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España

La resurrección de KIO y otros fantasmas del pasado

El Rey entre el jeque Al Sabah (izquierda) y Jaffar (derecha)

El 2 de agosto de 1990 Sadam Husein invadió Kuwait, dando pie a la intervención militar norteamericana y británica para expulsar del emirato a los invasores y volver a instalar a la familia Al Sabah en el trono. Solo al final de la guerra se supo que, además de los pozos de petróleo, habían ardido algo así como 55.000 millones de pesetas que la Kuwait Investment Office (KIO) mantenía en las cuentas de su filial española, el Grupo Torras. Buena parte de aquella cantidad se utilizó para el pago de favores políticos realizados en pro de la liberación del emirato, en concreto para permitir que los aviones de la USAF pudieran utilizar las bases españolas para repostar en su viaje al Medio Oriente. Al menos esa es la excusa que algunos golfos hispanos de alto copete pusieron para sacar los dineros a KIO.

La nueva rama de los Al Sabah que tras la retirada iraquí y con la ayuda de la CIA se hizo con el poder, pronto se dio cuenta del timo y procedió a querellarse en Londres y Madrid contra el presidente de KIO, Fahad Mohamed Al Sabah, miembro de la familia reinante; contra su primer ejecutivo, Fouad Khaled Jaffar, y contra su representante en España, Javier de la Rosa, presidente de Torras, el hombre que manejaba la manguera de los petrodólares kuwaitíes como cabeza visible del entonces primer inversor extranjero en España, con participación en el capital de casi todos los grandes bancos y con el control del primer grupo industrial del país. Por aquel entonces, De la Rosa convertía en oro lo que tocaba, haciendo rica a toda una cohorte de banqueros, abogados, asesores, políticos y otras especies que día y noche llamaban a su puerta pidiendo ser recibidos. El catalán hacía favores, franqueaba puertas y hasta pagaba vacaciones. En plena sede judicial, Rodrigo Echenique, ex consejero delegado del Santander, se vio obligado a reconocer haber sido invitado en 1989, con 14 miembros de su familia, a un crucero de Semana Santa por el Caribe en un yate de lujo.

-¿No es cierto que la factura la pagó Quail España?-, preguntó el martes 7 de marzo de 2006 el propio De la Rosa, en funciones de abogado defensor, al banquero.

-También me regaló usted unos gemelos; hoy no los llevo puestos…

El hombre que acudía a tomar el té con la Familia Real en la Zarzuela, que, entre otros obsequios, regaló al rey Juan Carlos un Ferrari, y se codeó con la oligarquía empresarial y financiera española (“tanto yo como mi padre tuvimos una relación fluida con De la Rosa, que duró largo tiempo”, declaró Emilio Botín ante el magistrado Javier Gómez Bermúdez), se convirtió tras el estallido del caso KIO en un apestado para quienes antes perseguían con ahínco sus favores. Con la asistencia letrada de su propia hija, Gabriela, la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo le condenó el 21 de septiembre de 2007 a 6 años de prisión por el desvío de fondos de Torras, a través de las operaciones denominadas Pincinco y Quail. Era su tercera sentencia condenatoria desde que en 1993 comenzara la batalla judicial por el caso, puesto que ya había sido condenado antes por las operaciones Wardbase e Icsa-Impacsa.

En el proceloso laberinto en el que durante años se convirtió el escándalo KIO, nada se supo en España de los dos gerifaltes kuwaitíes que ordenaban el trasiego de fondos que De la Rosa ejecutaba desde el grupo Torras. 

