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El Liberal - Opinión

Estamos solos

Si la dinámica de la política española ya era la proliferación de partidos de ámbito autonómico y provincial, los acuerdos de investidura van a multiplicarla. Si algo se deduce con claridad de los pactos que se están conociendo es que nada como montar un partido de ámbito local para tener protagonismo político y obtener contrapartidas. Y, lógicamente, las cesiones, en este caso del PSOE, no hacen más que ratificar a los electores que lo que conviene para conseguir reconocimiento, inversiones y poder para las élites locales es vender los votos al mejor postor. Que al final todo el tinglado sea imposible de gestionar, las promesas son muchas, es algo que parece no preocupar a nadie. París bien vale una misa, debe pensar Sánchez. En los pactos que se han conocido, se contemplan la cesión de competencias concretas, algo que puede gustar más o menos, pero puede asumirse en la lógica de un Estado descentralizado, siempre que no se desborde el marco constitucional. Aunque, como he dicho, fomenten la proliferación de partidos locales. 

Más grave es lo que se ha conocido del pacto con el PNV, en el que se recogen acuerdos que condicionan las políticas del Gobierno y no sólo las que afecten exclusivamente al País Vasco. Destaco los siguientes acuerdos:

1.- Mantener una comunicación fluida y constante con EAJ-PNV, dando a conocer con antelación suficiente los proyectos e iniciativas que el Gobierno desee impulsar, comprometiéndose, además, a llegar a un acuerdo satisfactorio en caso de discrepancia.

2.- Mantener una comunicación fluida con el Gobierno vasco en aras de evitar la judicialización de las discrepancias, que debe ser sustituida por el acuerdo político.

3.- Impulsar, a través del diálogo entre partidos e instituciones, las reformas necesarias para adecuar la estructura del Estado al reconocimiento de las identidades territoriales, acordando, en su caso, las modificaciones legales necesarias, a fin de encontrar una solución tanto al contencioso en Cataluña como en la negociación y acuerdo del nuevo Estatuto de la CAV, atendiendo a los sentimientos nacionales de pertenencia.

Realmente, cuesta creerlo. A estas alturas, debería saberse que la teoría del contentamiento no sirve para acabar con las reivindicaciones nacionalistas sino para reforzarlas. Comprometerse a atender los sentimientos nacionales de pertenencia es una derogación de facto de la Constitución. Significa reconocer naciones distintas de la española, no sólo culturalmente, sino con intereses políticos que no son comunes y que se anteponen a los generales de todos los españoles. Es la antesala de reconocer el derecho a la secesión. Evitar la judicialización significa dejar el cumplimiento de la ley en manos de los partidos de la oposición o de particulares. Comprometerse a llegar a acuerdos satisfactorios en caso de discrepancia con el PNV en temas de política general es, otra vez, subordinar los intereses generales a los particulares del PNV.

Premio a los condenados

En el caso de los acuerdos con ERC, el texto íntegro no se conoce en el momento de escribir este articulo, pero sí algunos aspectos que van en la misma linea de lo pactado con el PNV. La cuestión se agrava porque el acuerdo solo puede entenderse como un premio a quienes se han saltado la ley, a quienes han intentando un golpe de Estado. Y ratifican, a pesar de alguna declaración previa de Sánchez solicitando diálogo interno en Cataluña, que los catalanes no secesionistas volvemos a ser ninguneados

A la vista de esta dinámica cada día se escucha más entre los constitucionalistas catalanes la queja de que "estamos solos". Si esto sigue así, muy probablemente llegará el momento, si los partidos de ámbito estatal no se ponen las pilas y se plantean la defensa de los intereses de los catalanes no secesionistas como una prioridad, en que esos catalanes identificados con partidos de ámbito español, y no sólo aquellos que se proclaman catalanistas y se han descolgado del independentismo, deban plantearse seriamente la creación de un partido político de ámbito catalán.  Un partido que no los deje tirados por alcanzar o mantener el poder en Madrid. Un partido que se ocupe de lo que quieren, no se convierta en el aliado de los nacionalistas, y no ponga los votos de los catalanes no nacionalistas al servicio de otros intereses. ¿Puede ocupar este espacio político un partido catalanista no independentista como la confluencia de la LLiga Democrática y Lliures? Dependerá de si opta por dirigirse exclusivamente a los catalanes cansados del procés o incluye también entre sus objetivos las recurrentes reivindicaciones del constitucionalismo en Cataluña, como acabar con el adoctrinamiento, la hispanofobia y la discriminación lingüística en las escuelas.

 

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