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Economía

Con Martín-Artajo ya son tres los banqueros de inversión procesados después del estallido de la crisis y ninguno es un alto ejecutivo

EE UU ha presentado cargos contra el español Javier Martín-Artajo, responsable de inversiones de JP Morgan en Londres, acusado de ocultar enormes pérdidas en el banco. Con ellos ya son tres los banqueros de inversión envueltos en problemas con la justicia: Jerome Kerviel, de Societe Generale, condenado a finales del pasado año a cinco años de cárcel, Fabrice Tourre, de Goldman Sachs, encontrado culpable y a punto de ser condenado y ahora el español citado en primer lugar.

Después del estallido subprime, en el verano de 2007, ya van transcurridos más de seis años de crisis, traducida en decenas de trimestres de recesión, millones de puestos de trabajo destruidos y una imposición de recortes sin paliativos a la sociedad. Pero ningún gran banquero de inversión ha sufrido en exceso.

La crisis; la famosa burbuja, fue inflada desde EE UU, a través de las políticas de liquidez inagotable y productos tóxicos diseñados por los grandes y sofisticados colosos financieros. Sin embargo, sólo ejecutivos de segunda fila han tenido problemas reales con la justicia. Ningún presidente, consejero delegado o director general. Los presidentes de Goldman, Merrill, Morgan etcétera, se limitaron a comparecer por el Senado y a pagar altas multas para litigar.

Pero ninguno se ha encontrado duramente con la Justicia, hecho que sí ha ocurrido por ejemplo en Islandia, donde los principales banqueros causantes de la crisis por la concesión de préstamos fraudulentos. Es cierto que no fueron grandes condenas: la cosa quedó en meses, pero fue un buen aviso a navegantes.

Con apenas 30 años

En Europa, ha sido impactante ver cómo un joven de 30 años como Jerome Kerviel lograba un generar un agujero de casi 5.000 millones de euros con derivados, lo  que le valió una condena de 5 años y la devolución al banco de esos 5.000 millones. Kerviel dijo, con una lógica aplastante, que él se limitó a realizar las prácticas implementadas en su banco.

Algo muy parecido que lo que la ha acaecido recientemente a Fabrice Touré, un jefe de ventas de Goldman Sachs al que la acaban de encontrar culpable del fraude de las hipotecas basura colocadas a sus clientes para quitárselas de encima la propia entidad. Será poco probable que tenga que ir a la cárcel, pero con toda seguridad será inhabilitado. Cuando realizó esas prácticas en 2007, no tenía ni 30 años.

Se le pudo ver compareciendo en el Senado, con la camisa sin llegarle al cuerpo, intentando dar explicaciones técnicas que resultaran mínimamente verosímiles. Podía comprobarse que estaba muerto de miedo, todo lo contrario que el eterno presidente de Goldman, Lloyd Blankfein, que cínicamente, sin que se le moviera un músculo del rostro, sostenía conversaciones en sede parlamentaria de este calado:

-“¿Qué opina de vender valores a sus clientes que su propia gente consideraban una porquería?”
-“¿Hablamos hipotéticamente?”
-“No, sobre este caso”
- “Pues no sé”.

- “¿No ve ningún conflicto en vender unos activos a sus clientes y a la vez tomar posiciones en contra, sin siquiera comunicárselo?
- “No, somos creadores de mercado”.

 Ahora, Taurre ha reconocido que su vida profesional está finiquitada: “Sé que, aunque salga de esta, todo el mundo hará Google y sabrá lo que me ha pasado. Esto me perseguirá toda la vida”, decía al salir de tribunal en un momento de su declaración. Pero Blankfein continúa al frente de Goldman.

Martín-Artajo también ha falseado cuentas, para mantener unas cifras de beneficio ficticias que le aseguraran su estratosférico salario de 10 millones de euros más el sustancioso bonus. Pero, ¿son ellos quienes instauran esas prácticas?

Parecido con las preferentes

Algo parecido ocurre en España con las preferentes, donde los directores de sucursales han sufrido la violencia física de los compradores después de vendérselas masivamente, pero realmente estos actuaban a instancias de sus jefes territoriales quienes, a su vez, daban las órdenes directas de los consejeros delegados de turno. El consejero reporta al presidente y este al consejo que se limitaba a firmar y cobrar. ¿Dónde está la verdadera responsabilidad?

Nada parece haber cambiado desde el inicio de la crisis. No hay una mayor regulación sobre los activos tóxicos, a pesar de que países como Alemania aprobaron en febrero unas leyes que castigaban con hasta cinco años de cárcel para banqueros que autorizaran inversiones de riesgo que llevaran a su entidad a la quiebra. Más pintoresco, Berlusconi amenazó a finales de 2011 con hacer test antidopping a los brokershttp://vozpopuli.com/actualidad/4677-berlusconi-propone-hacer-test-antidroga-a-los-brokers-bursatiles.

Pero la realidad es que la caída de Lehman Brothers, que tan graves consecuencias ha tenido en el mundo, no ha llevado a nadie a la cárcel, de la misma manera que en otros casos como Madoff, la culpa ha caído íntegramente en la familia, sin que se ampliaran las culpas a las auditoras y los comercializadores. Por cierto, en España los introductores de estos fondos fueron nombres de lo más ilustre, aunque nadie les ha pedido cuentas.

Enorme defensa

La banca de inversión ha demostrado una capacidad de defensa casi absoluta. Que se lo expliquen sino al fiscal Elliot Spitzer quien, hace alrededor de 10 años, comenzó una cruzada contras las malas prácticas de estos bancos. Sancionó a decenas de ejecutivos y puso multas récord… pero al poco tiempo se vio envuelto en un escándalo de prostitución que le costó la carrera.

Spitzer reconoció su culpa sin la menor reserva, justo lo contrario que se puede ver en España con los casos de corrupción. Pidió perdón y se borró del mapa, en una actitud cuanto menos llamativa.

Ahora, Larry Summers, el gran valedor de la banca de inversión, se postula como relevo de Ben Bernanke en la Reserva Federal, pese a la mezcla de horror y estupefacción generalizada. Hay movimientos en contra, pero habrá que ver si tienen éxito. Así ha actuado siempre esta industria: colocando a sus jóvenes valores en el Tesoro, la Fed, la política… para tener la cobertura necesaria. Estos delfines, por supuesto, tienen garantizado el regreso por la puerta grande, como le ocurrió, por ejemplo, a Robert Rubin, que de Goldman Sachs fue al Tesoro para salir a la presidencia de Citigroup. Un esquema que, de momento, se ha demostrado imbatible.       

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