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Economía

Millón y medio de españoles han perdido su empleo desde que se decretó el estado de alarma

La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz

La peor crisis (un virus incontrolado) y en el peor momento (en plena desaceleración económica). Y, lo que es aún peor, coge a España con el modelo de crecimiento más expuesto y sometido a todos los vaivenes imaginables, con las cuentas públicas en caída sin fondo y sin que el Gobierno de turno, ni los anteriores, hayan movido un solo dedo para poder anticiparse a los efectos de esta pandemia. O cualquier otra, incluso financiera, que ya ha aterrizado de pleno en la estadística. Los datos de afiliación diaria de la Seguridad Social son más crueles que los facilitados oficialmente a fin de mes. Y nos encontramos ante la primera andanada de destrucción masiva de empleos a pesar de los esfuerzos del Gobierno por retardar la sangría prohibiendo despedir o evitando que muchos parados pudieran inscribirse como tales en los servicios de empleo y solicitar la prestación.

Hasta el 11 de marzo, el empleo transcurría con cierta normalidad. Aunque, como consecuencia de la desaceleración económica y también de las dudas sobre la gestión de la Covid-19, la variación diaria neta de afiliados (diferencia entre altas y bajas diarias de cotizantes) desde el primer día del mes era ya sensiblemente inferior (67.556 frente a 170.855 en marzo de 2019). La situación se precipitó a partir del día 12, con el anuncio del Gobierno del cierre de colegios y universidades y, en particular, la posibilidad de decretar el estado de alarma. El día 12 ya se perdieron 68.849 afiliados con una variación neta entonces positiva de 59.887 cotizantes nuevos hasta esa fecha, correspondiente a los días anteriores.

El día 13, un día después, el saldo entre altas y bajas en lo que iba de mes ya era negativo, con 17.519 cotizantes menos. Ese día fueron dadas de baja 135.257 personas. Y el lunes 16 de marzo, el primer día laboral tras el decreto del estado de alarma y la intervención televisiva de Sánchez del sábado, la respuesta del mercado laboral fue más contundente: las empresas despidieron de golpe a 310.703 personas. Desde el día 12 se han producido nada menos que 1.633.382 bajas diarias acumuladas, lo que arroja una media de casi 117.000 bajas por día en las 14 jornadas laborables transcurridas. En este tiempo, las altas, cuando todavía no se había prorrogado el estado de alarma para todas las actividades no esenciales, aumentaron en 714.386. De esta forma, la variación neta en media mensual entre altas y bajas fue negativa en más 850.000 afiliados. Nunca ha sucedido en la historia estadística. Sólo en el último día de mes, ya en vigor la ampliación del estado de alarma en otros 15 días, así como la penalización a los despidos incluso por razones económicas, se volatilizaron 158.362 afiliados. El parte de guerra laboral es duro: se ha llevado por delante a más de 600.000 temporales y 223.000 indefinidos. Desde el 12 de marzo la hostelería ha perdido 181.148 cotizantes; 151.969 la construcción; 116.524 las actividades administrativas; 92.476 el comercio; 74.941 la industria manufacturera; y 52.798 la educación. Por tanto, se están despidiendo profesores de los colegios y centros privados  a pesar de las medidas anunciadas.

La cifra de afiliados

De esta forma, el número de afiliados medios en todo el mes (que permite aguantar la estadística de empleo cuando baja y que la magnifica cuando sube) se situó en 19.006.760, el peor registro desde noviembre de 2018. Es decir, el primer coletazo el coronavirus se ha llevado por delante a todos los nuevos cotizantes de 17 meses. Pero, si tomamos como referencia el número de afiliados en el último día de cada mes, sale que el día 31 de marzo quedaban 18.445.436 frente a esos 19.006.700 millones de cotizantes medios oficiales

En estas cifras de caída del empleo y en las del incremento del paro no aparecen los trabajadores afectados en la primera fase de ERTES ni hay estadística de ERES, ya que se considera que siguen dados de alta en la actividad laboral. Según el Gobierno, se han tramitado ya más expedientes de 250.000 empresas para 620.000 personas, es decir, se trata de pequeñas empresas porque la media es de menos de tres trabajadores por empresa.