En el proceloso laberinto en el que durante años se convirtió el escándalo KIO, nada se supo en España de los dos gerifaltes kuwaitíes que, desde sus gozosas mansiones londinenses, ordenaban el trasiego de fondos que De la Rosa ejecutaba desde el grupo Torras. Ello a pesar de las protestas de los abogados del catalán, que siempre argumentaron que no era posible juzgar a su defendido sin sentar al tiempo en el banquillo a sus jefes. Del jeque Fahad Al Sabah sabemos que vive un retiro dorado en las islas Bahamas; del primer ejecutivo, Fouad Jaffar, supimos esta semana que el Reino Unido se disponía a entregarlo a España, dando curso a la petición de extradición solicitada por el Consejo de Ministros el 15 de septiembre de 2000. ¿Por qué ha decidido Londres satisfacer esa demanda casi 13 años después de formulada? Jaffar será puesto a disposición del Juzgado Central número 3 de la Audiencia Nacional, cuyo titular, Javier Gómez Bermúdez, debería abstenerse al haber formado parte de otros tribunales que juzgaron piezas sueltas del caso, de modo que será otro magistrado quien le tome declaración y decida su situación procesal.

Las costuras morales del Régimen, al descubierto

La extradición de Jaffar es un éxito, dicen, de Baker & Mckenzie, en Londres, y de Valeriano Hernández Abogados, en Madrid, los bufetes que siguen llevando los asuntos de KIO en ambas capitales. Y un sobresalto repentino, un escalofrío, para la Zarzuela y su primer morador. Y es que, entre el elenco de personajes de la vida política y económica (Piqué, Acebes, Alierta, Guasch, Hermosilla, Echenique, Inciarte, Botín, Sarasola) que desfilaron por la Audiencia Nacional en este caso –y algunos que, sin hacerlo, tuvieron que ver con el affaire, caso de Felipe González o Rodrigo Rato, por no hablar de los responsables del Cesid (antiguo CNI) Calderón y Manglano, o de jueces tan sectarios como el ínclito Bacigalupo-, ninguno tan interesante como Manuel Prado y Colón de Carvajal, íntimo amigo, intendente y valido, en la acepción histórica del término, de S.M. el Rey. Un personaje clave en este escándalo en tanto en cuanto, en la orgía del dinero gastado por KIO en pagos políticos, con mordidas de todos los colores (400 millones de pesetas supuestamente pagados al PP a través de Rato; cerca de 120 millones a CiU a través Jaume Camps; 500 al Ayuntamiento de Madrid por la recalificación de los terrenos de Plaza de Castilla), el propio Prado reconoció en sede judicial haber recibido la bonita suma de 100 millones de dólares.

Manolo Prado se negó a contestar las 40 preguntas que formulaba De la Rosa, incorporadas a un sumario sobrecogedor de nuestra historia reciente que explica por qué hemos llegado hasta aquí

El 15 de marzo de 2006, en su comparecencia ante el juez Gómez Bermúdez, Manolo Prado –que finalmente recibiría una condena simbólica, gracias a los buenos oficios de Bacigalupo- se negó a contestar al letrado De la Rosa, pero no tuvo más remedio que escuchar impávido la lectura de 40 preguntas que, con voz pausada, le formuló el catalán y que han quedado incorporadas al sumario. Un documento sobrecogedor de nuestra historia reciente, que explica por qué hemos llegado hasta aquí. He aquí las más interesantes:

8. Diga si es cierto que en el año 1988 y siguientes usted realizó múltiples gestiones institucionales, al mayor nivel, en interés de KIO y del Estado Kuwaití, como resultado de las cuales se produjeron entrevistas entre el jefe del Estado español y mandatarios kuwaitíes.

10. Si en el marco de dichas relaciones, en enero de 1992 acompañó al ex ministro de Finanzas kuwaití, Alí Califa Al-Sabah, y a Javier de la Rosa para celebrar una entrevista con S.M. el Rey de España. ¿De qué trató esa reunión?

15. Si durante la invasión de Kuwait por Irak colaboró, intervino y medió para que se pudieran llevar a cabo los aterrizajes encubiertos en bases americanas en España y pudieran repostar en tierra y en aire sobre suelo español.

