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España

Gamonal a fondo: "Nos han quitado tanto, tanto, que nos han robado hasta el miedo"

Los vecinos del barrio obrero de Gamonal se oponen a la construcción de un buelvar en la Calle Vitoria

Lo consiguieron en 2005 y han vuelto a repetirlo nueve años después. "¡Cuidado con los de Gamonal que tenemos mala leche!", advertía estos días de forma irónica uno de sus vecinos. El Gamonal de ayer, aquel que logró paralizar las obras de un aparcamiento privado en pleno agosto, con el barrio desierto y lanzamiento de taza de water incluido; y el de hoy, el que ha forzado a su alcalde a frenar la construcción de un bulevar "innecesario" en plena crisis cuyo coste ascendía a ocho millones, han trascendido la dimensión local para constituir la síntesis perfecta del panorama español más reciente y del de hace treinta años.

Los vecinos de Gamonal, barrio en el que el PP ganó por primera vez en 2011, han conseguido forzar al alcalde a paralizar definitivamente unas obras que pretendían convertir la calle Vitoria en un bulevar con aparcamientos subterráneos que pocos querían, al menos "no ahora ni de esta forma" (cada plaza de garaje se pondría a la venta por casi 20.000 euros con una concesión de 40 años). Pero también han logrado convertirse en un ejemplo de la tensión social de estos tiempos. "Gamonal es síntoma de los males que aquejan a España. Es la rabia contenida, la frustración por la crisis", dice un burgalés, que prefiere mantener su anonimato.

En el barrio obrero por excelencia de Burgos, esa ciudad conocida sólo por la morcilla y el frío, están las causas y las consecuencias de una gota que ha colmado el vaso del hartazgo por los continuos recortes en materias tan sensibles como la educación y la sanidad, y la falta de ejemplaridad de una clase política cómplice con la corrupción. "Estoy orgullosa de lo que se ha logrado. Es la manera de que el resto de España espabile. Sin embargo, no me lo acabo de creer, creo que puede ser una estrategia política. Ellos nunca pierden, nunca he visto a los políticos dar su brazo a torcer sin un plan B", dice la burgalesa Patricia Gómez.

La suya es una alegría con matices. Como la de Tere, vecina de Gamonal de "toda la vida". "Estamos un poco a la expectativa, hasta que no tapen el agujero no nos fiamos. La gente no se cree lo que dicen los políticos, mienten más de lo que hablan". Y añade: "Para que en Burgos hayamos llegado a esto... Nos han quitado tanto, tanto, que nos han robado hasta el miedo". De hecho, la Asamblea Vecinal de Gamonal, reunida este sábado, ha acordado seguir con las acciones pese a la paralización de las obras.

"La obra es absolutamente innecesaria, un auténtico disparate, es un despilfarro en estos momentos", critica Bernal, profesora de la UBU

El pasado del que fuera un pueblo que bordeaba el camino de Santiago y sede del monasterio de San de Juan de Ortega, cuyos vecinos disfrutaban de tierras a censo perpetuo y en el que se empezaron a implantar industrias porque no pagaban impuestos, ayuda a entender su presente incendiario. "La clave para entender por qué Gamonal actúa como Fuenteovejuna es su identidad. Hasta que Gamonal no se anexionó a Burgos en 1955, había sido un pueblo con su identidad, sus fiestas y su propia manera de ver las cosas. En el resto de barrios preguntas a la gente de dónde es y dicen que de Burgos, sin embargo, los de Gamonal dicen que son de Gamonal. Al tener una identidad tan fuerte, son muy resistentes a las cosas", explica Begoña Bernal, profesora de Patrimonio Urbano de la Universidad de Burgos (UBU). "Todavía hay como dos ciudades: Gamonal por un lado y Burgos por otro".

"Gracias a que los de Gamonal defienden su barrio, están salvando de un disparate a toda la ciudad. Los ciudadanos burgaleses les tenemos que estar muy agradecidos por parar el proyecto y por hacer ver que la democracia no se sostiene gobernando en contra de los ciudadanos", declara Bernal, quien califica el bulevar de "auténtica locura" por ser en el "eje más importante de Burgos", la calle Vitoria, antigua Nacional Madrid-Irún. "Que la gente no confunda esto con una obrita de mejora de una calle del barrio, es el eje sustancial de la ciudad".

