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El Liberal - Política

Alejandro Fernández: “El acuerdo entre PSOE y ERC está hecho y solo falta escenificarlo”

Alejandro Fernández, presidente del PP catalán y diputado en el Parlament.

Alejandro Fernández (Tarragona, 1976) es el líder del PP catalán, es uno de los diputados más destacados del Parlament. Sus intervenciones no pasan desapercibidas. Cargadas de ironía, tienen como objetivo poner en evidencia a la bancada independentista. Y lo suele hacer, a pesar de las "caras de estreñimiento" con las que son recibidas por los partidarios de la ruptura entre Cataluña y España. Es concreto sin ser cortante. Y esta semana se ha atrevido a invitar al presidente Quim Torra a celebrar la Nochebuena en su casa de Tarragona. Invitación que, obviamente, no ha sido aceptada. 

¿Se sentaría de verdad con el presidente Quim Torra a cenar en Nochebuena?

¡Sí! Y, además, es verdad que lo comenté con mi mujer y con mi madre. Era un riesgo que asumí cuando se lo ofrecía. Yo le he llamado supremacista y lo peor en el Parlament. Pero se lo ofrecí porque llega un momento en el que vas a la esencia casi humanista. Y dices: vamos a hacer un último esfuerzo (risas). Si me hubiera dicho que sí, el día 24 de diciembre por la noche, este hombre y su familia hubieran sido bienvenidos en casa y, efectivamente, hubieran comido y bebido como nunca en su vida.

¿Llegó a responder a su invitación?

Me respondió en el Pleno y con mala cara. Desaprovechó la oportunidad de demostrar una cierta empatía.

¿Eso es raro en él?

No, no es raro. En el fondo, yo jugaba con ventaja (risas).

Es habitual que usted recurra a la ironía, o directamente a la guasa, en sus intervenciones en el Parlament. ¿Es esa la mejor forma de afrontar el momento difícil que vivimos en Cataluña?

Por las caras de estreñimiento que ponen los separatistas, he llegado a la conclusión de que sí. De hecho, he llegado a la conclusión de que, con algunas intervenciones, si vas a degüello con ellos, parece que se recreen y se retroalimenten. En cambio, cuando te ríes de ellos, es cuando más incómodos se sienten. El separatismo es perverso pero a veces da risa. Y es en esos momentos cuando más incómodos se sienten. Creo que esa es la mejor forma de combatirles, con la ironía y el humor.

Los separatistas viven enamorados de ellos mismos

Dicen que es propio de personas inteligentes.

¡Eso yo no lo puedo decir!

El ex vicedecano del Colegio de Psicólogos de Cataluña, Ricard Cayuela, diagnostica que los independentistas viven en un estado de delirio colectivo. Habla, incluso, de trastorno obsesivo compulsivo (TOC). ¿Qué le parece esta opinión profesional?

Es una opinión profesional que no voy a poner en duda. Lo que sí he dicho alguna vez es que viven en un mundo de autoenamoramiento. Viven enamorados de ellos mismos. El supremacismo tiene diversos grados. El peor ya lo conocemos por otras etapas de la historia. Hay otro que es menos intenso y, afortunadamente, menos violento. Y es en este donde los separatistas catalanes creen que son maravillosos en todo. Todo lo hacen bien. Los españoles somos cutres, casposos, ñordos… Ellos, en cambio, por muy cutres que sean, están encantados de haberse conocido y enamorados de ellos mismos. 

El autoenamoramiento del que usted habla lleva al narcisismo. Y este puede ser perverso.

Es evidente. El máximo ejemplo es Laura Borràs [diputada en el Congreso por JxCat] se ha convertido en el ejemplo de musa separatista cuando aún estamos por ver esas supuestas cualidades que la adornan. Cada intervención que hace parece que esté dirigida a burlarse de todos los que no somos separatistas y a dar a entender que solo ellos leen, solo ellos van al cine y el resto salimos de una cueva. Por eso digo que están enamorados de ellos mismos. 

¿Qué es lo que más le preocupa de la situación actual en Cataluña?

