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España

Ultimátum de Mas a Junqueras: “Lista conjunta o no habrá elecciones el 27-S"

El presidente de a Generalitat, Artur Mas, en el Parlamento catalán.

“O lista conjunta o no habrá elecciones el 27 de septiembre”. Este es el órdago definitivo que le ha lanzado Artur Mas al líder de ERC, Oriol Junqueras, según ha informado el propio presidente de la Generalitat a altos cargos de Convergencia. Mas, sumido en el abatimiento, no parece dispuesto a seguir pilotando una nave a la deriva en la que los pasajeros denotan un profundo hastío después de un recorrido iniciado en 2010 huérfano, cinco años después, de una carta clara de navegación.

Según fuentes de Convergencia, Mas ultima una cumbre con las fuerzas que integran el bloque soberanista que podría celebrarse este mismo viernes y se ha dado una semana más para decidir si convoca o no elecciones el 27 de septiembre, dependiendo de cómo responda Oriol Junqueras a su ultimátum. En el fondo, confiesan en Convergencia, lo que condiciona al presidente de la Generalitat es el pánico a encabezar una candidatura de partido que salga derrotada, en mayores proporciones incluso que el batacazo que se pegó CiU en 2012 tras adelantar las elecciones y perder 12 escaños. Eso explica que Mas se haya sacado de la manga la llamada ‘lista del president’ que, en su última versión, ERC aspira a que solo esté formada por personas ajenas a la política.

Mas quiere celebrar hoy una cumbre soberanista para decidir, antes de una semana, si tira o no la toalla

“Aquí el problema es la falta de horizonte. Los empresarios se han dado cuenta hace tiempo de que a Mas el proceso soberanista se le ha ido de las manos. Además, los catalanes perciben que están sin Gobierno desde hace cuatro años, hay una situación de colapso financiero y falta proyecto. Disfrazar todo esto dando patadas al balón, sin saber dónde está la portería, resulta patético”, reflexiona un alto cargo del PSC.

En las filas de Convergencia se admite que Mas se ha dedicado todos estos años a “levantar castillos en el aire”. El cansancio de la sociedad catalana, las dificultades económicas, la fractura del bloque soberanista y, finalmente, el desgaje de Unió, han dejado al presidente de la Generalitat sin aliento y, a decir de algunos de sus interlocutores recientes, “con una depresión de caballo”. “Si tuviera posibilidades de salir por la puerta sin hacer ruido, lo haría”, resume un veterano dirigente de Unió Democrática, que no descarta, finalmente, que dé la espantada.

Un Gobierno paralizado y sin rumbo

No pocos dirigentes de Convergencia han acogido con auténtico espanto las últimas ideas de Mas para aunar voluntades y convencer al bloque soberanista de que tiene que ir unido a las elecciones del 27-S. La más disparatada de todas le ha llevado a plantear la convocatoria de septiembre como un termómetro para medir la temperatura del independentismo, parada intermedia de una travesía que culminaría dentro de 18 meses con unas nuevas elecciones. “Conociendo a Mas, puede proponer cualquier cosa”, afirma un parlamentario de Convergencia que se siente defraudado por su líder. En su opinión, los catalanes no aguantarán el estiramiento del proceso dos años más, pues hace tiempo que sufren las consecuencias de un Gobierno paralizado, que no lleva leyes al Parlamento y que parece habérselo jugado todo a una travesía abocada a un naufragio seguro.

Un dirigente de Convergencia ve a Mas "con una depresión de caballo"

La llave de la convocatoria electoral de septiembre la tiene Mas y a ella permanece también muy atento Mariano Rajoy. El PP tiene claro que la bandera de la unidad de España moviliza una bolsa importante de voto, algo que comparte Pedro Sánchez desde el PSOE como pudo comprobarse en su reciente proclamación como candidato. Si Mas renunciara a convocar el 27-S, Rajoy no podría exprimir en la campaña de las legislativas el resultado de las urnas y la respuesta del Gobierno, aunque sí presumir, aseguran fuentes de su partido, de haber frenado con la templanza que le caracteriza el proceso soberanista, primero dejando en nada el sucedáneo de referéndum del pasado noviembre, y, después, debilitando la corriente secesionista mediante una táctica de desgaste pasivo. Una encuesta difundida desde la propia Generalitat hace una semana mostraba que ya son mayoría los catalanes contrarios a la independencia y que, en el supuesto de que se les pidiera el voto en septiembre, solo el 21% lo depositaría en las urnas en clave territorial, pues la gran mayoría aprovecharía la ocasión para juzgar el comportamiento de los partidos ante la crisis. A finales del año pasado, el consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, reclamó a Rajoy 2.500 millones de euros para poder cuadrar sus cuentas lastradas por una deuda que roza los 65.000 millones de euros.

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