El fantasma de Méndez Pozo

Por si fuera poco, a la crisis económica y al descrédito de la política, la confianza de los españoles en los representantes políticos está en el nivel "más bajo" de la última década, el nombre del exconvicto constructor Antonio Miguel Méndez Pozo ha vuelto a salir, una vez más, a la palestra. "En la ciudad se le llama el jefe, si quiere pone y quita alcalde, los tiene comiendo de su mano", reprocha Marcos Barriuso, implicado en las protestas vecinales. Presidente de la Cámara de Comercio, dueño del 'Diario de Burgos' (Grupo Promecal) y promotor inmobiliario (Río Vena), Méndez Pozo es el fantasma que nunca ha dejado de sobrevolar la capital burgalesa. Durante los últimos cuarenta años, no hay "barullo" en el que no esté metido. "La sombra de Méndez Pozo es alargada", afirma José María Chomón, periodista y coautor del libro "El Jefe".

"En Burgos pasa lo que en muchos lugares. Hay empresas cercanas al poder que se llevan los proyectos más grandes. Es un problema general de corrupción", añade Chomón, también profesor de comunicación en la UBU. Y es que los problemas urbanísticos en Burgos no se reducen al bulevar. Hay que añadir casos recientes como el del Hospital Universitario, que según el PSOE tiene un sobrecoste de "190 millones de euros, una cifra que casi duplica a los 242 en los que fue adjudicada toda la obra", el Fórum de la Evolución, "que tras disfrutar el ayuntamiento de tres años de prórroga ahora ha pedido otra", o el "proyecto estrella" del alcalde, el pabellón multiusos "Burgos Arena", aplazado tras saberse que en 2012 la deuda del ayuntamiento burgalés con proveedores rondaba los 56 millones de euros. Otro proyecto inacabado por falta de fondos es el bulevar ferroviario que permitirá unir la ciudad de este a oeste.

"Burgos tiene una deuda histórica con Gamonal. Lo que necesita es una estructuración en base a las necesidades de sus vecinos", según Chomón

En esta ocasión, el proyecto del bulevar no fue a parar por completo a las manos de Méndez Pozo. Pero tampoco se había quedado sin su parte del pastel: el diseño del bulevar de la discordia corrió a cargo de MBG Ingeniería y Arquitectura S.L., una firma gestionada por su hijo mayor, Miguel, y por la que ya ha cobrado 240.000 euros. Además, la obra adjudicada por ocho millones de euros en un barrio lastrado por el paro y con un problema eterno de falta de aparcamientos en superficie (de ahí que los vecinos aparquen en doble fila sin freno de mano para que los vehículos puedan ser desplazados cuando haya huecos libres), iba a correr por cuenta de dos constructoras burgalesas, Copsa y Arranz Acinas, socias del todopoderoso constructor.

"Lo que dice don Miguel va a misa. En cuanto abre la boca, todos a callar. En el PP de Burgos no se mueve una silla sin que Méndez Pozo lo sepa", asegura un vecino indignado. "El clima de tensión ha sido tal que las manifestaciones, sin banderas ideológicas, han pasado todos los días por delante de la sede del Grupo Promecal. Lo importante es que la gente ha reaccionado y ha dicho basta", expresa Daniel, otro burgalés comprometido con las protestas de la semana pasada.

Promesas electorales en feudo 'popular'

Llama la atención que en Burgos, paradigma de ciudad conservadora, un problema por unas obras haya destacado tanto y se haya producido una movilización social sin precedentes. Una ciudad que, por otra parte, parece no aprender de los tejemanejes históricos de Méndez Pozo con el beneplácito de los dirigentes de la época. Sin ir más lejos, el exalcalde José María Peña San Martín fue inhabilitado 12 años en el 'Caso de la Construcción' que también condenó al constructor a siete años de cárcel y sin embargo, años después volvió a presentarse a unas elecciones y sacó dos concejales.

"Es algo que no se entiende. Gamonal no lo es todo en Burgos". "En Castilla te encuentras a los más envidiosos y a los más miserables, y esos son los que votan al PP, un partido que siempre nos ha quitado. Es la ignorancia de este país", sentencian algunos burgaleses en referencia a la comodidad con la que siempre se impone el PP en las urnas no sólo en Burgos sino en Castilla y León. También influye que "el PSOE nunca haya presentado un candidato de mucho peso, prefieren la política de gran salón en Madrid que la municipal", dice Chomón, quien no se olvida de la transformación experimentada por la capital de la mano del PP. "Año tras año se han hecho proyectos importantes que coincidían con elecciones, Burgos se ha transformado".

