si fuera una verdad inamovible. Así también se transmitía a los dirigentes regionales. Cataluña no era buen argumento para los populares. García Albiol había logrado mantenerse por encima de los diez escaños en los comicios autonómicos pero su partido perdió ocho diputados. El asunto catalán, se decía entonces, sólo favorece a Ciudadanos, que logró 25 escaños y dejó al PP en la cuneta.

Las cosas han cambiado radicalmente. Rajoy aparece como el gran timonel de la respuesta del Estado al acelerón independentista. Sus imágenes junto a Iglesias y Rivera han producido un efecto enormemente positivo, de acuerdo con las fuentes consultadas. El desfile de visitantes va a seguir toda la semana. Dirigentes de formaciones políticas alternarán con presidentes autonómicos. Una liturgia inusual, que está funcionando con enorme eficacia.

Un mensaje nuevo y claro

La letanía de la recuperación empieza a quedar en segundo término en los mítines e intervenciones de dirigentes del PP. A la espera de conocer el nombre de los cabezas de lista, asunto tratado este lunes en la primera reunión del comité de campaña, con Jorge Moragas al frente, se sabe al menos el guión de los mensajes. Cataluña se ha convertido en el asunto estrella, sin descuidar, naturalmente, los diferentes aspectos económicos que eran hasta ahora el único arma electoral del presidente.

Rajoy va a aparecer como hasta ahora, investido de la solemnidad institucional de quien se sabe responsable último de la repuesta del Estado a los disparates promovidos desde los impulsores del secesionismo. Respiran con cierto alivio en Génova. El verso de la recuperación no produjo efectos notables en las elecciones autonómicas en las que el PP perdió 2,5 millones de votos. El órdago de Artur Mas y su consorcio independentista llega directamente al sentimiento de buena parte del electorado. Repican, alocadamente, los retos de Carme Forcadell, presidenta del Parlament, casi al tiempo que se escucha el ruido del movimiento de fondos millonarios del clan Pujol. Se publican cifras de escándalo, se describen los turbios negocios de la familia del gran patriarca y, en suma, se ofrece la verdadera imagen del estercolero familiar, político y social de quien fundó el movimiento nacionalista que ha gobernado Cataluña estos últimos 25 años. Al mismo tiempo, trasciende que la Generalitat no tiene fondos para pagar las farmacias en tanto que la conselleria de Hacienda, según sale a la luz de forma muy oportuna, le reclama a Montoro casi 3.000 millones de euros para seguir financiando a la sociedad catalana. Todo coincide. La tormenta perfecta del nacionalismo, a punto de hacer implosión.

Malos tiempos para el candidato del PSOE

"Al fin, las cosas, se están haciendo bien", comentaba un miembro del Gobierno, que respira con cierto alivio ante el nuevo decorado. "Ahora es Pedro Sánchez quien pierde, no puede abrir la boca en el asunto catalán, su partido no sabe qué España quiere", insiste.

El equipo de Moragas afila los lápices y da instrucciones. Dureza absoluta con los separatistas, ni un amago de debilidad. Se acabaron las contemplaciones y las bromas. El propio ministro García-Margallo se ha olvidado ya de sus mensajes de amor hacia Oriol Junqueras (antológico debate televisivo) y ha desenfundado un verbo de acero: "Las sublevaciones, se sofocan". En la misma línea se pronunció el siempre ortodoxo ministro de Educación, Méndez de Vigo, quien hablaba de "fanáticos vocacionales". Desde el partido, las mismas ideas. Diversos dirigentes del partido insisten ya en la misma línea. Desde Dolores Cospedal a Pablo Casado, pasando por Andrea Levy, gran conocedora del percal catalán y de muy afilada prosa cuando ataca al nacionalismo.

Hasta el ministro de Exteriores, García-Margallo, se ha olvidado de sus mensajes de amor a Oriol Junqueras y ha desenfundado un verbo de acero

El PP empieza a recobrar el tono que le niegan algunas encuestas. En tan sólo siete días, desde que Artur Mas y la CUP decidieron presentar una proclama independentista en el Parlament, al grito de "Visca la república catalana", los sucesos se han acelerado. Rajoy se mostraba más bien escéptico ante la posibilidad de recibir a los líderes políticos. Pedro Sánchez reclama ahora la paternidad de la idea. Lo cierto es que Moragas tuvo algo que ver en ese desfile de los políticos por los sofás hueso de presidencia que, en ocasiones, parecía el "baile de los debutantes", según malévola expresión de un veterano de Moncloa. Rajoy ofrecía buen aspecto, sereno y fiable, junto a dos 'niñatos', según la expresión de un divertido asesor, que acudían a salir en la foto y en las teles. En Moncloa comentan que el nivel de Pablo Iglesias y Alberto Garzón ha rozado lo patético. Rivera se sabía bien la lección y Pedro Sánchez se mostró más inquieto de lo deseable. La operación 'líderes en el sofá', está resultando todo un acierto. Hasta Revilla, el de las anchoas, de nuevo presidente de Cantabria (de soltera, Santander) ha tenido su huequecito a la luz de los focos. Todos felices.

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