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Economía

CIFRAS Y LETRAS

El pánico nuclear que hará más fuerte a China frente a Europa

La escalada de la luz y el paso adelante de Francia reabren el debate sobre la energía atómica. Las debilidades del plan de transición pueden obligar a España a repensar el futuro de sus centrales

Central nuclear de Qinshan, en China.
Central nuclear de Qinshan, en China.

En China no existe el debate que tanto espanta a la UE. La nación que pugna por controlar la economía mundial tiene aprobada la construcción de 40 nuevas centrales nucleares, casi la mitad de las proyectadas hoy día en todo el planeta. Hace tiempo que Pekín descubrió sus cartas. No estaba dispuesto a sacrificar una fuente energética que le ayudaba a compatibilizar un doble objetivo estatal: mantener el fuerte ritmo de crecimiento económico y reducir sus desorbitadas emisiones contaminantes.

El plan faraónico del régimen comunista no sirvió, sin embargo, para agitar el debate en el lado occidental de Europa. La fuerte oposición social y el coste político convirtieron en tabú cualquier mención al desarrollo de la energía nuclear… hasta que un microscópico virus hizo su entrada en escena y puso patas arriba la economía mundial. Mal que le pese a muchos gobernantes -con Pedro Sánchez al frente-, la crisis provocada por la Covid dará ahora un impulso imprevisto al debate nuclear en la UE

Son plenamente conscientes los líderes políticos, financieros y empresariales que han pasado estos días por Glasgow, la ciudad que ha acogido la conferencia número 26 de Naciones Unidas para abordar el Cambio Climático (COP 26). Por si alguien tenía alguna duda, se encargó de recordarlo el Financial Times, que publicó este miércoles un editorial clarividente. “Cada vez está más claro que la producción nuclear tiene que formar parte del abanico de soluciones, al menos durante un periodo transitorio”, escribe el periódico económico más influyente de Europa. 

A la cabeza de la nueva carrera está China, que ha pasado en tres décadas de no tener ningún reactor a operar 50, 37 de los cuales se han inaugurado en los últimos diez años

No es casual que el FT eligiera la semana de la COP 26 para editorializar sobre la 'energía tabú'. Tampoco que The Economist publicara este mismo viernes otro comentario editorial titulado "El discreto encanto de la energía nuclear". La veterana y respetada publicación londinense afirma, con medida ironía, que pequeños reactores de nueva generación "son bellos" y recuerda que "contribuirán a abaratar mucho más la lucha contra el cambio climático".

El auténtico bombazo, sin embargo, los soltó Emmanuel Macron desde el Palacio del Elíseo el martes. El presidente francés anunció que la reactivación del programa nuclear con la construcción de nuevas centrales. Tanto la prensa 'seria' como el líder galo intentan pregonar una evidencia: la crisis energética actual ha destapado las debilidades de la estrategia europea contra el cambio climático. Y, de paso, ha recordado contradicciones ya sabidas, como que la 'anti-nuclear' España está importando más energía atómica que nunca de Francia; o que la UE recela, por los riesgos que implica, de una fuente energética en plena expansión en el continente (Finlandia o Rusia), o en rivales comerciales como China o India

Macron dará un nuevo impulso a la energía nuclear en Francia
El presidente francés, Emmanuel Macron.EFE

En el mundo conviven hoy dos tendencias afianzadas, más una ‘nueva vía’ que puede abrirse paso a medio plazo. En un extremo se alinean los países como España, Alemania o Italia, que apostaron por el cierre progresivo de sus centrales nucleares tras el accidente de Chernobyl o se sumaron tras la tragedia más reciente de Fukushima. Del otro bloque forman parte Francia, Rusia o China, convencidos de que la producción nuclear tiene más beneficios que perjuicios. Tras la ‘nueva vía’ hay 'lobbies' políticos y empresariales, que abogan por alimentar esta fuente mientras dure la transición hacia un mix energético ‘verde’ más seguro. 

Tras la ‘nueva vía’ hay 'lobbies' políticos y empresariales, que abogan por alimentar esta fuente mientras dure la transición hacia un mix energético ‘verde’ más seguro

El reto de la UE es reducir un 55% las emisiones netas en 2030 y lograr la neutralidad climática en 2050. Si algo ha demostrado la crisis energética actual es que a Europa le queda camino para arrinconar tan rápido fuentes 'tradicionales' como el gas o la nuclear. Según los cálculos de la Agencia Internacional de la Energía, para lograr los objetivos de descarbonización, el mundo tendrá que multiplicar por cuatro en una década la potencia instalada de generación en parques eólicos y plantas eólicas.

