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España

Mas-Ibarretxe: Dos tecnócratas discretos que cogieron la bandera del desafío del Estado

Mas e Ibarretxe, en un acto en el País Vasco en 2009.

"Son técnicos que un momento dado se ven arrastrados por el tsunami emocional. Mas se ha dicho, ésto, desde Felipe V, lo arreglo yo". Así de gráfico se muestra un alto cargo socialista en referencia a las dos personas que han presentado el mayor desafío al Estado, descontando, claro está, el terrorismo etarra. Son el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el que fuera jefe del Ejecutivo vasco, durante diez años, entre 1999 y 2009, Juan José Ibarretxe. El órdago soberanista del catalán ha devuelto a la actualidad el famoso "plan Ibarretxe", derrotado en el Congreso de los Diputados en 2005. Pero más que similitudes entre un proyecto y otro, las hay entre un político y otro.

Que haya sido Artur Mas el que se ha envuelto en la bandera del independentismo --aunque se cuida muy mucho de pronunciar esa palabra-- ha dejado completamente sorprendidos a propios y extraños, tanto y como lo hizo hace siete años Ibarretxe. ¿Cuánto hay de pecado original, de fe del converso, de complejo? No tuvieron una juventud marcada por ningun tipo de activismo en ese sentido. Su principal característica es que eran fiables, solventes y tecnócratas. Carecían del liderazgo y carisma necesarios para llevar a los pueblos a la tierra prometida. Siempre se les consideró trabajadores infatigables, tímidos, reservados y discretos, no unos mesías.

Más nació en 1956. Ibarretxe en 1957. Ambos estudiaron Ciencias Económicas y Empresariales. Ibarretxe sí tiene, a diferencia de Mas, inquietudes políticas desde joven. Se aproxima al PNV con 22 años. En 1979 se afilia y cuatro años más tarde se convierte en alcalde de Llodio en las elecciones locales de 1983. Hasta que no se convierte en candidato a la Lendakaritza, en 1999, no empieza a dar contrareloj clases de euskera. Es castellanoparlante, pecado mortal para un jeztzale que aspira a la presidencia del gobierno vasco. Mientras Ibarretxe ocupa la alcaldía de Llodio, a casi seiscientos kilómetros de allí, en Barcelona, Mas entra a trabajar en la administración convergente. A través de su padre, que conoce al entonces consejero de Turismo de la Generalitat, Francesc Sanuy, desembarca en dicha consejería en 1982. A diferencia de Ibarretxe, él sí es bilingüe, pero todos le conocen por Arturo, de hecho, no se convierte en Artur hasta el año 2000, como quien dice, hasta anteayer.

El peneuvista discreto que desconoce el euskera y Arturo van poco a poco escalando puestos. El catalán llega a ser el director general con 29 años, todo un carrerón para alguien que ni siquiera tiene carné del partido pero que le ha caído en gracia a dos personas que serán determinantes en su carrera: la esposa de Jordi Pujol, Marta Ferrusola, y el que entonces era secretario general de Presidencia, Lluís Prenafeta, más tarde implicado en el caso Pretoria. Mas se convierte en afiliado convergente en 1991, con 35 años. Casi una década después, a base de ir escalando como una hormiguita por el organigrama del omnipoder convergente, Pujol le hace secretario general del CDC y "conseller en cap", o primer consejero de su Gobierno. Corre el año 2000. Arturo se convierte en Artur, pero ni siquiera entonces deja asomar al soberanista que hemos descubierto ahora.

Ibarretxe y Mas fueron escalando puestos de manera discreta, sin destacar demasiado

No es muy distinto del ascenso de Ibarretxe. Es el moderado José Antonio Ardanza, lendakari, el que se fija en ese hombre trabajador y discreto, nombrándole tras las elecciones vascas de 1995 vicelendakari y consejero de Hacienda y Administracion Pública. Ibarretxe es uno de los negociadores de la renovación del concierto económico con el primer gobierno de José María Aznar. Correoso y duro en dicha negociación, el Ejecutivo central fue uno de los primeros sorprendidos cuando le convierten en el sucesor de Ardanza para las elecciones autonómicas vascas de 1999. Y es que a pesar de su dilatada carrera política es prácticamente un desconocido para el electorado, hasta el punto de que se da por hecho entonces, y así se escribe, que estará teledirigido por el que era presidente del PNV, Xabier Arzalluz, tan bajo es su perfil político.

Artu Mas también tiene su propio Arzalluz detrás. Se trata de Oriol Pujol Ferrusola y de Quico Homs, éstos sí, independentistas declarados, sin complejos, hasta el punto de que los llaman los "talibanes". Forman parte de su guardia pretoriana, el primero como secretario general de Convergencia, el segundo, como portavoz del Gobierno catalán. Van como una locomotora y Mas se ha subido a ella. No se sabe sin con freno o sin ellos.

Ahora Ibarretxe se dedica a vender el evangelio independentista en foros y fundaciones. Anima y opina sobre los procesos de Quebec o Escocia. Mas le imita incluso en eso de dar conferencias o ruedas de prensa trilingües, (vasco-catalán, castellano e inglés). ¿Acabará como él sin independencia y fuera de la vida política?

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