Yo no veo la unidad de España amenazada pero sí lo están las libertades de la mitad de los catalanes. El mayor miedo que tengo ahora es que, por parte del PSOE, se llegue a un acuerdo que consista en permitirles tener una especie de estadito autoritario. Que puedan tener básicamente lo que decía la Ley de Transitoriedad, con toda la capacidad legislativa propia y sin tener ninguna dependencia del Estado. Eso permitiría a algo menos de la mitad de la población de Cataluña hacer lo que les diera la gana en cada momento.

Quieren imponer a la otra mitad su manera de ver el mundo.

El exdiputado independentista Alfons López Tena decía algo parecido en una entrevista con El Liberal.

Sí. Él es independentista y yo, evidentemente, no. Pero coincido en parte de su diagnóstico. Una vez ellos han podido corroborar que no van a poder romper España, y menos aún la UE, han llegado a la conclusión de que su batalla es por la hegemonía en Cataluña. Y ellos entienden la hegemonía en términos autoritarios. No es tanto ganar las elecciones, sino imponer a la otra mitad su manera de ver el mundo, su ideología y sus leyes. Leyes sean o no del todo legales. Y lo que tenemos que esperar del resto de los españoles es que no nos abandonen. 

Pero, ¿qué puede hacer el resto de los españoles?

Hablo, evidentemente, de los poderes públicos. Hay que reconocer que la tendencia de los distintos gobiernos a lo largo de la historia ha sido priorizar a la mitad nacionalista, aunque ellos se quejen y hablen de agravio. Y ahora viene una nueva etapa en la que no se trata de priorizar a la otra mitad. Se trata de que las dos mitades tengan los mismos derechos, las mismas libertades y las mismas oportunidades. 

¿Usted hace autocrítica como miembro del PP?

Sí, claro. En su momento, la diputada Cayetana Álvarez de Toledo y yo pedimos disculpas por si alguien se había sentido abandonado. Mucha gente nos lo había dicho. Pero, afortunadamente, también lo están empezando a ver de manera distinta. Si estamos empezando a recuperar posiciones en el PP catalán es porque la gente vuelve a sentirse protegida con nosotros. Y a eso es a lo que me dedico.

Muchos piensan que el PP en Cataluña está empezando a subir en la misma medida en la que Cs está empezando a bajar.

Al final, el pueblo es soberano. Y del mismo modo en el que, en un momento dado, retiró la confianza al PP y se la dio a Cs, ahora están empezando a ver que nosotros volvemos a ser la fuerza política en la que habían confiado durante tanto tiempo.

En la situación actual, parece que Torra tendrá que convocar elecciones en algún momento. ¿Es posible un frente constitucionalista en Cataluña?

¡Ojalá! Pero Ciudadanos no quiere. Lo hemos pedido por activa y por pasiva, en las dos últimas elecciones generales y ellos no quieren saber nada. Nosotros seguiremos insistiendo hasta el último día en el que se cierren las candidaturas autonómicas. 

Alejandro Fernández en un momento de la entrevista.

Salvando las distancias, llegar a ese frente constitucionalista en el País Vasco tampoco fue fácil.

Coincidiendo Jaime Mayor Oreja (PP) y Nicolás Redondo Terreros (PSOE) hubo unidad de acción. Pero el escenario era distinto. Hablamos de 2000 o 2001 y, entonces, el eje izquierda-derecha todavía determinaba la política española de forma muy clara. En el País Vasco era inimaginable que un conservador españolista votara al PSOE vasco. Y lo mismo sucedía con un socialista, aunque fuera partidario de la unidad de España. Hoy esos parámetros han cambiado. Es muy difícil distinguir a un votante de Cs de uno del PP. Podríamos decir que, en esencia, cualquiera que haya votado a Cs puede votar al PP y al revés. 

Pero hay un problema de líderes, parece.

