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España

PP y PSOE recelan de los emergentes: Rivera e Iglesias jugarán fuerte al 'sorpasso'

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante la firma del pacto contra el terrorismo yihadista.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez se darían con un canto en los dientes si ahora Albert Rivera o Pablo Iglesias les garantizaran por anticipado un apoyo a su investidura. Tal cosa es improbable que ocurra hasta que no se conozcan los resultados del 20-D, pero ambos cuentan con que, a través de una negociación que nunca será fácil, conseguirán este objetivo si son los más votados.

PP y PSOE solo esperan apoyos puntuales de Ciudadanos y Podemos, por lo que prevén una legislatura de continuo mercadeo de votos

Lo que se descarta con bastante rotundidad en las direcciones de los dos grandes partidos es que, una vez superada la investidura, Ciudadanos o Podemos se avengan a negociar un acuerdo de legislatura, la número 11 desde el arranque de la Transición, que la permita durar hasta 2020. La mayoría de los actuales ministros y dirigentes del PP están convencidos de que Rivera jugará al sorpasso y romperá cualquier alianza cuando esté convencido de que un adelanto electoral puede convertir a Ciudadanos en la formación más votada. El mismo análisis es compartido por un amplio sector de la dirección del PSOE. “Es lógico pensar que Rivera o, en su caso, Iglesias, se limitarán a darnos a los dos grandes partidos apoyos puntuales en el Parlamento, sin mayores compromisos, pues eso les abocaría a desempeñar el papel de partidos bisagra, como lo fue en su día el CDS, y, probablemente, a desaparecer”. Ello explica, por ejemplo, que desde Podemos se advierta ahora de su disposición a pactar con Pedro Sánchez solo en el caso de que consiga dentro de dos meses más votos que el PSOE, conservando siempre la libertad para hablar con múltiples voces en el Congreso de los Diputados, teniendo en cuenta su apuesta porque los gallegos, los valencianos o los catalanes de esta formación formen grupos parlamentarios propios.

Más juego para los partidos nacionalistas

Esta actitud tan previsible de las llamadas formaciones emergentes puede dar más juego a los partidos nacionalistas, circunstancia ésta sobre la que no se ponen de acuerdo ni siquiera los sociólogos del PP y del PSOE más familiarizados con las encuestas. A ambos partidos siempre les quedaría la posibilidad de utilizar a su favor a la casi media docena de diputados que espera revalidar el PNV o a los representantes que pueda conseguir Unió Democrática, siempre que no repita la debacle sufrida en las pasadas elecciones catalanas. Con los parlamentarios de Convergencia no cuentan ni Rajoy ni Sánchez, pues parten de la premisa de que Artur Mas, o quien le releve en marzo, seguirá echado al monte del soberanismo, unido en Madrid por la coalición Juntos por el Sí que el pasado 27-S agrupó también en Cataluña a Esquerra Republicana.

Si la fragmentación del Congreso de los Diputados que se atisba después del 20-D respetara la foto surgida en 2011, tanto PP como PSOE tendrían 54 parlamentarios con los que negociar, al margen de Ciudadanos o Podemos. Sin embargo, este escenario es poco previsible, puesto que esta segunda formación probablemente capture votos de IU, que hace cuatro años se colocó en la Carrera de San Jerónimo con 11 representantes. Habría que restar también, en buena lógica, la suma de Convergencia y de ERC, que en 2011 alcanzaron 19 escaños (Unió incluida) y también de UPyD, pues según las encuestas perdería sus cinco diputados. El resto de apoyos puntuales a la investidura se los podrían repartir los dos grandes entre Amaiur, ahora con siete diputados, el BNG, con dos, Coalición Canaria, con otros dos, Compromís, Foro Asturias y Geroa Bai, cada una de ellos con un escaño.

"Hay que olvidarse de pactos de legislatura", advierten en los dos grandes partidos

Vamos a tener que jugar con nuevas aritméticas”, mantiene un alto cargo del PP y es altamente probable que el futuro presidente del Gobierno pueda obtener la mayoría suficiente para su investidura para, con posterioridad, tener que negociar cada votación en el Parlamento con una geometría variable de la que tenemos alguna experiencia, pero a la que estamos poco acostumbrados”. “Hay que olvidarse de los apoyos blindados para cuatro años, lo previsible es que el próximo Gobierno, sea de quien sea, nazca con un halo de provisionalidad que le obligue a un continuo mercadeo de votos”, asegura un miembro de la ejecutiva socialista.

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