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Alarma en el Reino Unido: cada día se parece más a una economía del tercer mundo

El ministro británico de Economía, George Osborne (izda), y el secretario jefe del Tesoro, Danny Alexander (dcha), abandonan el edificio del Tesoro en Londres (Reino Unido).

Crece la preocupación en el Reino Unido por el rumbo que está tomando la economía. El país tiene uno de los principales centros financieros del mundo. Canaliza miles de millones de inversión  por todo el globo pero ignora su propio país, un síntoma de desconfianza hacia lo británico.

En 2011 el Reino Unido se convirtió en el principal inversor extranjero directo (detrás de los 110.000 millones de Luxemburgo) fuera de la Unión Europea al gastar 89.000 millones de euros. Una apuesta que contrasta con la escasa inversión del sector público, las empresas y los hogares británicos en su propio país. De hecho, esta partida se ha reducido un 24% desde que empezó la crisis en 2007, según reflejan los datos de Eurostat.

“Estamos en una situación en la que el Reino Unido parece un país del tercer mundo a la antigüa usanza. Al contrario que otros países como Alemania, Francia o Suecia que han invertido intensamente para salir de la crisis y lograr crecimiento a largo plazo, el Reino Unido ha dependido de mano de obra barata y no ha invertido lo suficiente”, comenta Robin Chater, secretario general de la Federación Europea de Empleadores.  “El Reino Unido parece un país tercermundista porque los ingresos medios son relativamente bajos, en 2012 ocupaban la posición 14 en el ranking europeo, las diferencias entre ricos y pobres están aumentando, la industria manufacturera es pequeña en términos relativos tras reducirse un 60% en los últimos 30 años, la inversión en capital es pobre y tiene pocos recursos naturales”, añade con preocupación Chater.

El Reino Unido ha logrado salir de la recesión y crear empleo este ejercicio pero los datos, pese a parecer positivos, esconden los problemas de fondo a los que se enfrenta la economía a largo plazo. “Aunque el empleo ha aumentado de forma significativa en 2012, está previsto que el desempleo aumente algo en 2013 debido a que la tímida recuperación y las incertidumbres pueden llevar a las empresas a mostrarse reticentes antes de contratar”, avisó la semana pasada la OCDE en su último informe de previsiones económicas sobre el Reino Unido. Organismo que espera que la tasa de desempleo aumente al 8,3% en 2013 desde el 8% actual para caer después al 8% en 2014.  

El Reino Unido se convirtió en el principal inversor extranjero directo fuera de la UE en 2011 pero apenas invierte en su país

El crecimiento del empleo pese a la debilidad de la economía es una paradoja que la OCDE achaca a varios factores que ponen el dedo en los problemas que afronta el país. El PIB del Reino Unido, de hecho, está un 3,1% por debajo del nivel al que se encontraba en 2008, mientras que el empleo ha recuperado los niveles de hace cuatro año. “Una explicación de la caída de la productividad laboral es que la recesión ha llevado a la pérdida de muchos empleos productivos y a su sustitución por otros menos productivos. El empleo a tiempo completo ha caído sustancialmente desde 2008, mientras que el empleo a tiempo parcial ha aumentado modestamente”, comenta la OCDE. Otra explicación la achaca al uso de empleo barato en vez de inversión en capital como consecuencia de la caída de los salarios.

“Es otra paradoja que pese a las cantidades de dinero que entran y salen de los mercados en Londres, el resto de la economía es un basurero hambriento y muy necesitado de inversiones de capital. Mucha culpa la tienen las empresas que prefieren tomar una visión a corto plazo y mantener maquinaria, equipos y sistemas que deberían haber sustituido hace tiempo”, añade Chater.

La falta de inversión del Reino Unido en su propio país se mira con mucha preocupación en las islas, especialmente por el contraste con otros países europeos. Así, mientras que en el Reino Unido la inversión bruta de capital fijo ha caído un 24% desde 2007; en Suecia ha aumentado el 14%, en Alemania, un 5% y en Francia, otro 5%.

El Reino Unido afronta, además, otros retos desde el estallido de la crisis, entre ellos el aumento de la deuda pública y la caída de la renta de los hogares desde 2008, cifrada en más del 13%, y el elevado desempleo juvenil, una característica de los países en vías de desarrollo.

“La industria británica tiene problemas terribles que requieren una cirugía radical”, explican Larry Elliot y Dan Atkinson en su libro titulado, Hacia el sur: Por qué el Reino Unido tendrá una economía del tercer mundo para 2014. En concreto, argumentan que la base industrial del país es demasiado estrecha para convertirse en el verdadero motor de la generación de empleo y crecimiento e inciden en la necesidad de mejorar la educación, las infraestructuras y el sistema financiero para lograrlo.

“Hemos tenido una balanza de pagos deficitaria desde 1983. El Gobierno y el pueblo están agobiados por la deuda. El apoyo del Estado al sector bancario es cercano al 100% del PIB. Los remedios rápidos ya se han usado todos. En el corto plazo, tememos que pasemos de una recesión a una depresión con elevadas tasas de desempleo crónicas, una caída del nivel de vida y eventualmente interrupciones en el suministro energético”, avisan Elliot y Atkinson.

De momento, la economía británica ha salido de la recesión. En el tercer trimestre el PIB aumentó un 0,8%, lo que supuso el mayor aumento en cinco años. Una cifra, pese a todo, que tampoco debe generar demasiadas alegrías.  El minisitro de economía, George Osborne, reconoció ayer mismo que la economía se contraerá un 0,1% este año. La debilidad de la economía global y la consolidación fiscal seguirán presionando el crecimiento a la baja. El Gobierno británico también avisó ayer que mantendrá las medidas de austeridad hasta 2018 tras admitir que no podrá cumplir los objetivos de déficit en el calendario previsto y retrasó la fecha límite para lograrlo a 2018.  

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