Por parte de Ciudadanos sí. Nosotros proponemos una coalición electoral. No es una OPA para que desaparezca. Les hemos ofrecido una coalición como la que se ha hecho en Navarra y ha funcionado muy bien. UPN, PP y Ciudadanos siguen siendo allí partidos independientes. No se trata de absorberlos. Y es más: nosotros lo que hemos propuesto es hablar sin prejuicios ni apriorismos. Yo mismo he dicho que no exijo ni liderar la candidatura, por mucha ilusión que me pudiera hacer. Lo que propongo es hablar, llegar a un acuerdo y que esa candidatura la lidere aquella persona que se vea que es más capaz de aglutinar voluntades.

Es muy difícil distinguir a un votante de Ciudadanos de uno del PP.

¿Sería posible ese frente constitucionalista a nivel nacional? Los encajes que tiene que hacer Pedro Sánchez para gobernar pueden llevar a una situación como la que se produjo tras la moción de censura con los presupuestos.

El acuerdo entre PSOE y ERC está hecho y solo estamos a la espera de ver cómo lo escenifican. También creo que ese gobierno durará poco porque es incoherente y absurdo. En mi opinión, la opción de España Suma, con Ciudadanos y PP, es una opción ganadora. Si en las últimas elecciones hubiéramos ido juntos, habría ganado. Y hoy tendríamos una situación radicalmente distinta.

Si en el escenario político catalán irrumpiera Vox, ¿contaría también con ellos? Hay encuestas que predicen que será así y que, además, auguran una debacle para Cs.

Yo nunca he sido partidario de los cordones sanitarios a Vox. Y siempre digo lo mismo: si a mí me dan a elegir entre Vox y Podemos, elijo a Vox aunque me distancien muchísimas cosas de ellos. Pero eso tampoco significa que esté obligado a hacer una coalición con ellos. Nuestra oferta de Cataluña Suma está circunscrita a Cs. Luego, ya veremos. A mí no me gusta aislar a nadie ni me gusta hablar de cordones sanitarios. 

¿Qué se siente cuando se ve cómo se gasta alegremente el dinero de todos los catalanes en algo como el 'procés' y sus chiringuitos?

Se pierde una cosa fundamental de cualquier sociedad occidental que es la confianza y la estabilidad. Las sociedades occidentales se basan en la estabilidad, en la confianza y en la seguridad jurídica. Tú llegas a un sitio, inviertes mucho dinero allí y lo haces sabiendo que en los próximos 10 años vas a tener un régimen jurídico que no te va a expropiar, que vas a tener una situación política con variaciones pero sin terremotos… Eso es lo que garantiza que una sociedad progrese. Y en Cataluña nos hemos encontrado que esas bases esenciales sobre las que se ha fundamentado el progreso en la civilización europea no funcionan. Muchos inversores y grandes y pequeñas y medianas empresas ven que aquí son capaces de aprobar algo como la Ley de Transitoriedad, que liquida la democracia y que crea prácticamente un sistema autoritario sin separación de poderes. No es, desde luego, el clima más favorable para poder invertir. Más allá de las cifras, se ha perdido lo esencial de cualquier sociedad civilizada.

No soy partidario de los cordones sanitarios a Vox

Es curioso que, frente a esta situación, buena parte de la sociedad catalana o apoya lo que sucede o lo observa como si no fuera con ella.

Las sociedades tienen procesos de enajenación mental transitoria. Le ha pasado a todas las grandes naciones del mundo. En muchos países de Europa, durante años de su historia, la mayoría de su población vivió un proceso de enajenación mental transitoria. Y tuvieron unos pensamientos colectivos terribles. Luego los rectificaron, pero los tuvieron. Hay que tener también en cuenta que la gran ventaja que tienen los separatistas es que forman parte de una colectividad que dos profesores y economistas catalanes, Benito Arruñada y Víctor Lapuente, llaman la clerecía catalana. Son gente que vive básicamente difundir el proceso separatista. Tanto desde las administraciones públicas como desde aquellas empresas que viven de la administración pública. Eso es un conglomerado enorme que les hace impermeables al resto de mortales. Se pueden permitir el lujo de que se vayan el resto de las empresas. ¿Quién está rechazando más el proceso en Cataluña? Las clases más humildes, que han vivido de las empresas que se van. Los privilegiados no. Ahí está Laura Borràs, que se permitía el lujo de regalarle 200.000 euros a un amigo a través de sociedades y de “trapis”… esto es la clerecía. Viven de un entramado que, según se dice, mueve 6 billones de las antiguas pesetas.

