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El Liberal - Opinión

¿Quién va a pagar todo esto?

La deuda pública marca un nuevo récord con 1,21 millones de euros hasta junio.

La prensa del pasado lunes 30 de septiembre de 2019 publicaba lo siguiente: "La deuda del conjunto de las administraciones públicas, es decir, la deuda pública de España, alcanzó en el segundo trimestre del año los 1.210.915 millones de euros, con lo que marcó nuevo máximo histórico y se situó en el 99% del PIB, según los datos publicados este lunes por el Banco de España". 

En este artículo pretendo entretener al lector con un sencillo análisis histórico de la deuda pública.Hay que preguntarse qué ha pasado para que debamos esa astronómica cantidad que hoy pesa sobre nosotros. Hay que preguntarse cómo ha sido posible que la deuda pública, que al final de 1982 estaba en unos irrisorios 32.000 millones de euros, 25% del PIB, haya llegado a ser, en junio de 2019, 1,21 billones, el 99% del PIB. En 37 años se ha multiplicado por 37. Son 26.000 euros por habitante.

La cifra de nuestra deuda es un récord histórico absoluto, y es descomunal, tanto en términos absolutos, 1,21 billones euros, como en porcentaje sobre el PIB, el 99% y supone 15 veces la recaudación anual del IRPF. Para poder pagar esta deuda necesitaríamos unas cuentas como las del 2006-2007 durante 30 años seguidos. Es tan descomunal que a lo más que podemos aspirar es a sostenerla, pero es tan grande que eso exigirá tremendos esfuerzos. 

Estado de bienestar

A partir de 1945 los Estados europeos de nuestro entorno vuelcan todas sus energías en la reconstrucción, el desarrollo y la articulación de políticas de cohesión social. Se trata de crear poco a poco el ansiado Estado del Bienestar, garantía de paz social. A lo largo de los años 50 y 60 todos deciden cubrir lo mejor que puedan las necesidades de sus ciudadanos, sobre todo en materia de pensiones, paro, sanidad y educación. El Estado, empujado por un fuerte movimiento sindical, se compromete a proteger a la gente frente a estas necesidades básicas.

Todos están decididos a evitar el escenario que llevó a la Gran Depresión de 1929, alejando, de paso, tentaciones fascistas o comunistas. Así, la gente empieza a percibir que tiene un Estado que le protege desde la cuna hasta la tumba y que nadie será abandonado a su suerte. Tanto la democracia cristiana como la socialdemocracia estaban de acuerdo con esos planteamientos, y conservadores y socialistas lo siguen estando ahora mismo.

Naturalmente, los Estados necesitan mucho dinero para poder cumplir todos esos compromisos. Afortunadamente, entre 1945 y 1973,  la economía europea crece año a año a un fuerte ritmo: en los principales países el PIB aumenta de media entre un 5% y un 6% anual. Lo mismo ocurre con los ingresos públicos: impuestos y cotizaciones sociales. Por su parte, las necesidades a cubrir, los gastos públicos, están recién implantadas, crecen a un ritmo menor y son soportables y no hay paro. Los viejos no son muchos, cobran pensiones moderadas y tampoco llegan a cumplir muchos años. Así, los gastos se cubren con los ingresos, no hay déficit y no es necesario emitir deuda. El Estado interviene fuertemente en la economía y se permite el lujo de  mantener enormes empresas públicas en minería, siderurgia, astilleros, automoción,... son los llamados "treinta años gloriosos".

Ralentización de la economía

Sin embargo, en 1973, a partir de las crisis del petróleo, las cosas empiezan a torcerse. El brutal encarecimiento de las materias primas y la caída de las empresas públicas en pérdidas insoportables provocan una dura reconversión industrial, se privatizaron muchas empresas. La economía europea ralentiza su ritmo de crecimiento a la mitad: entre 1974 y 2007, el PIB de los principales países crece de media entre un 2% y un 3% anual, la mitad que antes. 

Lo mismo ocurre, como es natural, con los ingresos públicos: crecen poco. Para terminar de estropear el panorama, los gastos públicos ofrecen ahora su cara más incómoda: los trabajadores empiezan a acceder en gran masa a la jubilación, aumenta enormemente la esperanza de vida, la reconversión genera paro y hay que pagar a los desempleados. La sanidad y la educación se implantan como servicios universales y gratuitos, demandas sociales imposibles de esquivar. Van venciendo las letras firmadas en la época de vacas gordas, y eso ocurre precisamente en una época de vacas flacas. 

Así se incurre en gastos superiores a los ingresos y se van generando déficits constantes. Los políticos, que no utilizan las luces largas, no quieren que la gente se enfade y hacen lo que sea para no defraudar a sus votantes. No queda otro remedio que pedir prestado si se quiere cumplir lo prometido. La deuda pública es cada vez mayor.  Los políticos responden al dicho popular de que "se gasta lo que se debe, aunque se deba lo que se gasta".

