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España

Sáenz de Santamaría fulmina a Gallardón y coloca a un técnico del núcleo duro de Rajoy

Primera crisis de importancia en el Gobierno de Mariano Rajoy. La salida de Arias Cañete de Agricultura fue un mero reajuste sin apenas trascendencia. Ruiz-Gallardón, con más peso mediático que político, decidió abandonar este martes el Gobierno y la Ejecutiva del partido tras sentirse derrotado en su batalla por la reforma de la ley del aborto. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que había liderado el malestar interno contra el proyecto, ganó finalmente la batalla. Y, al tiempo, envía un mensaje muy claro a la organización, en unos momentos en los que el Gobierno y el partido se preparan para afrontar la carrera hacia las urnas. "No hay quien le gane un pulso a Soraya", comentan en Moncloa sus incondicionales. Al menos, hasta ahora.

Contó la vicepresidenta, naturalmente, con el respaldo sicológico de los estudios demoscópicos de Pedro Arriola, el asesor áulico del PP desde tiempos de Aznar. En la sigilosa reunión que a comienzos de mes convocó Rajoy en Sigüenza, el consulto dejó bien claro que el partido empezaba a mostrar signos de recuperación, algo más de tres puntos desde el gran resbalón de las europeas. Había que seguir por el camino del centro, sin hacer particular incidencia a los dos principales asuntos que espantan al voto menos militante: el terrorismo y el aborto.

Dos mensajes ácidos

Rajoy cayó entonces en la cuenta de que su proyecto de ley debía ser aparcado, arrinconado o, sencillamente, sepultado. Tan sólo se modificará uno de los aspectos más escandalosos de la ley de Zapatero: la posibilidad de que las menores con 16 y 17 años puedan abortar sin permiso paterno.

Con todo, en este asunto habrá sorpresas. Y vendrán del Constitucional, donde el PP recurrió la ley Aído. El Alto Tribunal avalará muy posiblemente una ley de supuestos y no de plazos, con lo que se volvería, posiblemente, a la normativa que aprobó el gobierno de González y que Aznar nunca retocó. Sería una victoria pírrica y políticamente póstuma de Gallardón.

La decisión más sensata

Y así ha sido. Lo anunció Rajoy este martes tras intervenir en un foro de comunicación. "He tomado la decisión que creo más sensata", explicó el presidente. Cuatro horas después, el ministro anunciaba su renuncia, luego de dedicarle un par de mensajes algo ácidos al propio Rajoy. El recuerdo a que la polémica ley era un encargo de la cúspide del Ejecutivo. Y la referencia a que son tiempos de relevos y hay que dejar paso a las nuevas generaciones. Quien quiso entender, entendió.

Rajoy conocía la decisión de su ministro desde el pasado viernes. Nada hizo para impedirle que reconsiderara su decisión. La renuncia no altera los planes del presidente. En el frente catalán, la maquinaria del Estado la maneja la vicepresidenta. Abogacía del Estado, trámites en el Constitucional, recursos... todo pasa por Moncloa. El departamento de Justicia apenas ha tenido participación en esta estrategia de respuesta al reto de Artur Mas.

Catalá, el sustituto

En el plano estrictamente político, es cierto que a Rajoy no le agradan los cambios y que pretendía culminar la legislatura sin hacer modificaciones en el Gobierno. Pero la iniciativa no ha sido suya y nada ha hecho por impedirlo. El ministro ahora dimisionario apenas tenía visibilidad en la gestión del Ejecutivo. Le rodeaba la soledad tanto en el Consejo de Ministros como en el grupo parlamentario y por supuesto en el partido. Sólo le llegaban los aplausos desde las filas rivales.

Este fin de semana circuló por el Gobierno la noticia de su inminente salida. No hubo llamadas de solidaridad o cariño. Algunos ministros se ensañaban con él en charlas con periodistas. Era un clamor.

Tan rápida ha sido su salida como el nombramiento de su sucesor. Tres horas después de la despedida de Gallardón, Moncloa informaba que su puesto sería ocupado por Rafael Catalá, hasta ahora secretario de Estado de Infraestructuras, un técnico que ya estuvo como segundo de Michavila en Justicia durante el segundo Gobierno de Aznar y que ahora trabajaba codo con codo con Ana Pastor en Fomento. Es decir, que al 'verso suelto' le sustituye un fiel del núcleo duro de Rajoy y, por ende, de Moncloa. Lo vertiginoso del relevo parecía transmitir la idea de que la salida del titular de Justicia no ha provocado sorpresa alguna en el Gobierno sino todo lo contrario. Estaba todo dispuesto. Estaba todo estudiado. Sáenz de Santamaría dirigirá este departamento en funciones hasta la toma de posesión del nuevo titular, a la que se procederá en cuanto Rajoy regrese de su desplazamiento asiático.

El escándalo Gürtel

No contaba Gallardón desde hace mucho tiempo para el presidente. Rajoy no confiaba en él desde el escándalo Gürtel, que se puso de lado y no movió ni un papel ni a las famosas fiscales del caso. Ruiz-Gallardón dejó la alcaldía a escasos meses de resultar elegido por mayoría absoluta. Un movimiento que chirrió, que provocó malestar entre los electores madrileños y que, incluso dentro del partido, produjo enorme rechazo. El 'verso suelto' iba a lo suyo. Ya se aburría como alcalde, entrampado hasta las grandes cejas, sin horizonte olímpico claro y sin recorrido político en el horizonte. Quería entrar en el Gobierno y, luego, llegar a la presidencia. Una aventura imposible.

El final se ha precipitado pero no mucho. Todos sabían que Rajoy no lo consideraba de los suyos. Un elemento ajeno, que caía bien a la izquierda que luego no le votaba. Que durante años fue el candidato de Prisa para liderar el bloque conservador. Que no hacía más equipos que con él mismo. "Todos sabíamos que esto tenía que terminar. Y cuanto antes, mejor,", comentaba el martes una fuente del partido. Tal cual.

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