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España

Rajoy humilla a Rubalcaba con la herencia de ZP ante los aspirantes a sucederle en el PSOE

Mariano Rajoy, este miércoles en el Congreso

Un observador neutral del debate del estado de la nación concluiría que, en realidad, no hubo debate: Rajoy manejó datos y Rubalcaba emociones. Como resultado, un diálogo imposible. El presidente repartió su duelo con el líder socialista en dos mitades. En la primera esbozó su agenda económica –rebaja de las cotizaciones, plan de financiación para pymes, reducción de impuestos…–y en la segunda neutralizó la vehemencia de Rubalcaba, exenta de alternativas concretas, agitando el recuerdo de la herencia recibida de los gobiernos de Zapatero, en los que el secretario general del PSOE participó como ministro del Interior, vicepresidente y portavoz.

Algunos anuncios de su agenda económica y los reproches a Rubalcaba por la herencia de Zapatero marcaron la intervención del presidente

Dos años después, Rajoy tiene el BOE y Rubalcaba ni siquiera ha conseguido asegurarse el cartel electoral en su partido, la principal herida en la que ayer hurgó el presidente a pocos metros del vasco Eduardo Madina, del madrileño Pedro Sánchez y del toledano Emiliano García-Page, tres de los aspirantes que juegan en primera división la liga de la sucesión en el PSOE y que saben que Rubalcaba, hijo de piloto de Iberia, vuela con plomo en las alas desde que acaparó algunos de los principales escaparates de anteriores gobiernos.

Los aspirantes a suceder a Rubalcaba saben que vuela con plomo en las alas desde que participó activamente en los gobiernos de Zapatero

Este fue, en realidad, el capítulo que más trabajado llevó Rajoy. ¿Cómo puede atreverse a dar lecciones de economía alguien que en 2009 y 2010 vaticinó la creación de empleo neto en 2011? ¿Alguien que en esos mismos años declaró que España sería el dique de contención de los ataques recibidos por el euro? El presidente mezcló estas preguntas con otras sombras del legado socialista, las que mejor definen los grandes recortes sociales a los que condujeron las erróneas políticas económicas gestionadas en su día por Pedro Solbes y Elena Salgado: 3,4 millones de empleos destruidos, la pérdida de 70.000 millones en ingresos, un déficit público de 90.000 millones, una deuda de otros 40.000 en Fomento, de más de 23.000 en el sector eléctrico, más de 30.000 millones en facturas guardadas en los cajones…¿Se puede plantear ahora una situación apocalíptica habiendo dejado esta herencia?, preguntó el presidente a su fácil contrincante.

¿Cómo puede dar lecciones económicas alguien que vaticinó la creación de empleo neto en 2011?,  preguntó Rajoy al líder socialista

Rajoy iba preparado también para cuando Rubalcaba sacara a Robin Hood de paseo en el hemiciclo, en su ya tradicional recurso a la polarización entre ricos y pobres. Este Gobierno, le dijo el presidente, no ha sido el que ha bajado el 5% el sueldo a los funcionarios, el que ha congelado las pensiones o el que ha dejado una deuda de más de 16.000 millones en el sistema sanitario. La negativa de Rubalcaba a entrar a fondo en el debate de algunas de estas medidas y a defender siquiera el papel de antiguos gobiernos socialistas durante la crisis, sirvieron en bandeja a Rajoy el poder moverse a sus anchas en la defensa de su política económica sin esforzarse en trazar un proyecto de país, más allá del pragmatismo con el que puede estar manejando la actualidad.

El líder de la oposición eludió defender las medidas aplicadas contra la crisis por los gobiernos socialistas en los que participó

Rubalcaba tampoco debió sentir la necesidad de hacerlo ya que solo se empleó con fogosidad mitinera en razonamientos de corto plazo, la mayoría de ellos en el campo de las emociones: hay muchos españoles en paro, muchos hogares donde no entra un euro, muchos jóvenes sin expectativas y también muchas quejas por los recortes en sanidad, educación y dependencia. Lleva hilvanando este mismo tipo de discurso durante dos años, de los casi 40 que lleva como militante del PSOE, y, según el último barómetro del CIS, provoca rechazo al 90% del electorado.

Rajoy manejó datos y Rubalcaba enmociones, lo que dio como resultado un diálogo imposible

Esto es algo que Rajoy y sus asesores no perdieron de vista en el debate de ayer. “Yo no puedo mentir por usted porque no puedo competir, me considero muy inferior a usted”, sentenció Rajoy con abundantes dosis de ironía como remate al careo con el jefe de la oposición. Él está seguro de haber atravesado ya el Cabo de Hornos de la crisis, convencido de que ha pasado lo peor, mientras que Rubalcaba no puede decir lo mismo a la vista de las intrigas que padece en su partido, que se harán más visibles cuando Carmen Chacón cruce el charco y regrese de Miami y cuando en mayo se conozcan los resultados de las elecciones europeas, la única tabla de salvación en la que hoy por hoy puede confiar el jefe de la oposición.

El presidente está convencido de haber atravesado el Cabo de Hornos de la crisis mientras Rubalcaba no tiene garantizado ni siquiera el cartel electoral

Poco después de acabar éste su última réplica, un diputado del PP comentaba que lo que mejor puede pasarle al presidente es que Rubalcaba perdure como jefe de la oposición para poder seguir humillándole. Incluso hay en las filas del PP quienes, en tono de chunga, han sugerido instalar su busto en el hall de Génova, 13, la sede nacional del partido.

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