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España

Pánico al sorpasso: Sánchez zurra a Iglesias tanto como a Rajoy

Mariano Rajoy junto a Pedro Sánchez.

Han pasado casi cuatro meses desde que firmó el pacto con Ciudadanos y dos desde que se constató su fracaso para formar Gobierno. ¿Piensa el líder socialista obtener mayoría absoluta el 26J y poder gobernar en solitario…o es que prevé esta vez sumar con Ciudadanos los escaños suficientes para alcanzar La Moncloa? Ambos supuestos han quedado desmentidos por las 36 encuestas, CIS incluido, conocidas desde el pasado 1 de enero, pero cobrarían cierta lógica en su imaginario si se presta atención a los ataques que Pedro Sánchez lanzó anoche contra Mariano Rajoy y, en igual o mayor medida, contra Pablo Iglesias. Conclusión obvia: sus críticas al líder de Podemos, motivadas por el pánico al sorpasso, vuelven a estrechar su margen para llegar a La Moncloa.

Sánchez deja en el aire con quien aspira a conquistar La Moncloa después del 26J

Antes del 20D, Sánchez comparó a Pablo Iglesias con Alexis Tsipras y definió “el cambio” de Podemos como el de la “pobreza y el rescate de España”. Ayer, intentó ajustar cuentas con él sin llegar a llamarle traidor, como sí hizo después de su fallida investidura, pero le acusó de haber frustrado con el voto contrario a la investidura una política repleta de derechos sociales. “A mí lo último que se me ocurriría es aspirar a gobernar para controlar a los espías, yo soy de izquierdas y quiero acabar con el copago sanitario, recuperar la ley de Dependencia, garantizar la supervivencia del sistema de pensiones, acabar con los contratos precarios…”. Sánchez llegó a emplazar a los votantes de izquierdas a que “no cometan un nuevo tropiezo” volviendo a votar a Podemos porque, en su opinión, Iglesias sólo trabaja a favor de la continuidad de Rajoy. “Agradezco su nueva mano tendida, pero le pido que primero suelte la de Rajoy”, le espetó al líder de Podemos porque debido a su “intransigencia” se ha bloqueado "un Gobierno progresista". El candidato del PSOE llegó a citar a Iñigo Errejón y a Juan Carlos Monedero como referentes de las prácticas irregulares en política y criticó también a Iglesias por defender el derecho de autodeterminación en Cataluña. El gran resbalón de Sánchez llegó cuando censuró el proyecto independentista de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau justo a las pocas semanas de que los socialistas catalanes hayan entrado en su equipo de Gobierno.

Es probable que los votantes socialistas sigan sin entender las razones por las cuales el líder del PSOE puede volver a intentar formar Gobierno con Podemos si piensa todo esto de Iglesias y también es lógico que después de lo oído anoche al propio Sánchez, concluyan que después del 26J no tendrá más salida que retomar el acuerdo con Albert Rivera, el único al que durante todo el debate dejó libre de culpas.

Es interesante comprobar otras coincidencias en los discursos de Sánchez desde que a primeros de diciembre afrontó otro debate a cuatro en el que Soraya Sáenz de Santamaría actuó en nombre de Rajoy. En aquella ocasión, presentó al PSOE como la única palanca posible de cambio, como la garantía exclusiva para desalojar al PP del Gobierno. Anoche volvió a apelar con insistencia al voto útil. El objetivo es evidente: recuperar a los votantes socialistas que el 20D se fugaron a Podemos y a los que intuyen que apoyar de nuevo a Rivera es una apuesta inútil.

El líder socialista deja que sea Albert Rivera quien se luzca en la denuncia contra la corrupción en el PP

En vísperas del 20D, Sánchez dedicó también un generoso espacio de su discurso a la corrupción, sacó a relucir los SMS de Rajoy enviados a Luis Bárcenas e izó la bandera de la regeneración como un bien propiedad casi en exclusiva del Partido Socialista. Después perdió las elecciones y se conoció el procesamiento de los dos expresidentes de su partido Manuel Chaves y José Antonio Griñán, “personas honestas”, según el secretario general del PSOE, a los que cabe respetar la presunción de inocencia. Mariano Rajoy se lo recordó ayer y, al final, quien más crítico fue con él en las denuncias sobre corrupción fue el líder de Ciudadanos, no el del Partido Socialista.

En el capítulo económico, Sánchez no se ha encontrado esta vez enfrente con Luis de Guindos, maestro en el manejo de las estadísticas, sino con un presidente del Gobierno que solo aspira a demostrar que  "nadie es perfecto, que las cosas están mal pero mejor que en 2011 y que el principal objetivo nacional es crear otros dos millones de empleos en la próxima legislatura". Quizás por esta razón, la debilidad de los argumentos de Sánchez quedó más en evidencia, lastrados todavía por la herencia dejada por el último Gobierno de Zapatero en la mayoría de los indicadores. Anoche Sánchez ya ni siquiera descartó que si llega a La Moncloa tenga que hacer recortes. Sí prometió apuntalar el sistema de pensiones con la subida de impuestos “a las grandes fortunas” y renegociar con Bruselas los objetivos de déficit.

La foto que deja el debate de ayer confirma algo tan obvio como que la división en la izquierda, ilustrada por el choque Sánchez/Iglesias, puede acabar favoreciendo al PP dentro de dos semanas escasas, más que en el 20D, visión que justifica la apelación de Rajoy al voto útil, sus duras réplicas a Albert Rivera y su interés en reabsorber el apoyo prestado que hace seis meses recibió Ciudadanos. Aunque ninguno de los dos lo exteriorizara anoche, tanto Sánchez como Rajoy saben que en esta aventura se juegan la supervivencia política: tendrá que decir adiós el que esta vez no llegue al Gobierno.

Sánchez critica el independentismo de Ada Colau mientras justifica la entrada del PSC en su Gobierno municipal

Rajoy no descarta contar con el apoyo de Albert Rivera, mal que le pese, y también con el favor forzado de un PSOE dirigido por una gestora de urgencia. Los socialistas, después del reestreno de Sánchez anoche, solo podrán elegir como compañeros de viaje a una izquierda radical a la que culpan de complicidad con la derecha o a una derecha a la que responsabilizan de haber favorecido una España empobrecida. Mal negocio para Sánchez y todavía peor para su partido.

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