Precisamente, si algo ha defendido el equipo de gobierno del consistorio burgalés es que el bulevar estaba recogido en su programa electoral y que había cumplido todas las normas propias de una ejecución urbana de este tipo. Cabe recordar que el Partido Popular ganó por primera vez en Gamonal las pasadas elecciones. Reformar la calle Vitoria, situada entre los ejes Irún-Logroño, también formaba parte del programa socialista aunque tras el estallido aseguraran que era "necesaria una reforma en el barrio pero no en este momento ni con el plan que ha aprobado el ayuntamiento".

"Los vecinos se apañan para aparcar, ahí está la muestra de que sobra la autoridad"

"Eso es muy demagógico. Se incluyen muchas promesas que no se son cumplidas. ¿Qué tiene que hacer entonces el alcalde por todo aquello recogido en el programa que no ha cumplido. Cada cual que saque sus conclusiones", alega Chomón, quien añade que en "el programa no se recogía el aparcamiento subterráneo o la eliminación de plazas de aparcamiento en superficie gratuitas". "En el programa electoral cabe todo, el papel aguanta cualquier cosa, también pusieron que no iban a subir impuestos y lo han hecho. La gente está harta, sólo quieren llenar las arcas porque se debe muchísimo", menciona Bernal.

"El hecho de que se vote a la derecha no quiere decir que tengamos que aguantar todo lo que digan", critica la profesora de la UBU, autora de libros como "De Gamonal a Burgos". "La democracia no es cada cuatro años, no vale escudarse en el programa electoral, no vale cumplir unas cosas y otras no. Es una mentira tras otra", sentencia en este sentido Marcos Barriuso, 'gamonalero' de toda la vida.

Pero no todos opinan lo mismo. "Es un fracaso político, estoy a favor del bulevar pero no de que roben dinero", aclara una burgalesa del centro. "No me parece que la decisión política sea la correcta pero estoy a favor de que no se haga como quieren, dadno obras al de siempre. Algo hay que hacer".

Participación cuestionada

El ayuntamiento se ha escudado también en que ha sido un proceso participativo. Según el vicealcalde, Ángel Ibáñez, "el proyecto cuando se fue a elegir se realizó con un jurado formado por representantes de colegios profesionales, por representantes de consejos de barrio afectados y por representantes de los comerciantes del entorno". Sin embargo, según Ana Moreno, presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos Francisco de Vitoria, "contó con la participación ciudadana de un consejo de barrio que no representa a todos los ciudadanos".

Al margen de quienes fueron o no los representantes, lo cierto es que se hizo caso omiso a las manifestaciones pacíficas que durante más de dos meses estuvo realizando la ya extinta plataforma vecinal 'Bulevar no ahora' creada para expresar su malestar con el proyecto. Sólo la violencia ha magnificado la pelea silenciosa de los vecinos, algo que la mayoría detesta: "No es agradable ver el barrio destrozado". "En Burgos siempre se ha gobernado así, yo decido, me reúno con quien quiero y tomo decisiones", critica Ana Moreno. "Parece que la participación se resume en echar una papeleta y aguantar cuatro años".

"Esto fortalece la implicación de la gente en los asuntos públicos, ya no tenemos miedo a decir lo que pensamos"

El último argumento del consistorio, feudo inexpugnable de la derecha salvo entre 1999 y 2003 cuando gobernó un tripartito encabezado por el PSOE, giraba en torno al impacto económico del bulevar y la creación de 300 puestos de trabajo, según fuentes consultadas por Vozpópuli. "Ese dinero invertido va a permitir que se revaloricen las viviendas de esos vecinos, que se revaloricen los comercios y que mejore sustancialmente su calidad de vida", según el vicealcalde, Ángel Ibáñez, precisamente originario de Gamonal.

Algo que no convence a una parte significativa de vecinos. "Es una forma de justificar una obra. Hay que tener cabeza. ¿Y el impacto que tendrían las obras para los comercios? ¿Y las molestias para los vecinos? ¿Y el derroche de ocho millones de euros en vez de invertirlo en cosas más prioritarias para Gamonal como evitar el cierre de guarderías? Nos recortan el alumbrado, recortan la calefacción en centros cívicos, hay casas que se están derrumbando... Ya está bien de tomarnos el pelo", sentencia Moreno.

A la espera de ver el recorrido que pueda tener un estallido social como el de Gamonal, si se desinfla o si otros lo toman como ejemplo, Burgos parece haberse adueñado de aquel bulevar de los sueños rotos que cantaba Joaquín Sabina y donde una canción se burla del miedo.

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