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Economía

Los impagos de los créditos rápidos se disparan un 23% en 2020

Los créditos a empresas suben un 4,8% en mayo a su nivel más alto en cinco años

Los créditos rápidos suelen ser el recurso inmediato para los problemas de falta de liquidez puntual de una familia, pero en situaciones económicas convulsas como la que se está viviendo en todo el mundo por la pandemia del coronavirus, las entidades que los conceden, los llamados establecimientos financieros de crédito (EFC), sufren con mayor virulencia los incumplimientos de las condiciones estipuladas para la devolución del dinero adelantado. Es el riesgo que corren cuando los tipos de interés que se cobran no bajan del 8,25% y llegan a alcanzar el 24,51% TAE, y cuando las garantías que se piden como colateral del préstamo son mínimas. Ahí reside también la marcha del negocio. Como referencia, un préstamos hipotecario tiene un tipo de interés TAE del 1,98%.

Con datos cerrado a 31 de julio pasado, el montante de los créditos de dudoso pago concedidos por los EFC ascendía a 3.217 millones de euros, la cifra más alta desde julio de 2015. En los últimos doce meses, el incremento ha sido del 18,84%, pero en lo que va de año el porcentaje se ha elevado al 22,97%. Esta evolución quiere decir que el problema, lejos de mejorar, no hace más que agravarse a medida que la actividad económica permanece más o menos estancada. A finales de 2016, la morosidad de pago estaba en 2.590 millones de euros.

Basta con un formulario

Los créditos rápidos son utilizados por los hogares para cubrir la financiación de la compra de coches, motos, realización de reformas del hogar, estudios, viajes, situaciones relacionadas con la salud no programadas, celebraciones... Los establecimientos financieros de crédito suelen dar una respuesta casi inmediata a la petición, sin la necesidad de tener que contratar otros productos asociados a la operación (seguros, tarjetas...) y sin más ataduras. Se trata, en definitiva, de rellenar un pequeño cuestionario con información de los ingresos recurrentes de quien solicita el préstamo, elegir la cantidad de dinero y seleccionar el límite del plazo de devolución y la periodicidad.

No suelen ser baratos, desde luego. El abanico del préstamo oscila entre los 500 euros y los 60.000, en función de las entidades y de la “calidad” financiera del prestatario. Algunos ejemplos pueden ilustrar mejor su funcionamiento práctico. Un préstamo de 25.000 euros, a devolver en ocho años (el plazo máximo en las mejores entidades) tiene un coste mensual de 353 euros. Al final del periodo aceptado el prestatario acaba devolviendo 33.867 euros.

Pero los hay más onerosos. Un préstamo de entre 500 y 4.000 euros publicitado en una web de una entidad líder en el sector puede tener un coste del 24,51% TAE. Un “capricho” de hasta 4.000 euros puede suponer la devolución de 140 euros mensuales durante 40 meses más una cuota final de 129,50 euros. El resultado final es la devolución, al final del periodo, de 5.929,50 euros.

Mientras los créditos en situación de “dudosos” siguen creciendo imparablemente en los últimos meses, el saldo vivo de los créditos lleva cayendo desde diciembre de 2018, cuando alcanzó su máximo esplendor"

Los establecimientos financieros de crédito son entidades que proporcionan financiación en ámbitos generalmente relacionados con el consumo. Suelen formar parte de importantes grupos bancarios, industriales o de distribución comercial, y están sujetos a la supervisión del Banco de España. Se diferencian de los bancos tradicionales en que tienen terminante prohibida la captación de depósitos. En España, a cierre del primer semestre, había 37 establecimientos, diez menos que en 2014, con 149 oficinas y algo más de 4.400 empleados. En todos los casos, las cifras han ido a menos año tras año.

Los últimos datos del Banco de España indican que el saldo vivo de créditos rápidos concedidos hasta finales de julio pasado ascendía 46.118 millones de euros, una cifra casi insignificante respecto al total del crédito concedido a las familias y que aún está pendiente de pago, 657.146 millones de euros. Es apenas el 7,02%, pero es un magnífico indicador avanzado de cómo evoluciona la economía española.

Mientras los créditos en situación de “dudosos” siguen creciendo imparablemente en los últimos meses, el saldo vivo de los créditos lleva cayendo desde diciembre de 2018, cuando alcanzó su máximo esplendor: 51.200 millones de euros. En los siete primeros meses de 2020 ha disminuido un 9,49%.

El resultado final es que la tasa de morosidad está en el 7%, la más alta desde 2015, aunque todo hace indicar que lejos de tocar techo si las cosas no cambian drásticamente. Para el conjunto del sector financiero, los impagados representan el 4,72% del total y para los bancos exclusivamente, el 4,64%.

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