Abril puede ser aún peor

Luego falta el mollar de las empresas grandes, que, por goteo, empiezan a anunciar más ajustes ante la duración de la crisis sanitaria. Lo que vaticina un duro mes de abril para el mercado laboral, que puede ser aún peor si el Ejecutivo prorroga de nuevo la fase de confinamiento y de parálisis de las actividades no esenciales. Además, en esta estadística no constan los ERTES de un tercio de las comunidades autónomas, que son las que tienen competencia; entre ellas, tres gobernadas por el PP (Andalucía, Murcia y Galicia) y otras dos del PSOE (Extremadura y Canarias).

Esta situación de los ERTES se refleja también en la estadística de paro. Creció en 302.265 (9,35%) cuando hace un año bajaba en 33.956. El 60% son hombres. Se situó en 3.548.312 en marzo (2,5 millones en el sector de servicios). Se trata del registro más alto desde abril de 2017. Es decir, se han perdido en un mes tres años de reducción del desempleo. En todo caso, las cifras hay que tomárselas con distancia, porque puede ser que no estén todos los que son. Mientras en los datos de afiliación son las empresas las que facilitan de inmediato a la Seguridad Social las bajas, los parados tienen 10 días para solicitar de forma individual su prestación, que es la causa principal de su inscripción como demandante de empleo. Además, en estos días, mientras, por ejemplo, las cajeras de los supermercados intentan reducir el contacto directo (a través de una mampara el algunos casos) con los clientes, las Administraciones Públicas han sido las primeras que cerraron sus ventanillas de atención presencial poniendo un palo en la rueda de las actividades (todo tipo de registros, y hasta Hacienda o la Seguridad Social). Ahora, atienden telefónicamente (si alguna vez coge alguien las llamadas) o telemáticamente. Es decir, se podía tramitar el paro por internet. Pero un camarero, por ejemplo, no tiene conocimientos telemáticos ni informáticos suficientes, y no sabe rellenar formularios complicados, cuando no se cae la página web oficial. Los servicios públicos han dejado de prestar el servicio presencial que los parados y demás ciudadanos requieren como esenciales afectando obviamente a la estadística laboral y seguramente a la actividad económica.

Caída de la contratación

Que la situación se ha deteriorado espectacularmente se ve en la contratación. Se ha estrellado también en marzo. Aunque se desconoce la caída a partir del día 12, se hicieron  casi medio millón menos de contratos que en el mismo mes de hace un año. En Andalucía, donde abunda la contratación temporal, ha bajado un 20%; en Madrid, la primera economía regional, el descenso llega a casi el 27%; y, por ejemplo, Castilla La Mancha, Baleares, Asturias y Aragón tienen caídas cercanas al 25%. Por si fuera poco, las contrataciones son aún más precarias  que lo que se producía en meses anteriores. En este mes se hicieron 145.393 contratos indefinidos (pero el 40% con conversiones de  temporales prorrogados cuyo plazo vencía). Además, el 40%  de estas contrataciones son a tiempo parcial. En todo caso, esta cifra total es casi un 28% inferior a la de hace un año. Es decir, se han hecho casi 35.000 contratos fijos menos que en marzo de 2019. Luego, las empresas han entrado en fase de miedo escénico y han reducido su empleo. En cuanto a los temporales, para quienes el Gobierno ha establecido que pueden recuperar la continuidad si la empresa interrumpe ahora su continuidad, la caída se acerca a las 420.000 frente a los que se hacía hace un año. Han descendido sobre todo las más habituales. Se han producido 176.256 contrataciones temporales (a jornada completa y por horas) menos por obra o servicios y hay 217.098 contrataciones menos de eventuales por circunstancia de la producción.

Lo que es evidente es que el Gobierno, con las medidas de fin de mes sobre todo, ha remansado parte de la estadística para abril confiando en que la situación mejore y de momento ganar tiempo político. Pero, este mes ofrece muchas dudas, más quizá que en marzo. En el mejor de los casos, ¿quién va a salir a la calle, o abrir el negocio  a partir del  domingo de resurrección, que es cuando vence la segunda fase de alarma? Italia acaba de prorrogar más aún el confinamiento. Queda pendiente además una nueva hornada de ERTEs y quizá de posibles presentaciones de quiebras. En este caso, de nada sirve estar un ERTE que garantiza la vuelta al empleo en seis meses si la empresa deja de existir. Demasiadas dudas para poco Estado e improvisación.

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