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Economía

ANÁLISIS

Pedro Sánchez levanta el veto a los empresarios familiares tras 1.984 días de ninguneo

El presidente del Gobierno reaparece en un acto del IEF por primera vez desde 2018. Moncloa mueve ficha en un momento de máxima debilidad, pero hay demasiados puentes rotos

Pedro Sánchez, líder del PSOE, en Moncloa.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EUROPA PRESS / Jesús Hellín.

La última vez que Pedro Sánchez se dignó a asistir a un evento del Instituto de la Empresa Familiar (IEF), los españoles ni imaginaban que sufrirían una pandemia. Para hallar el último encuentro en el calendario hay que remontarse al martes 30 de octubre de 2018.

Cuatro meses después de ganar la moción de censura, Sánchez acudió al Palacio de Congresos de Valencia para clausurar el XXI Congreso Nacional del IEF. Aquel fue su estreno como presidente ante una organización empresarial de la que forman parte compañías de la talla de Mercadona, Ferrovial, Gestamp, Antolín o Puig. También sería su despedida, que ha durado más de un lustro.

El IEF acostumbra a realizar sólo dos eventos cada año. En primavera, organiza la Asamblea Anual en Madrid, donde está domiciliada su sede; y en otoño, un Congreso que se celebra en distintas ciudades, para empujar a sus 18 organizaciones territoriales, y visibilizar los logros -y problemas- de cada región.

El Instituto siempre ha cursado invitación para los Congresos a Moncloa, con nulo éxito desde aquella primera cita de octubre de 2018. Sí se han dejado ver otros líderes políticos, como Pablo Casado o Alberto Núñez-Feijóo y, por supuesto, Felipe VI.

El vacío que Pedro Sánchez ha hecho al IEF ha durado nada menos que 1.984 días. Un veto en toda regla que la mayoría de los 1.800 asociados nunca entendió y que una importante minoría -la de los empresarios que realmente mandan en el 'lobby'- siempre atribuyó a la animadversión del líder socialista hacia la clase empresarial.

Algunos asociados del 'lobby' siempre han atribuido el vacío a la animadversión de Pedro Sánchez hacia la clase empresarial

Esa ojeriza no es una mera sospecha. A la vista están los duros ataques que el presidente profirió durante la primera coalición con Podemos, compitiendo en dureza con las huestes de Pablo Iglesias. Y, sobre todo, el incremento de las cargas fiscales, que es lo que más duele realmente a los empresarios. Cada vez es más complicado y arriesgado hacer negocios en España.

Sánchez ha mantenido intacta su postura al inicio de la segunda coalición. Al mandatario apenas se le ha visto con altos directivos. Apenas hay una foto impostada, captada en un hotel de Davos en enero. El presidente convocó a la plana mayor del Ibex en un cuartucho desangelado. A la cita acudieron desde el presidente de Iberdrola (Ignacio Sánchez Galán) al de Ferrovial (Rafael del Pino), pasando por otros directivos 'incómodos' para Moncloa, como el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz.

Pedro Sánchez cambia de estrategia

Por mucho que Moncloa vendiera el acercamiento, la imagen trasladó la frialdad de las relaciones entre el político y los 'popes' del Ibex. La aceptación de la invitación del IEF, esconde ahora un cambio de estrategia, empujado por la creciente soledad del presidente. Rotos casi todos los puentes para optar a un puesto internacional, Sánchez intenta tenderlos ahora dentro de España. Por eso se dejará ver este miércoles en el Teatro Real de Madrid junto a los empresarios familiares. El político quiere estar presente en el cambio de ciclo que inicia el IEF, con el relevo en la presidencia (Ignacio Ribera sustituirá a Andrés Sendagorta).

El problema -para Sánchez- es que la mayoría de los empresarios no se fían. Al contrario, a estas alturas del mandato, tras casi 2.000 días de plantones, quienes se juegan el patromonio familiar con sus decisiones de inversión saben que los giros de guión del presidente son imprevisibles. Y obedecen siempre al interés político particular de una sola persona: el propio Pedro Sánchez. De puertas afuera, el presidente del Gobierno logrará en Madrid una foto más cálida que en Davos. De puertas adentro, la frialdad de las relaciones con los empresarios avanza firme hacia el punto de congelación.

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