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España

Iglesias elimina todas las "líneas rojas" para atraer al PSOE a un pacto de gobierno

Pablo Iglesias, a su llegada al debate.

Lo dijo por activa y por pasiva. Cuando era su turno de palabra y cuando comentaba a media voz las palabras de los otros candidatos. Al principio y al final del debate. Pablo Iglesias, líder de Podemos y cabeza de lista de la coalición que han formado su partido e IU para el 26J, fue el único candidato que dejó manifiestamente claro este lunes con quién quiere pactar tras las próximas elecciones generales: con el PSOE. Y lo hizo eliminando cualquier línea roja para sentarse a negociar, incluida la celebración de un referéndum en Cataluña. Sin embargo, enfrente se encontró con su potencial aliado, Pedro Sánchez, convertido en feroz atacante que no quiso olvidar que la formación morada no apoyó su investidura tras los comicios del 20 de diciembre. "Yo no soy el rival, es Mariano Rajoy", fue el mantra que Iglesias repitió una y otra vez para evitar el enfrentamiento que parecía buscar al que él desea como socio de un Gobierno "de progreso".

Iglesias no se refirió a Syriza, pero sí al italiano Renzi, al portugués Costa e, incluso, a Obama

Precisamente, esa cautela fue una de las características principales de su mensaje. A la defensiva buena parte del debate, atacó al presidente del Gobierno en funciones y esquivó los ataques de Albert Rivera, pero eludió entrar al trapo que una y otra vez le puso un Pedro Sánchez que no dejó del tildarle de "extremo". Iglesias, por el contrario, moderó su discurso hacia esa socialdemocracia que ha incluido en sus mensajes en los últimos días. De hecho, no hubo más referencias a Syriza  y Grecia que las de sus rivales, ya que él prefirió ciatar el ejemplo italiano de Mateo Renzi, el portugués de Antonio Costa e, incluso, el de las "políticas expansivas" de Barack Obama. Pero sobre todo, echó mano de los que denominó una y otra vez "los ayuntamientos de cambio", cuya gestión puso como ejemplo de que sus políticas económicas y sociales son posibles en España. De hecho, sólo amagó un tímido enfrentamiento con Sánchez cuando éste atacó a Ada Colau.

Contra el "miedo al cambio"

De Venezuela tuvo que hablar poco. Sólo se la sacó a relucir Rivera, y su respuesta fue inmedita y rotunda para negar que Podemos hubiera sido financiado "ilegalmente" por el Gobierno de Nicolás Maduro. Convertido en el pim pam pum del resto de formaciones en muchas fases del debate, el líder de Podemos basó gran parte de sus intervenciones en defenderse. Por ello, en su intervención final, en ese llamado 'minuto de oro', Pablo Iglesias arrancó pidiendo a los electores que hicieran oídos sordos a los mensajes del "miedo al cambio" que plantean el resto de partidos desde la precampaña. Eso sí, volvió a hacer una mención "a los Blesa, Rato, Panamá y Gürtel", como ya hiciera en el debate a cuatro de los anteriores comicios. Porque, de hecho, sus propuestas no variaron demasiado de las de hace seis meses: reducción del IVA, persecución del fraude fiscal, derogación de la ley laboral, impuesto a las transacciones financieras, eliminación del copago sanitario, corrección del déficit pero no al ritmo que marca Bruselas...

Iglesias fracasó en su intentó de restañar las heridas abiertas en su relación con el PSOE con aquella mención a la 'cal viva' en el Congreso

Y todo ello, para llegar a un "acuerdo progresista" con el que dejó claro que es su único aliado natural y posible, el PSOE. De hecho, ante la insistencia de Pedro Sánchez en recordarle que no le había apoyado en su intento de investidura, Iglesias le pidió reiteradamente que dejara "de mirar al pasado, en lo que fue y no pudo ser", para empezar "a mirar al futuro". En este sentido, le insistió que "nadie va a tener mayoría abosluta para gobernar" y que si rechaza su oferta, la única opción que quedaría sería la del PP y su "escudero" Albert Rivera. Sin corbata, de camisa blanca inmaculada, Iglesias consiguió salir del debate sin rasguños, pero también con el convencimiento de que, por ahora, el PSOE no contempla negociar con ellos un gobierno. Sobre todo, si se consuma ese 'sorpasso' que el líder de Podemos evitó mencionar en todo momento. Al fin y al cabo, este lunes de lo que se trataba era de recomponer una relación rota, de restañar las heridas abiertas con su mención a la 'cal viva' en el Congreso. No lo logró. De hecho, durante el debate pareció estar lejos, muy lejos de poder alcanzarlo. Y ello pese a ese gesto de eliminar de una hipotética negociación cualquier línea roja. También la del referéndum de Cataluña.

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