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El Liberal - Política

Silvia Bautista (psicóloga): "Vamos haciendo la revolución de una en una"

Bautista es la coordinadora de la asociación Ca l'Aurelia, que atiende a una media de 200 mujeres maltratadas en Barcelona cada año

La marcha del 8M en Barcelona también lo fue en contra del maltrato.

El maltratador no lleva un letrero luminoso en el que diga que te va a destrozar la vida. Tampoco te trata mal desde el primer día. Ni todos los días. El maltratador te dirá que es una víctima. De su familia, de sus ex, de sus amigos, del sistema... Y tú le darás, desde el minuto uno, toda la información que necesita para convertirte en su rehén emocional. Llegarán la indiferencia, el desdén, los gritos, los insultos y, probablemente, el primer bofetón. Y tú, también probablemente, a lo largo de ese tiempo, irás perdiendo todo lo que cualquier persona necesita para salir adelante: la autoestima, la confianza en los demás, tu red de apoyo social. En el peor de los casos, perderás también la independencia económica. Y, cuando estés totalmente sola y pagar las facturas dependa de él, tendrás dos opciones: seguir hasta convertirte en una sombra de lo que fuiste o plantarte y empezar de cero.

Si escoges la segunda opción, tendrás ayuda en entidades como Ca l'Aurelia, una asociación que, desde Barcelona, lleva atendiendo a mujeres maltratadas más de 30 años. Unas 200 víctimas anuales desde que en 1998 abrió sus puertas. En tres décadas, han cambiado las cosas, pero no el maltrato. Ahora, al menos, las administraciones y las entidades están coordinadas para hacer frente a esta lacra que se ha llevado la vida de más de 1.000 mujeres desde 2003.

Un solo patrón

La coordinadora de Ca l'Aurelia, la psicóloga Silvia Bautista, recuerda que las víctimas son "diversas" pero también "fuertes". Y añade que "son ellos, los maltratadores, los que sí cumplen un mismo patrón". Machistas con doble cara que, fuera de casa, muestran una versión de ellos mismos que hace que, en muchas ocasiones, sea difícil creer a su pareja cuando relata el infierno que está viviendo. "Parece que todas hayan estado con el mismo hombre", cuenta Bautista, "son machistas que creen que la mujer les debe algo". 

A muchas víctimas les cuesta reconocerse como tales porque él nunca les ha pegado.

Esa doble cara impide a las víctimas ser conscientes de lo que realmente les está sucediendo. ¿Cómo es posible que él, tan amable y cariñoso en público contigo y con los demás, sea en casa alguien totalmente distinto? "Fuera son exitosos, simpáticos, pero dentro es otra cosa", insiste la coordinadora de Ca l'Aurelia. Ahí entra en juego la dependencia emocional. Esa que te lleva a "normalizar" aquello que no es normal. Esa que te lleva a creer que la situación cambiará, que tú puedes o que él se dará cuenta de lo fantástica que eres y dejará de insultarte o de humillarte para empezar a quererte. Tal vez esa misma dependencia te lleve a creer que esa es su forma de querer. A muchas víctimas "les cuesta reconocerse como tales y verse ahí", relata Silvia Bautista, "piensan que, como él nunca les ha pegado, no son maltratadas. Sin embargo, ven que están hechas polvo y, entonces, buscan ayuda".

El maltratador es machista y cree que la mujer le debe algo.

El famoso ciclo de la luna de miel, ese según el cual a un periodo de dulzura le sigue otro de tensión y un tercero de explosión, puede darse durante meses. O en un mismo día. Nunca sabrás lo que te depara la jornada cuando te levantas al lado de un maltratador. Pero minimizas los hechos porque "es un mecanismo de defensa". Vuelve a intervenir la dependencia emocional: "Es clave en estos casos. Funciona igual que la dependencia a cualquier droga".

La doble cara del maltratador

La doble cara del maltratador es, según Bautista, "una actitud de vida". Es difícil saber si actúan de forma premeditada o no. Pero lo que está claro es que la misma persona que fuera parece ejemplar, dentro crea un infierno del que es difícil salir. Se combinan "la actitud que tienen ellos ante la vida" con la de las víctimas, que minimizan lo que sucede. Y llegan a asumir como reales las culpabizaciones de ellos. "El problema es siempre de ellas", explica la coordinadora de Ca l'Aurelia, "ellos no admiten que tienen un problema. Y, además, se muestran como víctimas".

La doble cara del maltratador es una actitud ante la vida. No admiten que tienen un problema.

El maltrato tiene, por otra parte, "cómplices". Son aquellos que, por ejemplo, cuestionan a la víctima con frases como "tan mal no estarás cuando sigues con él". Y, mirando hacia otro lado, acaban contribuyendo a su aislamiento, que es uno de los objetivos del maltratador. Pero hay otros ayudantes que pueden ser, incluso, más peligrosos. Se trata de quienes "alimentan" aún más el maltrato. Aquellos que, también por ejemplo, minimizan lo sucedido y apoyan al maltratador abiertamente con afirmaciones como "ya te dije que está loca" o "te está provocando porque quiere denunciarte y quedarse con todo". Psicólogos como Iñaki Piñuel los llaman "monos voladores". 

Motivos para el optimismo

Si, a pesar de todo, la víctima logra dar el paso de pedir ayuda, en entidades como Ca l'Aurelia encontrará "comprensión, un espacio seguro y un lugar donde no es cuestionada". Lo mismo sucede en asociaciones similares. Todas, al menos en Barcelona, trabajan de forma coordinada y, a donde no llegan unas, lo hacen las demás. Ayudan a víctimas que, según explica Silvia Bautista, necesitan atravesar un proceso de "al menos, un año" de duración para poder sentirse recuperadas.

Ca l'Aurelia ofrece a las víctimas de maltrato terapia ilimitada y gratuita. El proceso de recuperación suele durar un año.

"Es un aprendizaje de por vida" que obtienen gracias a una terapia ilimitada y gratuita. Algo que es posible gracias a la ayuda económica que dedican a estos fines tanto el Ayuntamiento de Barcelona como la Generalitat. Y, aunque el dinero nunca es suficiente, hay motivos para el optimismo. Se puede salir del maltrato y, para ello, hay que buscar ayuda en quienes, como Silvia Bautista, tienen claro que "hay que seguir luchando". Hace falta, eso sí, "compromiso". No solo de las víctimas, sino de "las instituciones, las entidades y la sociedad en general". Porque cada víctima que logra salir adelante es "un orgullo por el trabajo" que ha hecho ella y quien la ha ayudado. "Se consiguen muchas cosas", concluye Bautista, "vamos haciendo la revolución de una en una".

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