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España

Durán se apea de la corriente soberanista de Mas con el arropamiento silencioso de los empresarios catalanes

El líder de Unió, Josep Antoni Durán i Lleida, durante un mitin en Barcelona.

Son tres frases que resumen el clima que se respira en el partido hermano de Convergencia ante la apuesta independentista del presidente de la Generalidad. Y explican también la forma en que el líder de Unió Democrática, Josep Antoni Durán i Lleida, va a intentar despegarse de una corriente que nadie, ni el propio Artur Mas, sabe en realidad donde conduce, a juicio de quienes han tenido oportunidad de hablar con él en privado de sus planes.

Mas subió a la ola independentista después de la Diada y desde entonces surfea por ella esperanzado en que le conduzca a la mayoría absoluta el 25-N

Durán prepara su desenganche de Mas, explican fuentes nacionalistas, sin romper con Convergencia y, mucho menos, sin poner en peligro la campaña electoral. Un equilibrio propio de malabaristas. Antes de la Diada, la sangría electoral de CiU se reflejaba en las encuestas de forma dramática a lomos de los recortes sociales promovidos por la administración catalana para frenar la montaña de deuda más alta acumulada por una comunidad autónoma. Después del 11-S, Mas se subió a la ola independentista y desde entonces surfea por ella esperanzado con que le lleve a la mayoría absoluta. ¿Y después, qué?, se pregunta un veterano dirigente de Unió. “Pues nadie sabe”, se contesta.

Tal vez, ni el propio Mas. “No tiene hoja de ruta”, “Desconocemos donde nos lleva”, “Hay cosas que no se pueden decir en boca de un presidente de la Generalidad”, dicen de Mas quienes le conocen como si le hubieran parido. Ha chirriado mucho su amenaza de “internacionalizar el conflicto”, un lenguaje que utilizaron los encapuchados de ETA en sus años más sangrientos. Pero ha molestado aún más, porque se considera una torpeza de iniciados, la forma en que ha vinculado la mejora de la financiación en Cataluña al derecho de autodeterminación, una dinámica errónea que, en opinión de los dirigentes de Unió, “puede provocar una enorme frustración y desencanto entre la gente”.

Entre los empresarios catalanes se ha impuesto, con honrosas excepciones, la ley del silencio, a la espera de si la ola independentista acaba en espuma o en un auténtico tsunami

Durán quiere bajarse de este barco y estudia como hacerlo sin armar mucho revuelo. Y lo hace por tres razones. La primera, porque no comulga con las fantasías independentistas de Mas. La segunda, porque sabe que hay un sector de su electorado que tiene miedo y puede verse tentado a quedarse en casa el próximo 25 de noviembre si no se le envía antes el mensaje de que en la familia de CiU, aunque desavenida, caben casi todos. Y la tercera, porque Unió está siendo el buzón de buena parte de las presiones empresariales que buscan que Mas corrija el rumbo. “Los empresarios están muy cabreados, pero de momento no se atreven a hablar. Solo lo ha hecho Lara, un poco Piqué, pero poco más”, refiere la misma fuente. Se ha impuesto la ley del silencio, a la espera de ver si la ola se deshace el 25-N en espuma o genera un auténtico tsunami.

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