Quantcast

España

La campaña de Moragas desata un mar de críticas entre los barones del PP

Jorge Moragas (d), junto a Antonio Hernando e Irene Montero, durante la preparación del debate del 13J.

Afloran los nervios, que se traducen en cierto malestar en una parte de los dirigentes regionales del PP. Algunos se muestran contrariados con el diseño de la campaña, con la organización de los actos, con los formatos. Fueron en principio voces aisladas pero van en aumento. Génova no atiende, Génova no entiende, Génova no escucha, se lamentan candidatos provinciales con muchos años de brega. “Son las quejas de siempre, sólo que ahora se aprecia más tensión. Es lo normal, estamos en un momento crucial en víspera de ls urnas”, responden desde la dirección nacional.

Las críticas se centran en gran parte sobre Jorge Moragas, responsable máximo de la campaña y director de las grandes líneas de estrategia del PP desde hace un año. Se le reprocha un punto autosuficiencia, de actuar en forma displicente, de no atender las llamadas, de insensibilidad a las sugerencias. Estas críticas, no generalizados pero tampoco aislados, subrayan sin embargo el eficaz perfil de gestión de Fernando Maíllo, número tres del PP, procedente de la periferia y muy atento a cuanto se le comunica desde las organizaciones regionales.

Un rosario de polémicas

El merengue del himno, los gatos del vídeo, las vacas en Asturias, el abstracto lema ‘A favor’, son algunos de los hitos más significados de la actual campaña. No todos ellos necesariamente atribuibles a Moragas, aunque sí a su equipo creativo. No son estos los aspectos más discutidos de la gestión de Génova. Incluso muchos los subrayan como acierto. Las quejas van más bien por la forma en la que se han montado los actos en pueblos y provincias, allí donde los candidatos provinciales se juegan su escaño y su futura presencia en Madrid y donde se piensa que se han cometido errores básicos de planteamiento. También se escuchan comentarios sobre el tono 'light' que se ha impuesto a todo el montaje electoral, con mucho paseo por calles y pocos actos potentes. Problemas de presupuesto, arguyen en la dirección nacional. Rajoy acude este martes a Málaga para protagonizar una de las pocas sesiones multitudinarias que tiene previstas el partido. La batalla de Andalucía es clave y el PP la puede ganar ante un PSOE declinante.

Las quejas van más bien por la forma en la que se han montado los actos en pueblos y provincias, allí donde los candidatos provinciales se juegan su escaño

“No escuchan, van a lo suyo, no atienden las sugerencias que les enviamos”, comentaba enormemente disgustado un aspirante a renovar su acta de diputado por una provincia del norte. “Ya sabemos que Rajoy no puede estar en todas partes, pero deberían darse cuenta de que en esta zona es mejor que no mandes a determinado personaje o a tal ministro porque es contraproducente. Se lo advertimos cien veces, y nada”, añade.

Algunos altos mandos locales an tenido que improvisar actos para completar los diseñados desde Madrid. “Tenemos que hacer que se vean a los nuestros, a los de aquí, más presencia de los de la zona, que son los que están con la gente, en las calles. La campaña llega de Madrid con la misma rapidez que se esfuma”, comenta esta fuente. Los desacuerdos se basan fundamentalmente en la sensación de menosprecio que sienten algunos líderes provinciales.

Todos quieren la presencia de Rajoy, activo máximo e indiscutible. Al concluir la campaña, el jefe de los populares hará visita prácticamente a todas las comunidades autónomas salvo tres o cuatro excepciones. Los ministros están también sumamente activos en esta ocasión, más movilizados que en diciembre. Dolores Cospedal ha redoblado su presencia en prácticamente media España, así como los cuatro jóvenes dirigentes de Génova, Andrea Levy, Javier Maroto, Pablo Casado y el propio Maíllo, que recorren a uña de caballo los puntos donde más posibilidades hay de animar al votante descontento o ‘fugado’. Una campaña intensa que incluye algunos errores, denuncia esta fuente de Vozpópuli.

Los lamentos de algunos jefes provinciales del PP crecen conforme van comprobando en los sondeos que su partido no avanza

La importancia del voto útil

La estrategia del esprint final es concentrar el ‘voto útil’ conservador para hacer frente al posible bloque de izquierda, con posibilidad de mayoría absoluta, que anuncian todas las encuestas. Los lamentos de algunos jefes provinciales del PP crecen conforme van comprobando en los sondeos que su partido no avanza, que permanece atascado con relación a la última cita electoral y que incluso en algunas zonas puede retroceder. La fusión de Podemos e Izquierda Unida puede provocar la pérdida de algún escaño conseguido por el PP en la cita del 20-D en provincias como Málaga, Ciudad Real, Teruel, Zaragoza. El efecto de la ley d’Hondt beneficia a las fuerzas coaligadas en torno a Pablo Iglesias y está por ver sus efectos sobre PP y PSOE.

Los analistas de Génova confían en que esos escaños que bailan por mil votos, arriba o abajo, se orienten finalmente hacia las fuerzas con más implantación tradicional, es decir, que los desilusionados del PP reconsideren su abstencionismo de diciembre y se movilicen ante el riesgo de un brusco cambio político. Ciudadanos empieza a perder apoyos por el lado de la derecha, aunque los gana por la izquierda. Es lo que necesita precisamente el PP, afianzarse por encima del 30 por ciento de las papeletas sin que Ciudadanos se desinfle, para encarar de esta forma una alternativa con posibilidades de frenar cualquier sorpresa por la izquierda.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.