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España

Génova huye del debate a cuatro por temor al 'efecto Rivera'

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante su intervención en el acto "CumPPlimos: De la crisis a la recuperación"

No le agradan a Mariano Rajoy los debates electorales. Prefiere el ámbito parlamentario, donde se desenvuelve con solvencia no exenta de brillantez. En su último cara a cara electoral, en noviembre de 2011, tuvo enfrente a Pérez Rubalcaba, a quien venció netamente, según los sondeos publicados tras el choque.

Hay dudas en el equipo del presidente sobre si es o no conveniente prestarse a los debates en la campaña de invierno. Las voces más jóvenes de Génova, con Pablo Casado a la cabeza, siempre se han mostrado partidarios de concurrir a todos los platós y plantificarse frente a todos los micrófonos. Hay que ocupar espacios, hay que adueñarse de las ondas, hay que estar presentes en todos los terrenos, es la máxima del nuevo equipo de Génova.

Hay otros criterios bien diferentes, en la cúpula de Génova y alrededores, en especial los del asesor Pedro Arriola, muy ortodoxo en este aspecto y nada inclinado al duelo de las cuatro esquinas. Como en el boxeo, Rajoy está en posesión del título y son los aspirantes quienes tienen más que ganar. Esta facción renuente, en la que militan también algunos altos cargos del partido y varios ministros, optaría por defender un cara a cara con Sánchez, estrictamente, y un debate a cuatro con Rivera e Iglesias al que asistiría algún número dos del partido, o algún otro candidato. Nada de Rajoy en primera línea. Un planteamiento que quizás no fragüe. 

En el PP hay recelos ante la posibilidad de un 'match' a cuatro, con un Rajoy apalizado por el resto

Las sillas vacías

El asunto está en estudio. Jorge Moragas, quien desde este lunes ejerce ya oficialmente como jefe de campaña, se muestra prudente en esta cuestión. La teoría oficial, expuesta por Pablo Casado tras la reunión del comité ejecutivo de la formación, es que "no habrá silla vacía del PP" en ningún debate. Sin especificar. "Estaremos en todos los debates a los que se nos invite, siempre ha sido así". No eludió recordar que los debates suelen celebrarse entre los candidatos con posibilidades de llegar a Moncloa. Es decir, que quizás el PP da por descontado que hay que tener en cuenta las líneas maestras que perfilan ya las encuestas.

En el PP hay recelos y hasta miedo ante la posibilidad de un 'match' a cuatro, con un Rajoy convertido en una especie de punching ball apalizado por el resto de los aspirantes. No es un formato que, de entrada, pueda resultarle cómodo. "Eso puede quedar como la imagen del tío Gilito y sus sobrinos", comenta privadamente un veterano del partido, ante la imagen que podría transmitir el encuentro de Rajoy con sus adversarios, algo más jóvenes que el presidente.

Albert Rivera, excelente gladiador de las cámaras, se ha ofrecido a celebrar debates de todo tipo, a dos, a tres, a cuatro... lo que haga falta. Es su biotopo natural y posiblemente, el que mejor se desenvuelve de los cuatro litigantes. El domingo se puso en evidencia su superioridad absoluta frente a un Pablo Iglesias menguante y capitidisminuído y con una audiencia descomunal, casi de partido de fútbol. El líder de Ciudadanos, tras la emisión de ese duelo, ha mostrado ya su empeño en retar a duelo a Rajoy y Sánchez, porque al líder de Podemos lo considera ya fuera de combate. No le ve ya como un aspirante serio a La Moncloa. 

No se quiere en el PP dar la sensación de miedo. Pero se pretende no prestarle ningún arma a los rivales. Es una decisión que se medita en estos momentos. La opción del cara a cara con Pedro Sánchez parece que será la que al final se imponga. En Génova son conscientes de que, como dejó caer días atrás Felipe González, en esta ocasión, un debate puede resultar decisivo a la hora de movilizar votos. Hay demasiada volatilidad en los sondeos, y unos márgenes muy estrechos en las distancias entre las diferentes fuerzas. Ciudadanos necesita este tipo de encuentros mediáticos ya que son la vía directa hacia las audiencias y hacia esa sociedad que no siempre sigue con atención los episodios de la política.

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