El tamaño de ese reto y la escalada de precios que sufren los hogares dan argumentos a quienes defienden una apuesta nuclear transitoria. "La energía nuclear es un aliado imprescindible de las energías renovables. Defender el imprescindible papel de la energía nuclear no significa menospreciar la necesidad de seguir avanzando en las energías renovables, pero no podemos olvidar sus carencias", recuerda en su libro 'La energía nuclear salvará el mundo' Alfredo García, un operador de reactores que se ha convertido en divulgador científico con gran éxito en las redes sociales.

"Muchas veces no hay ni sol ni viento. La intermitencia de las renovables se cura con la energía nuclear y ninguna de las dos contribuye al cambio climático", recordaba esta semana en su perfil de Twitter el empresario Martin Varsavsky, cofundador de Eolia Renovables.

Actualmente, según el balance del Foro Nuclear, hay 54 reactores en construcción en todo el mundo y otros proyectos 99 aprobados para entrar en funcionamiento en 15 años. Sin embargo, las nuevas centrales están concentradas en Asia y en el extremo oriental de Europa. A la cabeza de la carrera está China, que ha pasado en tres décadas de no tener ningún reactor a operar 50, 37 de los cuales se han inaugurado en los últimos diez años. Pekín está construyendo actualmente 13, que se suman a las 40 que cuentan ya con permisos y financiación. Los siguientes en el ránking de nuevos actores nucleares son India (siete en construcción y 14 proyectados) y Rusia (tres y 21, respectivamente).

El resto de inversiones están desperdigadas por el mundo, pero la inmensa mayoría de países no tiene en su agenda ningún plan nuclear. Por dos razones. Por un lado está la política: hay gobiernos que sobreponen los riesgos a las ventajas. Por otro, la financiera: invertir en grandes reactores es muy caro. "En España, las eléctricas abandonaron la nuclear porque no es rentable; y además, están ganando mucho dinero con las renovables, controlando el mercado marginalista", asegura un ex CEO del sector energético. "Sin empuje empresarial, el debate en España no cogerá vuelo", añade.

Los defensores de la apuesta nuclear recuerdan dos aspectos que pueden allanar el camino a futuras inversiones. El primero es forzado: la crisis actual de precios energéticos puede llevar a algunos gobiernos a cofinanciar nuevos proyectos, proporcionándoles un horizonte jurídico y financiero estable. El segundo tiene que ver con el desarrollo tecnológico: empresarios de la talla de Bill Gates o Warren Buffet están invirtiendo millonadas en la nueva generación de reactores.

Proyecto de mini reactor nuclear
Recreación de un proyecto de 'mini reactor nuclear'.IAEA

"El interés por este tipo de diseños radica en el deseo de reducir los costes de inversión directa, simplificar el procedimiento de licenciamiento, acortar los periodos de construcción y hacer posible que las centrales puedan emplazarse lejos de las grandes redes de transporte de electricidad", recuerdan desde el Foro Nuclear.

La nueva tecnología despierta cada vez más interés en la industria. También se refería a ella esta semana Financial Times en su editorial. "Los pequeños reactores modulares, actualmente en estudio en países como Reino Unido, Estonia, República Checa o Países Bajos, pueden construirse de forma mucho más rápida y barata, pero con un volumen de producción muy elevada".

Las 'mini centrales' tienen a su favor el precio y la facilidad para entrar en funcionamiento. Pueden ubicarse en emplazamientos donde había antiguos reactores o plantas de carbón, para aprovechar las conexiones ya existentes a las redes de distribución. Pero en contra de la tecnología juega la fuerte oposición social vigente aún en algunos países occidentales. Tras conocer las intenciones de Macron, el Gobierno español se apresuró a recordar que la postura oficial no ha cambiado: España seguirá cerrando sus centrales de forma progresiva hasta 2035, fecha prevista para el 'apagón' de Trillo (la más nueva y la última en dejar de operar).

Que el debate se caliente o no en España dependerá de la extensión de la actual crisis de precios. También influirá el tiempo que resista Pedro Sánchez en La Moncloa. El PP ya ha dejado claro que está lejos de la postura anti-nuclear del líder socialista. Con el tiempo se sabrá si Pablo Casado lo hace por convicción o por mera oposición al planteamiento gubernamental.

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