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España

Mas fía su escapatoria a un triunfo de Pedro Sánchez en las generales

Artur Mas y Pedro Sánchez, en septiembre del año pasado.

Hace ya semanas que altos dirigentes de Convergencia vienen haciendo cábalas en sus encuentros con periodistas sobre los escenarios que atisban después de las elecciones del 20 de diciembre. Como si se tratara de una consigna que contradice, además, la mayoría de las encuestas, todos coinciden en que Pedro Sánchez puede ser, al final, el más votado y, además, el que mayores facilidades reúna para pactar con otras fuerzas políticas y poder formar Gobierno. “Si esto sucediera, es fácil entender que todos nos sentiríamos satisfechos, pues con el PSOE tendríamos mucho más fácil sentarnos a negociar y llegar a acuerdos”, resume un parlamentario próximo a Artur Mas que apuesta por una salida acordada al conflicto secesionista.

En Convergencia se opina ahora que si Rajoy continúa al frente del Gobierno acabará aplicando la suspensión de la autonomía

En las filas de Convergencia se concede una importancia relativa a los últimos gestos que ha hecho Pedro Sánchez para congraciarse no solo con la mayoría de sus barones regionales sino, lo que es más relevante, con los votantes socialistas “a los que les suena bien la música sobre la unidad de España”. De hecho, algunos colaboradores del presidente de la Generalitat están convencidos de que con un Gobierno del PSOE en minoría y un Parlamento mucho más fragmentado que el actual, se abrirán nuevas ventanas de oportunidad para una negociación que “con el PP se antoja imposible”. “Si Rajoy y Soraya desaparecen de escena y nace un Gobierno de otro color político que deje de provocar a Cataluña y se avenga a pactar, podremos entrar en vías de solución”, asegura otro parlamentario convergente.

Negociaciones para despejar la investidura

La previsión con la que se trabaja tanto en Convergencia como en Esquerra Republicana es que, muy probablemente, no se sepa si Cataluña está abocada a nuevas elecciones hasta que se conozcan los resultados del 20 de diciembre. Ello explica la presión de la Candidatura de Unidad Popular (CUP) por acelerar el proceso secesionista y sacarlo a escena con rango legal antes, incluso, de que Mas tenga garantizada la investidura, ante la dinámica tan lenta en la que se desenvuelven las cuatro comisiones en las que los miembros de la candidatura de Juntos por el Sí y los de la CUP abordan los posibles acuerdos para un mandato regido por el interés de convertir a Cataluña en un Estado independiente.

Artur Mas está entrenado para jugar al límite, aseguran en su entorno, resignado a tener que retratar en solitario a su partido en las elecciones generales debido a la negativa de ERC a repetir el invento de Juntos por el Sí que el pasado 27 de septiembre dejó al bloque soberanista a seis escaños de la mayoría absoluta.

En las filas republicanas se explica que el interés de Oriol Junqueras de comparecer con marca propia en las urnas obedece a la acelerada descomposición que daña a Convergencia, condicionada no solo por el enfrentamiento interno entre los consejeros de la Generalitat y sus dirigentes, sino también por la investigación sobre la trama del 3% que puede acabar conduciendo a muchos de ellos a prisión.

Artur Mas está entrenado para jugar al límite, aseguran en su partido

En esta tesitura, es fácil entender que Esquerra Republicana quiera tener grupo y voz propia en el futuro Congreso de los Diputados para dejar de depender en todo de una Convergencia abocada en primavera a un previsible cambio de liderazgo y obligada, quizás, a variar el rumbo de su estrategia independentista a poco que intente alcanzar acuerdos con un Gobierno que, aunque sea socialista, también se enfrentará a serias limitaciones, sobre todo si depende de Ciudadanos para administrar la XI legislatura.

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