Liberalización y desregulación 

Este período entre 1974 y 2007 es de liberalización y desregulación. Thatcher y Reagan son sus símbolos. El Estado olvida su anterior intervencionismo y consiente el libre mercado. También es un período en el que se inicia la globalización masiva de la economía, con pérdida de empleos en Europa.  Este planteamiento se refuerza a partir del año 2000 con la implantación del euro, el extraordinario abaratamiento de los tipos de interés y el desbordamiento total del mercado hipotecario. En todo el mundo hay una euforia desatada. La caradura de muchos agentes financieros, unida a la pasividad de los reguladores, genera los siniestros activos tóxicos y la burbuja inmobiliaria. Todo ello produce el reventón de 2008, iniciado con la quiebra de Lehman Brothers en septiembre. 

La crisis de 2008 agrava la ya maltrecha situación de las cuentas públicas. Los años entre 2008 y 2013 son malos en todos los países europeos, con un crecimiento medio del PIB en torno a cero. Quiebran bancos importantes, hay una brutal restricción crediticia, la construcción y el mercado inmobiliario se vienen abajo, muchas empresas cierran, la cifra de parados aumenta,... Los ingresos públicos disminuyen y los gastos se disparan, en especial pensiones y paro. A partir de 2014 se produce cierta recuperación, pero con un crecimiento medio del PIB de entre el 1% y el 2% anual es un ritmo débil. Y en estos momentos el pronóstico es que va a empeorar.

El crecimiento de la deuda en los países europeos

Es muy revelador comprobar cómo ha crecido la deuda pública, en España y en los países parecidos de nuestro entorno, en el período que va desde 2007 (último año bueno antes de la crisis) hasta el final de 2018 (del que tenemos datos completos). Veremos cómo, partiendo de un endeudamiento, que ya era fuerte en 2007, se alcanzan niveles de infarto en 2018 en todos los países. Es una buena forma de observar los efectos del gasto en las cuentas públicas y juzgar el comportamiento de los políticos enfrentados a la exigencia de cubrir las necesidades de la gente sin tener dinero para ello.

En España: la deuda pública pasa del 35,6% del PIB en 2007 (era un porcentaje idílico) al 97,1% del PIB en 2018. Es un crecimiento brutal y muy rápido. Al final de 2018 la deuda pública española es de 1,17 billones de euros. Ya hemos visto que en junio de 2019 es de 1,21 billones. Los billones son millones de millones. Es demasiado, y sigue subiendo.

En Francia: la deuda pública pasa del 64,5% del PIB en 2007 (estaba mucho peor que España) al 98,4% del PIB en 2018. Porcentaje muy preocupante. A final de 2018 Francia debía 2,16 billones de euros.

En Italia: pasa del 99,8% en 2007 (mucho peor que Francia) al 132,2% del PIB en 2018. Italia tiene el récord en este porcentaje. Es una barbaridad. A final de 2018 debe 2,13 billones de euros.

En Reino Unido: pasa del 41,7% en 2007 (en línea con España) al 86,8% en 2018. Algo mejor que sus colegas. Al final de 2018 Reino Unido debe 2,05 billones de euros.

En Alemania: pasa del 63,7% en 2007 (como Francia) al 60,9% en 2018 (el mejor de todos). Al final de 2018 Alemania debe 1,81 billones de euros. Es el único país que hace bien los deberes: no ha generado déficit en los últimos años, ha bajado el porcentaje sobre PIB y mantiene una cifra absoluta tolerable. Los cuatro restantes suspenden la asignatura, sin paliativos.

Entre estos cinco países la cuenta a pagar es 9,3 billones de euros.

Si añadimos Estados Unidos a la lista, las cifras son espeluznantes. Aunque EEUU no sea un Estado de Bienestar de estilo europeo, muestra un comportamiento parecido en su incapacidad para cubrir los gastos públicos. Al igual que la mayoría, genera déficits constantes. Por ejemplo, en los 8 años de mandato del presidente Obama (2009-2016) la deuda pública de EEUU pasó de 10,6 a 19,9 billones de dólares. 
Japón es un caso aparte: su Deuda Pública supone el 236% de su PIB  y alcanza 10 billones de euros.
 

¿Qué ha pasado en España con la Deuda Pública?

Veamos más despacio lo que ha pasado en España.

En octubre de 1982 gana las elecciones el PSOE (Felipe González) y permanece en el poder hasta mayo 1996. Tomando los 13 años completos que van desde enero 1983 a diciembre de 1995, la deuda pública pasa de 32.000 millones de euros a 283.000 millones. Es un crecimiento de 19.300 millones al año, 53 millones más cada día (es una cifra impresionante, aunque casi nada para lo que vendrá luego).

