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España

La soledad de Rubalcaba: ningún grupo de la oposición pensaba apoyar su candidatura a la Presidencia si hubiera registrado la moción

En los últimos días, Alfredo Pérez Rubalcaba y su equipo de confianza contactaron con los demás portavoces de la oposición para pulsar la actitud que cada uno de ellos tendría en caso de que el PSOE finalmente registrara una moción de censura contra Mariano Rajoy en el Congreso. En este barrido de opiniones constataron la unanimidad en dos cosas: que todos respaldarían la presentación de la moción y las críticas al jefe del Ejecutivo, pero que ninguno de ellos daría el paso siguiente de apoyar al líder socialista como presidente del Gobierno, un objetivo que el propio Rubalcaba desechó desde el principio ante la imposibilidad de rebasar la mayoría absoluta del PP: 186 diputados contra 164 del resto del arco parlamentario.

El resto de portavoces de la oposición advirtieron a Rubalcaba que ampararían sus críticas a Rajoy, pero que no le apoyarían como alternativa

Para no quedar retratado en la soledad de su grupo, con solo 110 diputados, Rubalcaba pensaba retirar la moción de censura una vez acabado el debate, sin abrir paso a las votaciones. Así lo comunicó él mismo a más de un portavoz de la oposición. La mayoría de ellos interpreta que el PSOE sobreactuó al amagar como este arma parlamentaria, sobre todo teniendo en cuenta que iba a utilizar una especie de sucedáneo no previsto en el reglamento del Congreso, pues Rubalcaba advirtió desde el principio que ni presentaría un programa de gobierno alternativo ni tampoco iba a proponerse como candidato a la Presidencia. Lo nunca visto en el recorrido legislativo desde la aprobación de la Constitución de 1978.

En las filas socialistas se respiraba este lunes una sensación de alivio, primero por haberse apuntado el tanto de obligar a Rajoy a rendir cuentas en el Parlamento por el 'caso Bárcenas' y, en segundo lugar, por conseguirlo sin llegar a una moción de censura que ni el propio Rubalcaba quería ante el temor de que le saliera el tiro por la culata. Si dio este paso, fue por la presión que ejercieron sobre él algunos ‘barones’ regionales, entre ellos José Antonio Griñán, Emiliano García-Page y Tomás Gómez, convencidos de que su partido no podía irse de vacaciones sin intentar poner contra la cuerdas a Mariano Rajoy.

En las filas del PP se teme una comparecencia compleja del presidente, sobre todo si Rubalcaba le pide que responda con monosílabos a preguntas como ésta: ¿Cobró usted sobresueldos?

El compromiso de comparecencia anunciado este lunes desde La Moncloa por el presidente también tranquilizó a los diputados del PP, conscientes de que el presidente tenía que salir cuanto antes al paso del terremoto político y mediático provocado por las revelaciones del extesorero. Muchos de estos parlamentarios comentaban durante la última semana, desde que Rubalcaba amenazó con una moción de censura, que la situación se estaba haciendo insostenible y que el presidente estaba obligado a parar una bola de nieve que podía llevarse por delante al Gobierno y al propio partido.

Pese a ello, según las opiniones recogidas entre varios diputados del PP, la comparecencia de Rajoy no va a ser un paseo militar por mucho que intente parapetarse en una sesión de política general, coyuntura económica incluida, pues hay zonas de rozamiento que va a tener imposible de evitar, sobre todo si Rubalcaba, con una experiencia parlamentaria aquilatada, aborda su intervención como un interrogatorio, con preguntas que solo admiten como respuesta monosílabos que, de no estar muy medidos, pueden quedarse liquidados en horas, días o semanas, a medida que vaya rodando el trabajo del juez Pablo Ruz. Por ello, en las filas del PP se teme una comparecencia compleja del presidente si el líder socialista le exige que responda sin rodeos a preguntas como ésta: ¿Cobró usted sobresueldos?

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