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El Liberal

La imparable decadencia de Cataluña

Última hora de Cataluña, en directo: cortes de tráfico e incidentes en Barcelona

En 1980 el PIB de Cataluña era ya el 19.2% del total español. El de Madrid el 14,2%. Hoy están empatados entorno al 19% y este año Madrid, con menos habitantes, superara a Cataluña. El estancamiento catalán,cuando la tendencia es la concentración de la riqueza en las zonas más desarrolladas, es un evidente retroceso. Cataluña ha pasado de ser la primera comunidad española en renta per cápita a ser la cuarta. Podríamos repasar muchas otros datos, todos negativos: paro, saldos migratorios, deuda, presión fiscal, déficit de la Seguridad Social, inversión extranjera etc,. Las causas son diversas, entre ellas la pérdida de peso de la industria,  pero las políticas nacionalistas y, ahora, el independentismo y la violencia son factores muy relevantes como se ve en la aceleración de la pérdida de competitividad en los últimos años. Las razones del nacionalismo para justificar su nefasta gestión gubernamental, ‘España ens roba’ o la capitalidad de Madrid, no explican la decadencia. ¿Acaso no se daban con Franco?.

Ya vimos los efectos desastrosos del intento de golpe de estado de 2017 en la economía. Un hecho puntual se supera relativamente bien. El conflicto permanente no. Los daños son ya irreversibles aunque podrían minimizarse si se volviera a la estabilidad y a la seguridad jurídica y política pero nada indica que este sea el futuro que nos espera. Ya se empiezan a hacer recuentos de los efectos inmediatos de una semana de violencia e incertidumbre política en los comercios o el turismo. Pero lo grave es la asociación reiterada de la imagen de Barcelona a los robos, este verano ha sido terrible, y, ahora de toda Cataluña a la violencia y la incertidumbre política.

hay que condenar la violencia y detener a los culpables sean quienes sean sus autores o fueran las que fueran sus justificaciones ideológicas

Sin embargo los ideólogos del independentismo niegan los hechos y, lo que es peor, los fomentan. Ya hemos visto que algunos como Comín exteriorizan sus intenciones: hacer daño a la economía. Junqueras ya amenazó en su día con lo mismo. ¿Porqué? Creen que favorece sus intereses. El empobrecimiento facilita que los no nacionalistas emigren, que no lleguen ni españoles de otras regiones ni extranjeros, Y si llegan, como dijo Pujol, que no sean latinoamericanos, ni otros españoles, que no se integran porque hablan español. Que tengamos una economía domesticada y entregada al poder, les hace fuertes. El nacionalista lo subordina todo a sus objetivos, en nuestro caso la independencia. Y si es a costa de empobrecernos, mala suerte. Todo sacrificio es poco por la Patria. Y, para sus objetivos, tienen razón. Lo vemos, por ejemplo, en la domesticación de los medios, el control del tejido asociativo, la dependencia de las empresas del dinero público, las contratas patrióticas, en un mercado laboral cerrado. Un pueblo pobre y homogéneo es más fácil de controlar que un sociedad dinámica y rica. 

Pero con lo grave que es el impacto económico, más grave es la fractura social, la división, y, ahora ya, la confrontación social. También se ha querido negar. Desde luego si los no nacionalistas nos callamos y aceptamos resignadamente ser silenciados y marginados, todo va bien. En cuanto plantas cara, eres un provocador. El culpable de la fractura. Son unos auténticos artistas convirtiendo a las victimas en culpables. Tampoco es extraño. Disponen de todos los medios y los usan sin complejos. Por contra los que tendrían que hacerles frente, y apoyar a los catalanes  no nacionalistas, se inhiben, por intereses políticos y hacen el vacío a los no nacionalistas que alzan la voz exigiendo acabar con la deriva totalitaria de Cataluña. Estos días incluso han intentado evitar que los catalanes no nacionalistas nos manifestemos para expresar el hartazgo ante la situación que atravesamos y visualizar que Cataluña no es toda ella independentista, ni mucho menos.

Ya vimos los efectos desastrosos del intento de golpe de estado de 2017 en la economía

Y que quede claro que hay que condenar la violencia y detener a los culpables sean quienes sean sus autores o fueran las que fueran sus justificaciones ideológicas. Salvo  que venga del estado, si es defensiva  y  proporcional y con los controles propios de un estado de derecho. Pero el victimísmo, combinado con la prepotencia del nacionalismo supremacista, es ya inaguantable. Los actos de violencia deben atribuirse a sus autores. Pero no hubieran llegado al extremo actual sin la deslegitimación del estado de derecho, el amparo a los violentos  de Torra, y la utilización de todo el aparato de la Generalitat para convocar, promover y coordinar las protestas. Y todo ello aderezado con un Gobierno español que no actúa para evitarlo, aunque, todo hay que decirlo, no es el primer gobierno que comete el mismo error.

En definitiva la decadencia económica y moral de Cataluña se acelera a marchas forzadas.

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