En mayo de 1996 gana las elecciones el PP (José María Aznar) y permanece en el poder hasta abril 2004. Tomando los 8 años completos que van desde enero 1996 hasta diciembre 2003, la deuda pública pasa de 283.000 millones a 383.000 millones. Es un crecimiento de 12.500 millones al año, 34 millones más cada día (algo más contenido).

El PSOE de Rodríguez Zapatero gana en abril 2004, y termina su primer mandato en marzo de 2008. Tomando los 4 años completos que van de enero de 2004 a diciembre de 2007, la deuda pública pasa de 383.000 millones a 385.000 millones. Esto no es nada. Así da gusto. Está claro que cuando la economía va, no bien sino extraordinariamente bien (como era el caso), el Estado español tiene capacidad fiscal para pagar los gastos públicos. Los años 2005, 2006 y 2007 registran superávits en torno a un 2%, cosa asombrosa en las cuentas públicas españolas.

Este período de 13 años, desde enero 1995 a diciembre 2007, es el de los 13 maravillosos años. Se registra un crecimiento del PIB a una media del 3,8% anual (formidable). El déficit medio es sólo el 1,3% anual. La población ocupada pasa de 12 a 19 millones. Todo ello supera a nuestros vecinos europeos. Ciertamente, partíamos de una situación más pobre y eso hace que el crecimiento sea más espectacular. En 2007 parecía que España se comía el mundo: estaba a punto de desbancar a Italia en PIB per capita. Todos los nacidos entre 1975 y 1985 vivieron su juventud en ese período como una época espléndida.

Es en el segundo mandato de Rodríguez Zapatero (marzo 2008 - noviembre 2011), cuando la crisis de 2008 empieza a destruir sin compasión las cuentas públicas, y privadas. En los 4 años completos que van de enero 2008 a diciembre 2011, la deuda pública pasa de 385.000 a 744.000 millones de euros. Es un crecimiento de 90.000 millones más cada año, 246 millones más cada día (ésta ya es una cifra aterradora). El déficit medio en esos 4 años es del 8,6% anual: el récord está en el 11% del 2009. Se pierden 2,2 millones de empleos.

España rompía todos los esquemas y estuvo a punto de ser intervenida por Bruselas. En septiembre de 2011 se modificó el artículo 135 de la Constitución para declarar solemnemente ante el mundo que íbamos a reducir el déficit y la deuda a los niveles exigidos por la UE. Pese a lo que nos decían, no se ven los brotes verdes por ningún sitio. Algunos expertos pronosticaron (y aconsejaron) el abandono del euro. Zapatero tuvo que empezar a hacer recortes (congelación de pensiones, reducción de sueldos públicos). Sus votantes, muchos de ellos crecidos en los 13 maravillosos años, no estaban preparados para entenderlo.

En la época de Rajoy, noviembre 2011 a mayo 2018, continúa la implacable destrucción de las cuentas públicas, aunque hay dos trienios diferentes:

Entre enero 2012 y diciembre 2014 las cosas siguen muy mal. Se pierden 500.000 empleos, los déficits son fuertes y la deuda pasa de 744.000 a 1.042.000 millones, 99.000 millones más cada año, 272 millones más cada día; sin comentarios.

Entre enero de 2015 y mayo/junio 2018 se empieza a ver una luz al final del túnel: se inicia la recuperación, a un ritmo claramente más fuerte que nuestros vecinos. Se recuperan 2,2 millones de empleos, los déficits disminuyen y la deuda pasa de 1.042.000 a 1.166.000 millones, 35.000 millones más cada año, 97 millones más cada día; es un alivio.

Precisamente porque en los 13 maravillosos años, 1995-2007, habíamos crecido mucho más que los colegas europeos, nuestra caída fue muchísimo más fuerte en los años post-crisis (2008-2014). Los países comparables no han sufrido los efectos de la crisis con la misma intensidad que España. La tasa de empleo (población ocupada entre 15-64 años), que en 2007 estaba en España en el 65,8%, cae al 56% en 2014 (10 puntos). En cambio, en Francia y UK esa tasa se mantiene, en Italia cae sólo 3 puntos y en Alemania sube 5 puntos.

El PSOE de Pedro Sánchez entra en mayo 2018. Veamos cómo pasa la prueba del algodón de la deuda. Al final de junio de 2018 debíamos 1,166 billones euros; al final de junio de 2019 debíamos 1,211 billones de euros. Es un incremento de 45.000 millones de euros en 12 meses, 123 millones más cada día, un 27% más que en el segundo trienio de Rajoy. Por este camino vamos de mal en peor. Nuestros políticos son incorregibles.

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