Lo cierto es el 'procés' ha logrado eclipsar todo, incluida la corrupción.

Eso es por la deriva autoritaria. Una de las características que tiene cualquier sistema autoritario son niveles de corrupción inasumibles para cualquier democracia. Si uno piensa en la Filipinas de Ferdinando Marcos, en Somoza, en Hugo Chávez, en los Castro o en los jerarcas norcoreanos, ve que son sociedades en las que la corrupción forma parte del paisaje porque todo régimen totalitario la acepta como algo normal. Y eso es lo que ocurre en Cataluña. A ellos les da igual porque la independencia es un bien superior.

Con eso logran hasta que su propia masa social permanezca callada ante los escándalos.

Sí, claro. Es lo que le decía de la clerecía. Viven de ese entramado institucional en el que hay corrupción.

Pero, frente a esa Cataluña montada en torno al nacionalismo, hay una Cataluña de gente normal, que tiene sus propias vidas, que no vive de lo público. Y aquí no se habla de construir hospitales o colegios. Todo es 'procés'.

Con toda la crudeza, debo decir que Ciudadanos representó la esperanza de esa Cataluña mayoritaria, que les dio una victoria electoral clara. Pero, a las primeras de cambio, salieron huyendo. Por lo tanto, esa Cataluña vuelve a estar huérfana de liderazgo político.

La líder de Cs, Inés Arrimadas, ha dicho que su partido se equivocó al no apoyar la investidura de Pedro Sánchez. ¿Qué opina de esto?

Yo no creo que el tema sea ese. Creo que se equivocó siendo desleal a sus dos misiones fundacionales. Una era hacer frente al nacionalismo en Cataluña. Pero se piraron todos. La otra era hacer de bisagra con PP o PSOE para evitar que los nacionalistas tuvieran la llave de la gobernabilidad de España. Más allá de la frase concreta de Arrimadas, se equivocaron no garantizando la gobernabilidad de España.

Una cosa es pactar un gobierno y otra es reformar una Constitución que permita a los independentistas celebrar un referéndum en Cataluña. Usted cree que no se llegará a eso y que lo que quieren es una autonomía autoritaria. Pero de lo que se vuelve a hablar es del referéndum.

Es imposible que haya un referéndum en España. No hay mayoría posible para hacerlo. ¿Por qué se puede hacer un referéndum en Escocia o Canadá y aquí, en Francia, Alemania o Finlandia no? Escocia y Canadá vienen de un derecho que emana de la Commonwealth. Su soberanía está en la Union Act. Escocia no se ha autodeterminado. Fue el Parlamento británico el que autorizó a Escocia a hacer un referéndum. Lo mismo sucedió en Canadá con el Quebec. Pero es porque su soberanía no reside en el pueblo. Son grupos que se unen a través de la Corona británica. Las grandes naciones europeas son indivisibles por naturaleza. Alemania, Francia, España o Italia son indivisibles. Sus sistemas políticos impiden por definición la celebración de referéndums de autodeterminación porque la soberanía en todos estos países reside en el conjunto de la nación. La única manera de celebrar un referéndum para Cataluña sería votando todos los españoles y eso es absurdo. No va a ocurrir.

Ciudadanos ha sido desleal a sus misiones fundacionales: hacer frente al separatismo y hacer de bisagra

Aun así, insisten. Y uno de los temores que hay, si Sánchez forma gobierno con Unidas Podemos y los independentistas, es precisamente que se pueda celebrar ese referéndum.

La única manera de hacerlo es ir a otro sistema. Lo que ellos llaman liquidar el sistema del 78. Pero no tienen mayoría para eso. Incluso no la tienen con un PSOE rebelde. Necesitan una mayoría muy cualificada solo para empezar el procedimiento. Una reforma de ese calado en la Constitución requiere de esta mayoría. Luego habría que hacer un referéndum para ratificar la reforma. Y, después, convocatoria de elecciones y que las nuevas Cortes ratifiquen esa reforma. Eso es imposible. Yo lo he dicho muchas veces en el Parlament. Madrid nunca va a autorizar un referéndum ni aunque gobierne Chiiquilicuatre. A ellos les está costando un poco de trabajo pero ya se están dando cuenta.

