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España

Nada es para siempre: un 66% de las siglas que han pasado por el Congreso han desaparecido de la Cámara

La exdiputada de UPyD, Rosa Díez.

Los nuevos habitantes del Congreso de los Diputados quizá no deban acomodarse demasiado al asiento. En democracia el sillón no está asegurado, y pese a que sus señorías aún no lo hayan calentado lo suficiente, es conveniente apuntar que desde las primeras elecciones democráticas en España tres de cada cinco siglas que han representado a los ciudadanos en el Congreso ya ha abandonado la cámara, y en muchos casos, esos mismos partidos han pasado a mejor vida.

Por la Cámara baja han desfilado un total de 48 partidos o coaliciones integradas por diversas formaciones, de las que actualmente sólo 13 grupos -y 16 partidos diferentes después de la constitución de los distintos grupos parlamentarios- permanecen en el Congreso con su nombre propio y no diluidos en otras siglas. Eso nos deja un total de 32 agrupaciones que ya no están en la Cámara, un 66%, y es que aunque no todas hayan ocupado un papel preponderante en la vida pública de España, algunas de ellas sí que han tenido un papel fundamental, sino imprescindible, en la construcción política de nuestro país.

Después de 11 años en el Congreso y tras una larga travesía por el desierto de la no representación durante otros 12, CDS se integró en el PP en el año 2005

Unión de Centro Democrático, el Partido Comunista de España - hoy integrado en Unidad Popular-IU -, Unió (UDC), UPyD, el Centro Democrático y Social o el Partido Socialista Popular, entre muchos otros, han sido algunos de esos nombres hoy olvidados o relegados a un segundo plano, que han visto como ya 'no representan' a la mayoría de los ciudadanos españoles. En algunas ocasiones, este proceso tiene lugar de un año para otro, mientras que en otros casos se trata de un proceso lento, doloroso y agónico.

Quizá el más agónico y funesto de todos sea el que tuvo que vivir el primer presidente del Gobierno de la democracia, Adolfo Suárez, a lo largo de 11 años, tras su salida de la presidencia y de la UCD, en el Centro Democrático y Social, para justo en el momento en el que abandonó la política, ver a su partido relegado a la intrascendencia, con más de 400.000 votos y cero escaños. Tras una larga travesía por el desierto de la no representación, CDS se integró en el PP en el año 2005.

Otro proceso que transita desde hace unos meses por un camino difícil, y se ha convertido en una tragedia tras los resultados del 20-D, es UPyD. La formación magenta tuvo que ver como desde una favorable situación en el que las encuestas le llegaron a dar, dos años y medio antes de las elecciones, hasta un 17,7% de los votos en estimación, fueron relegados por las urnas a ser la decimocuarta fuerza en apoyos -un 0,61% y 150.000 votos-, por detrás del Partido Animalista. Hoy UPyD, que iniciara un breve pero destacado paso por la Cámara en 2008 con un solo escaño, y alcanzara una gran notoriedad en la pasada legislatura con su grupo propio y sus acciones contra la corrupción, pasa por momento en los que se cuestiona su continuidad, como ya apunto uno de sus fundadores, Carlos Martínez Gorriarán, que aboga por su disolución en el próximo congreso y la constitución de un partido nuevo para competir electoralmente.

Las elecciones del 20 de diciembre acabaron además con uno de los partidos cuyos diputados no habían abandonado los asientos desde la llegada de la democracia. 40 años de representación que vuelan de un plumazo. Hablamos de Unió, la formación de Josep Antoni Duran i Lleida, que pese a que sus siglas hayan ido siempre integradas en CiU, la ruptura con CDC a causa del órdago soberanista lanzado por Artur Mas llevó a UDC a presentar, por primera vez desde las elecciones del 77, una candidatura propia, con mucha menos suerte que en aquellos comicios, en los que obtuvieron dos diputados y 172.000 votos. En esta ocasión, los 64.000 votos no le han facilitado lograr un escaño, y al igual que en Cataluña después de las últimas autonómicas, es la primera vez que carecen de representación en la Cámara.

UPyD tuvo que ver como desde una favorable situación en el que las encuestas le llegaron a dar hasta un 17,7% fueron relegados por las urnas al 0,61%

Pero la situación política parece haber cambiado, los nuevos partidos no carecen de apoyo... 65 y 40 diputados en sus respectivos grupos, 119 y 89 en los de PP y PSOE. ¿Podrían estos partidos con tanta representación verse relegados? El mejor ejemplo para responder a esta pregunta es el caso de UCD. La formación que gobernó España en sus primeros pasos en democracia tan solo duró seis años, en los que pasó de los 165 y 168 escaños que logró en las elecciones de 1977 y 1979 a los 11 diputados en el 82, perdiendo 157 escaños en la mayor caída de apoyos que se recuerda, propiciando la salida de Suárez para formar CDS y la disolución del partido en el 83.

Además, cabe recordar un último caso, distinto al resto, pues sigue existiendo en la Cámara. El 'partido de la oposición' antes de la llegada de la democracia, el PCE, que tras su legalización se llevó un duro varapalo al no lograr captar el apoyo de la sociedad española, quedando relegado a una tercera posición con 20 escaños, superado por el PSOE -y herido gravemente en el 82 con 4 diputados frente a los 202 de los socialistas-, inició un proceso de cambio que derivó en IU, y ahora en Unidad Popular-IU. Estas elecciones, pese a haber obtenido un resultado de cerca de un millón de votos -el quinto mejor resultado de la Cámara-, han golpeado con fuerza a la coalición en la que se integran los comunistas y les han dejado tan solo dos diputados con sus siglas -en las confluencias gallega y catalana sus diputados han pasado al grupo de Podemos-.

Hay más partidos, como Euskadiko Ezkerra, Partido Andalucista, Unión Valenciana, el Partido Aragonés Regionalista o el Partido Socialista Popular de Tierno Galván, entre muchos otros, que obtuvieron en su día el apoyo de los ciudadanos para que les representaran y más tarde esta confianza cambió de nombre. Los nuevos partidos han entrado con fuerza, pero la historia les dice que no deben bajar la guardia. Los buenos resultados en estas elecciones no les aseguran un futuro perpetuo en el Congreso, como tampoco se lo aseguran a las fuerzas tradicionales.

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