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El Liberal - Opinión

Cumbre bilateral, sentirse apátrida

Pedro Sánchez y el president de la Generalitat, Quim Torra, el 9 de julio en La Moncloa

El próximo martes, tras la sentencia que inhabilita a Torra, después de la sentencia de Junqueras a Torra al no protegerle como diputado tras la sentencia del Supremo, tras la no convocatoria electoral, Sánchez se reunirá con Torra. Es inaudito.

Cada vez que Sánchez se ha reunido con Torra mil estorninos han muerto. La primera vez imágenes bucólicas alrededor de la fuente de Moncloa, la segunda en Pedralbes, a Sánchez le colaron ponsettias amarillas, y luego Torra le dejo tirado en la cena que tenían auspiciada por Foment del Traball. Torra se forjó la imagen de presidente a costa de fotos con Sánchez, cuando pocos meses antes era, sólo era, el número 11 de la lista por Barcelona del partido que había quedado segundo en las elecciones autonómicas catalanas.

Cada vez que Sánchez se ha reunido con Torra mil estorninos han muerto

Sánchez, socio leal de Junqueras, cuando se reúna con Torra el próximo martes le dará pie a éste a realizar su segundo gran acto de precampaña electoral. El primero fue el no anuncio de elecciones, al más fiel estilo del Sombrerero Loco de Alicia en el País de las Maravillas y el día del no cumpleaños. El no anuncio de Torra, que Felipe González ha afirmado no comprender, nos aboca a una campaña electoral de 4 meses hasta mayo. La cuarta en un año para los catalanes.

En la reunión del martes Torra podrá insultar impunemente a Sánchez llamándole represor y carcelero. El problema no está ahí, cada uno es libre del grado de masoquismo al que se somete voluntariamente e incluso de sentir placer. El problema es que en el insulto a Sánchez, por su condición de presidente del Gobierno, va la humillación a todos los españoles.

En la reunión del martes Torra podrá marcar diferencias, y hay muchas, con ERC. En esa reunión Torra podrá profundizar en la estrategia que tan buen resultado viene dando a JuntsxCat, de presentar a ERC como pactista y débil frente a las posiciones irredentas y puras de los neoconvergentes. El último sondeo del CEO muestra claramente que la tendencia, que ya se evidenció en las generales de noviembre se consolida, y los de Torra-Puigdemont recuperan terreno a costa de los de Junqueras.

El último sondeo del CEO muestra claramente que la tendencia, que ya se evidenció en las generales de noviembre se consolida, y los de Torra-Puigdemont recuperan terreno a costa de los de Junqueras

Es difícil de entender porque Rufián no llame a Lastra y no le pide que con cualquier argucia Sánchez anule la visita y la reunión. Una reunión del presidente de un gobierno, que se tomara en serio a si mismo, con un expresidente autonómico condenado por no atender los requerimientos de la Junta Electoral solo debería servir para recordarle a ese expresidente cual es su papel y cual es el valor de las instituciones que Torra denigra y desprecia con su actitud. Pero eso no va a suceder y Sánchez cometerá el error de legitimar a Torra por tercera vez y perjudicar a sus socios.

Es extraño que Sánchez actué así dado que ERC ha aprendido a no hacer de palmeros de JuntsxCat y últimamente ya no viajan a Waterloo, ni aplauden a Torra cuando dice barbaridades en el Parlament. Iván Redondo, siempre tan atento, debería tomar nota del cambio de actitud de los republicanos y seguir su estela.

Como catalán, y por lo tanto español, reconozco que esta reunión me parece una mala noticia. Torra no me representa, no me puede representar, es más, Torra es un peligro para los catalanes no independentistas y amantes de hablar cuantas más lenguas mejor. Para Torra, leídos sus escritos, este tipo de catalanes somos una subespecie peligrosa, y por lo tanto se debe erradicar. En este estado de cosas parecería razonable que Sánchez fuera el dignatario que me representara en esa cumbre pero tampoco es así.

Es difícil de entender porque Rufián no llame a Lastra y no le pide que con cualquier argucia Sánchez anule la visita y la reunión

El presidente del Gobierno tampoco puede representarme porque lejos de atajar el delirio de Torra le da carta de naturaleza al tratarle como un igual, al darle a la reunión imagen de cumbre bilateral, como los tiempos en los que Reagan se reunía con Gorbachov de tú a tú, aunque todos sabíamos que los yankees tenían el tema ganado.

Sánchez da alas a Torra al tratarle con bilateralidad y al hacerlo somete a los catalanes no independentistas, a las bestias con forma humano -Torra Dixit- al capricho del Sombrerero Loco, el del día de las no elecciones.

Torra y Sánchez, mano a mano, de igual a igual, de tú a tú, hablando de sus cosas que nada bueno pueden traernos al resto. El martes, por muy español que me sienta, seré un apátrida, ojalá el Falcon se quede sin combustible y esa reunión no se celebre, por el bien de todos, incluso el de Sánchez, aunque él, parece, que no haya caído en la cuenta.

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