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El Liberal - Opinión

El confinamiento total, otra cortina de humo

Carles Puigdemont y Quim Torra.

Una de las habilidades del independentismo ha sido imponer debates que favorezcan sus intereses. Para ello cuenta con armas potentes, un enorme poder institucional, una gran penetración en el entramado asociativo y el dinero de todos los catalanes, todas ellas dedicadas en cuerpo y alma a la agitación y propaganda. La gestión siempre les ha importado poco.

Ahora, para tapar su incompetencia, compartida con la del gobierno central y otros gobiernos europeos, el independentismo ha concentrado sus esfuerzos en criminalizar, es la palabra adecuada dadas las acusaciones explícitas de causar muertes, al gobierno español por no decretar el confinamiento total de Cataluña. Con ello alimentan la hispanofobia, en este caso concentrada en Madrid, y desvían el debate de sus propios errores, prefiero no utilizar palabras más gruesas, que son muy parecidos a los cometidos por aquellos a los que acusan.

Como si el confinamiento total fuera la panacea para acabar milagrosamente con la pandemia.  No sé en que consiste exactamente el confinamiento total más allá de evitar que algún vehículo traspase la ‘frontera’ con la Comunidad Valenciana o Aragón o unas pocas decenas de personas al día salgan o lleguen a Sants o Atocha. Nadie, creo, defiende que cesen las actividades esenciales, siempre difíciles de encorsetar. Todo el sector alimentario, la logística correspondiente, muchos servicios, la policía y el ejercito, los hospitales, los medios de comunicación, seguro que TV3 no se vería afectada por el confinamiento total, la energía, muchas industrias que abastecen de componentes imprescindibles para dichas actividades y un largo etc.  

Como si el confinamiento total fuera la panacea para acabar milagrosamente con la pandemia.  No sé en que consiste exactamente

Lo que queda fuera de ellas, y sigue con actividad presencial, es residual y, desde luego, no es el foco de la pandemia. Sólo hay que ver como están de desiertas nuestras calles y zonas industriales. El propio alcalde de Igualada, especialmente legitimado para hablar de este tema, ha dicho “Que se dejen de confinamientos.  Test rápidos para todos “. Es decir cambiar la estrategia de lucha contra la pandemia en línea con lo que ha funcionado en Corea, Taiwan, Singapur, Alemania o la propia China. Test masivos, aislamiento,  y seguimiento de los positivos  dejando los hospitales para los más graves y habilitando centros ad hoc para los menos graves, compra de medicamentos que rebajan la carga viral, actuación prioritaria en los focos principales de transmisión del virus, residencias de la tercera edad, hospitales, fuerzas de seguridad y en general todos aquéllos que continúan dando la cara para servir a los ciudadanos desde sus puestos de trabajo.

La sobre reacción, y además en la dirección equivocada, produce más costes económicos, que también son vidas, y no evidencia mejores resultados. Baste recordar que, con el confinamiento sin test, las familias se convierten en un gran foco de contagio como ha quedado acreditado en china.  Pero el debate, insisto, no es para minimizar los daños personales y en la economía, sino para ocultar las culpas y concentrarlas en los demás. Estamos ante una utilización sectaria y desleal de la pandemia.  Su único objetivo es ganar la batalla política. No son los únicos, pero si los que utilizan unos medios más deplorables: la insolidaridad y el victimismo combinado con el supremacismo.

El debate, insisto, no es para minimizar los daños personales y en la economía, sino para ocultar las culpas y concentrarlas en los demás

El independentismo se ha especializado en polarizar la sociedad en torno a consignas vacías y falsas que refuercen su discurso, que consoliden su hegemonía en Cataluña. ‘Dret a decidir’, ‘això va de democracia’,’ volem votar’, ‘Espanya ens roba’, entre otras muchas. Ahora, especialmente los seguidores de Puigdemont y Torra, tratan de arrimar la ascua a su sardina con el ‘confinamiento total’ y con la creación artificial de figuras mediáticas para revestir de criterio científico lo que no es más que política. Y no se trata de defender al gobierno español que ha realizado una gestión nefasta, pero si de poner al descubierto una actuación desleal que sólo busca un rédito político que piensan que puede ser útil para sus ambiciones independentistas o, por lo menos, que les coloque, a los de JxCat, en buena posición de cara a las próximas elecciones autonómicas y sea una cortina de humo para los errores propios, incluido el mitin de Perpiñán.

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