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Autobuses experimentales, malas inversiones y otros 'caprichos' en la EMT en plena crisis

El penoso estado económico de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) no es cosa de un día. 2013 fue el año en el que sus cuentas se desestabilizaron por completo, pero si bien era una sociedad sin pérdidas significativas hasta ahora, los desmanes han sido práctica habitual durante los años en los que la crisis ya advertía que había venido para quedarse. Al inexplicable incremento de los altos cargos de la empresa, hay que sumar alocadas compras de vehículos, cuestionadas inversiones y discutibles decisiones que en los últimos tiempos han elevado sustancialmente los gastos financieros y las deudas de la compañía.

Como es lógico, en los últimos años la EMT ha ido adquiriendo importantes lotes de vehículos para su flota. Una buena noticia para la renovación y mejora del parque móvil de la empresa, de no ser por el excesivo coste y el resultado de alguno de los modelos. Entre los años 2011 y 2013, la EMT ha comprado 322 autobuses, que traducido en euros supuso un gasto de 94,7 millones, "un auténtico derroche" según fuentes sindicales. Muchos de esos vehículos están siendo utilizados, pero otros, están saliendo más caros todavía debido a los sobrecostes derivados de problemas mecánicos que obligan a mantenerlos paralizados durante largos períodos. El progresivo recorte de líneas y la reducción del servicio de transporte urbano tampoco ayuda a amortizar una inversión que obligó a la empresa a pedir créditos.

Pese a ser modelos experimentales sin referencias en el mercado y más caros que los convencionales, el Ayuntamiento adquirió de una tacada 23 unidades por casi 8 millones

Un informe interno elaborado por la sección sindical de UGT-EMT al que ha tenido acceso Vozpópuli desglosa todos los modelos que ha comprado la EMT en los últimos años, y especifica el número de unidades, su precio de adquisición, detalles técnicos y observaciones sobre su rentabilidad. Dicho informe cuestiona los criterios de compra que llevaron a la empresa municipal, entre otras cosas, a hacerse en 2012 con vehículos experimentales como los modelos híbridos Castrosua Tempus y el Tata Hispano Área Híbrido, ambos prototipos aún no implantados en el mercado, con un "precio claramente superior al de cualquier autobús convencional, incluso a los propulsados por GNC (gas natural comprimido)" y que la alcaldesa Ana Botella presentó orgullosa. La EMT adquirió de una tacada 13 unidades del primer modelo, con un coste de más de 4,4 millones de euros; y 10 ejemplares del segundo, por más de 3,4 millones. "Una compra totalmente innecesaria y en absoluto rentable" teniendo en cuenta el elevado índice de averías y la consecuente reducción de su disponibilidad operativa, según las conclusiones de la memoria.  

Si se está apostando por el gas natural, lo lógico sería renovar los vehículos conforme a esa idea, no experimentar con los híbridos, reflexionan en el sindicato. Además, critican que ni el Ayuntamiento de Madrid ni la propia empresa hayan intentado gestionar los recursos económicos de una manera razonable en un contexto como el actual. "Ha sido una barbaridad comprar al mismo ritmo cuando ya en 2011 conocíamos la gravedad de la crisis". El informe apunta además a decisiones políticas como la causa de algunas operaciones. Un ejemplo es el de la compra de dos modelos de vehículos diesel en 2010. Si bien la diferencia entre el valor de los coches adquiridos en el período 2001-2007, y entre los años 2007 y 2008 es poco significativa (la mayor diferencia de precio entre los diferentes modelos es de 2.200 euros), en 2010, el ahorro parecía importar poco y la diferencia de los importes entre los dos prototipos que se compraron asciende hasta los 13.000 euros por coche. "Son caprichos políticos que al final paga la EMT, no el Ayuntamiento", reconoce un trabajador.    

Un informe interno de UGT-EMT analiza las compras de vehículos realizadas en los últimos años y señala las malas inversiones de la empresa a causa de decisiones políticas 

Catalizadores, ¿un capricho de Botella?

A la compra sin miramientos de vehículos -en algunas ocasiones innecesarios- hay que sumar otras operaciones que han contribuido a inflar los gastos de la EMT. A finales de 2011, se adjudicó a la empresa alemana HJS Emission Technology Gmbh el suministro, instalación y mantenimiento de 485 equipos de tratamiento de gases de escape -filtros y catalizadores- para conseguir reducir el nivel de emisiones contaminantes hasta cumplir con el nivel que establece la Norma Euro V. El contrato fijaba un precio de algo más de 6 millones para las operaciones de suministro e instalación en un período de tres años y un importe estimado de casi 500.000 euros para las labores de mantenimiento durante toda la vida útil del autobús. Esto es precisamente lo que denuncian los trabajadores, que se le haya dado a otra empresa hasta el montaje y el mantenimiento, cuando hay personal cualificado para realizar estos trabajos en los talleres de la propia EMT. "La versión oficial es que la EMT va a ser más ecológica, pero en realidad esto de los catalizadores es un capricho de Botella", explican desde UGT. Las mismas fuentes insisten en que no se oponen a las tecnologías 'verdes', pero denuncian que luego los vehículos privados campan a sus anchas.

Se han adjudicado a empresas externas trabajos que podría llevar a cabo personal de la EMT, denuncia el sindicato

Es el mismo caso que el de la contratación de empresas externas para realizar trabajos de acondicionamiento de la carrocería interior de autobuses estándar, adjudicados a Carrocera Castrosua S.A., y de articulados de EMT, adjudicados a Servicios de Carrocería S.L. (SERCAR) por un importe máximo de 1.153.420 euros. Al igual que el montaje y el mantenimiento de los filtros y catalizadores, el cambio y renovación de la carrocería de los vehículos también lo podría hacer el personal de la EMT, según reclama el sindicato. Por el contrario, los autobuses estandar son enviados hasta Galicia, donde está radicada la fábrica de Castrosua. 

El pintado de vehículos fue otra costosa idea de dudosa utilidad. El Gobierno municipal quiso renovar la imagen de la EMT cambiando su tradicional logo por otro más moderno y unificando el color de todos los autobuses. Para ello, se cambió el color de los coches rojos, más antiguos, por el azul de los más nuevos. El gasto se asumió a pesar de que algunos de esos vehículos iban a ser enajenados en dos años. El coste del lavado de cara de los autobuses no figura en las cuentas y el Comité de Empresa, pese a su empeño, no ha podido averiguarlo.

El descontento entre los representantes de los trabajadores se puede resumir de la siguiente manera: los que en última instancia pagan las consecuencias de los desmanes son los ciudadanos, que actualmente tienen a su disposición menos coches porque después de todo lo gastado el Ayuntamiento quiere recortar servicio; y los trabajadores, a los que se les hace asumir los resultados de la mala gestión con la bajada salarial del 7% aprobada recientemente.

                                                                                                                                                               

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