¿No encuentra que es contradictorio el hecho de poder reclamar la independencia de Cataluña pero, a la vez, no tener los mecanismos para poder llevarla a cabo?

A mí no me gusta hacer comparaciones porque pueden ser malinterpretadas. Pero, por ejemplo, pienso en el Pacma o los partidos falangistas que hacen reivindicaciones que no caben en la Constitución. Las pueden expresar libremente pero no van a tener cauces o lo van a tener muy complicado. El sistema democrático te permite defender las ideas pero eso no significa necesariamente que dispongas de los instrumentos legales para impulsarlas porque pueden ir contra la propia naturaleza del sistema. Insisto, no voy a poner ejemplos, pero hay muchos partidos que llevan en sus programas auténticas barbaridades. Las pueden defender en plaza pública pero no van a encontrar mecanismos para poder cambiar las leyes sobre esos asuntos. Y esto de la independencia es lo mismo. La comunidad política que emana de la Constitución es indisoluble por naturaleza porque de ella emanan los derechos de los que vivimos todos. Puedes trocear España y hacer una Cataluña independiente. Pero luego puedes hacer también una Tarragona independiente. Y el barrio de Sant Pere y Sant Pau. Y declararte en insumisión en tu bloque de pisos y decir que no pagas ni la contribución ni las basuras.

No habría límites.

Exacto. La democracia, como espacio de debate público, es prácticamente ilimitada, salvo lo que es delito, como la apología del terrorismo o de la violencia en general. Pero el marco legal no es ilimitado. El marco de la comunidad política es, por definición, limitado.

¿Cuál sería una solución realista para Cataluña?

Un gobierno no nacionalista en la Generalitat por primera vez. No veo otra solución. Todo lo demás serán parches para seguir con el mismo debate. Hay que poner toda la intensidad y toda la fuerza en lograr que en Cataluña haya un gobierno no nacionalista. Eso pasó también con el País Vasco. Pero aquí no ha ocurrido nunca. El tripartito era nacionalista. Y esa es, para mí, la solución. No será una solución mágica pero, en el momento en el que tengas eso, dejarás de tener un gobierno golpista o con vocación golpista. En ese momento se acaba todo.

Pero, sin una implicación real del Estado, eso parece difícil.

No, en el País Vasco, cuando nadie se lo esperaba, lo hubo. El socialista Patxi López, que luego fue muy mal lehendakari, llegó al gobierno vasco sin que nadie lo esperara. Y fue con el apoyo del PP. En circunstancias muy distintas, también ha sucedido en Andalucía. ¿Por qué no puede suceder en Cataluña? No se trata de acordar con el separatismo y hacerles determinadas cesiones. Se trata de sacarles del gobierno, de ganar las elecciones.

La única solución realista para Cataluña es un gobierno no nacionalista en la Generalitat.

Ahora mismo tenemos una comisión bilateral que sitúa en un mismo nivel al Estado y a la Generalitat.

Usted me pregunta por soluciones y yo solo veo una: un gobierno no nacionalista en Cataluña.

¿Se atreve a augurar lo que van a ser los próximos meses en Cataluña y en España?

Creo que va a ser un año muy difícil, muy inestable. Ojalá pudiera decir otra cosa. Además, creo que se le va a añadir el inicio de una crisis económica y una situación complicada que hará que los ciudadanos vuelvan a mirar hacia el PP, que es el partido que arregla las crisis y las situaciones complicadas.

¿Y cree que la violencia volverá a Cataluña?

La batasunización de la vida pública catalana no ha acabado. Creo que, a medida que baje el apoyo social del separatismo, curiosamente, se incrementará la violencia. No es casualidad que, cuanta menos gente iba a sus manifestaciones, más violentos eran los que se quedaban. Y eso va a seguir siendo así.

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