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El Liberal

El pacto entre ERC y PSC, más cerca tras la implosión interna del independentismo

Miquel Iceta en el Parlamento catalán.

Descabezado. El independentismo no tiene un líder claro en la pugna entre el tándem compuesto por Quim Torra y Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. ERC tiene todas las de ganar en esta patente división, según los sondeos, con un mensaje más moderado que nunca, sin renunciar a la independencia, pero relegando ese objetivo a un plano secundario, siendo la principal tarea ensanchar la base independentista. 

Ante el inmovilismo de Torra, que continúa defendiendo la vía unilateral de la autodeterminación, Esquerra se ha distanciado de forma abrupta. Ni una llamada en redes a las concentraciones nocturnas ni por la noche, exigiendo explicaciones a Miquel Buch por las cargas policiales, pero sin llegar a pedir la dimisión, como ha pedido la CUP por la supuesta falta de proporcionalidad de los Mossos d'Esquadra. 

Una forma de allanar el camino para entablar negociaciones de cara al 10-N. ERC se ha abierto a apoyar una investidura de Sánchez si es necesario su voto, mientras los socialistas mantienen la atención únicamente en captar cada voto, vital para que repita el PSOE. 

El PSC, a trabajar por cada voto aparcando los pactos

Fuentes del PSC niegan que esté encima de la mesa una posible negociación con ERC y aseguran que no habido debate en las altas esferas. Sin embargo, no se descarta un cambio de cromos si dieran la suma de los votos y escaños. El Gobierno de España a cambio de la Generalitat. Los números decidirán si realmente es posible activar este escenario, más cuando se necesitará a los Comunes, previsiblemente, para poder formar Gobierno tanto en España como en Cataluña, si finalmente se produce un adelanto electoral, más próximo ante las tensiones y presiones de ERC para que así sea.

La CUP trata de pescar en el río revuelto de JxCat

Las bases del independentismo más radical muestran su rechazo no solo a Torra sino también a los líderes de ERC. Gabriel Rufián, declarado "botifler" por los CDR y antisistema, es un claro ejemplo de esta división interna. Los grupos cercanos a la CUP han iniciado una campaña mediática mediante acciones simbólicas, como arrojar basura a las puertas de la Delegación del Gobierno. El líder de ERC no acudió a esta nueva algarada tras ser increpado el sábado al grito de Botifler. Quien sí acudió fue su asesor, Bernart Castro.

El líder de ERC, por orden de Junqueras, ha rebajado la intensidad de las palabras y las performance. Llegó a decir que la independencia de Cataluña era "inevitable" o incluso que se conseguiría en apenas 18 meses. Ahora, el objetivo de ERC es continuar ensanchando la base independentista a costa de debilitar a la JxCat de Carles Puigdemont y Quim Torra, que pretende recoger parte del electorado de la CUP, dando a elegir así entre la copia y el original.

Junqueras da la espalda a los radicales

En esta moderación ha participado activamente Oriol Junqueras. "Seguro que habrá que conseguir las alianzas más allá del independentismo, pero sin renunciar a las que hay actualmente", ha dicho este fin de semana en una entrevista a El Periódico. Las declaraciones llegan en plena implosión del nacionalismo e independentismo catalán.

El escenario actual es el de un JxCat tratando de hacer competencia a los radicales de la CUP, con una división notable en el seno de la Generalitat -Pere Aragonés no asiste a la reunión de Torra con sus consejeros para valorar la sentencia, tal y como emite TV3- y con la negativa de ERC a la autodeterminación unilateral, como ha propuesto Torra.

Si bien se ha conseguido mantener la llama de la movilización, la realidad es que los independentistas son cada vez menos y más radicalizados, tan solo sincronizados por los mensajes difundidos en cuentas como Anonymous Catalonia y de centenares de cuentas de CDR de todos los rincones. Estos mensajes se difunden rápidamente por otros perfiles muy próximos a la CUP, mientas Torra anima a las movilizaciones. En definitiva, jugando con fuego pese al riesgo de acabar con quemaduras de tercer grado. Con todo, se ve autorizado aún para pedir un "diálogo sin condiciones". El Gobierno de Sánchez se niega a ello mientras se persista en vías unilaterales y no haya una rectificación sincera en la estrategia. 

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