19. Si es cierto que asistió a una cena junto a De la Rosa, Enrique Sarasola y los embajadores en España de Kuwait, de los EAU y de Arabia Saudí, y el ex ministro de Finanzas de Kuwait, Jassen Al-Kharafi, en el marco de la visita que dicha delegación realizó a España en demanda de auxilio para su país durante la invasión.

20. Si por los servicios prestados a KIO realizó una petición a dicha entidad de 100 millones de dólares, demanda que los mandatarios de KIO consideraron, en principio, excesiva.

22. Si por indicaciones suyas le consta que el Jefe del Estado llamó a De la Rosa y le convocó en Londres a una cena en el Hotel Claridge's, coincidiendo con la asistencia del Rey al día siguiente a la inauguración del curso de la academia militar de Sandhurst. Si le consta lo que en esa cena se habló con referencia a su pretensión de cobro.

24. Si esa misma noche no llamó usted a De la Rosa en su domicilio de Londres, para saber cómo había transcurrido la reunión, sabiendo que tras la misma habían hablado el presidente de KIO y el Jefe del Estado.

25. Si, por lo tanto, es cierto que el pago de los 100 millones de dólares (en dos entregas de 80 y 20) siempre se vinculó a KIO, y si no es menos cierto que usted mantuvo una serie de reuniones con altos mandos del CESID con relación a los 100 millones de dólares percibidos, y explique el contenido de dichas reuniones.

Unas preguntas que podría responder ahora Jaffar poniendo en serias dificultades al Jefe del Estado, porque parece que 45 de aquellos 100 millones se los embolsó Manolo Prado

Los 50 millones ingresados en Coutts

Unas preguntas que han quedado en el limbo, como tantas cosas en esta peripatética España descreída y hastiada, y que sin duda podría responder de un tirón el señor Jaffar, poniendo en serias dificultades al Jefe del Estado, porque parece que 45 de aquellos 100 se los embolsó Prado, que resolvió con ellos su primer divorcio; 5 fueron a parar, vaya usted a saber por qué, a los bolsillos de S. Coburgo y C. Calabria, mientras los restantes 50 fueron ingresados en Coutts, “a private bank and a wealth manager with three centuries of experience”, que pasa por ser el banco de la reina Isabel II. Jaffar, que al parecer ha perdido su fortuna tras tener que hacer frente a la responsabilidad civil de su condena en el Reino Unido, podría contar también cómo fue él quien, en la sede de KIO en Londres y en histórica sesión (ante siete testigos, entre ellos Alberto Cortina, Alberto Alcocer, Álvaro Álvarez, Sarasola y Richard Robinson), fijó el precio de los terrenos de la plaza de Castilla donde hoy se alzan las torres de KIO, origen de la estafa que los Albertos, cuya fortuna sigue intacta, cometieron después con sus socios de Urbanor y por la que fueron condenados en firme por el Tribunal Supremo, aunque S.M. les salvó después el culo en el Constitucional.  

Aquellas preguntas que en sede judicial fueron escuchadas por jueces y fiscales con la mirada perdida en el vacío al grito de trágame tierra, podrían ser respondidas hoy con pelos y señales por un Jaffar que lo sabe todo, porque todo lo vivió en primera persona y casi todo lo mandó. Puesto a largar, el kuwaití podría acabar con el jarrón del Sistema hecho trizas sobre el viejo suelo patrio. Su llegada a Madrid supondrá, en todo caso, el revival de aquella hoguera de las vanidades que inflamó el tejido empresarial, político y social español a finales de los 80 y primeros de los 90, y sentó las bases de la gran corrupción que ahora nos ahoga. Su presencia ante nuestros jueces debería ser, en suma, un recordatorio inclemente, inmisericorde, capaz de alertar a los españoles demócratas, como se ha dicho aquí tantas veces, de la necesidad de un saneamiento integral de nuestra democracia, condición sine qua non para la erradicación de una vez por todas de la escandalosa corrupción que padecemos.

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