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El Liberal - Opinión

La renuncia a ganar el relato a los independentistas

Lo más dañino del acuerdo con ERC para investir a Pedro Sánchez y la mesa entre gobiernos es haber otorgado al independentismo la legitimidad de sus actuaciones, haberles vuelto a conceder el carácter de únicos y auténticos representantes de Cataluña, darles la razón. Pasar del conflicto interno entre catalanes al conflicto político entre "naciones". Por si fuera poco, parece que el Gobierno ha decidido desmantelar España Global, una renuncia muy grave pues ha sido el único organismo que ha combatido en el exterior el relato independentista.

Estamos donde estamos por 40 años de agitación y propaganda del nacionalismo catalán sin réplica por parte del Estado. Con Josep Borrell de ministro de Exteriores, se inició un imprescindible combate ideológico. Parecía que la evidente deslealtad de los líderes independentistas, su apuesta por la unilateralidad, por la coacción e intimidación de la disidencia interna, había despertado al Gobierno español de su letargo. Un espejismo. Se pueden dar medidas de gracia, reformar el Código Penal, ser generoso con quienes no lo son, buscar vías de diálogo. Pero nunca renunciar al combate ideológico, a la lucha de ideas. Y eso es lo que está pasando.

Hay desánimo entre los catalanes no independentistas, incluidos muchos socialistas. Una sensación de extrema soledad, de desamparo, frente a un régimen que, a pesar de las discrepancias entre fuerzas políticas del sistema, mantiene todos los mecanismos de control e ingeniería social, de propaganda, de proselitismo, de clientelismo, de coacción y acoso. "Lo volveremos a hacer", dicen todos los líderes golpistas, todos los supremacistas encantados de encontrarse con un Gobierno entreguista cuando parecían estar contra las cuerdas ante sus propias bases por mentiras, por su impotencia, por la resistencia de una parte muy significativa de la sociedad catalana.

La renuncia a ganar el relato es muy grave. Ningún pacto puede llevar a renunciar a la batalla ideológica. Los independentistas no lo hacen. El cambio de los marcos mentales es producto de mucho trabajo, de difusión masiva de ideas alternativas a las dominantes en la sociedad catalana. El nacionalismo lleva 40 años de lluvia fina y persistente. Van a seguir su relato sin que se denuncien su miseria ideológica y sus mentiras con medios que se acerquen a los que ellos disponen. Se deja en manos del nacionalismo español en ascenso el único contra relato, lo que es la peor noticia para conseguir imponerse democráticamente al nacionalismo independentista. Nada mueve al optimismo a pesar de lo artificioso del relato independentista y la resistencia de los catalanes contrarios a la independencia.

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